Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Editorial

Cada vez que vamos al supermercado o al chino nos indignamos más: los precios de los alimentos, artículos de limpieza y tocador y todo lo imprescindible sigue subiendo. Ni hablemos si tenemos la mala suerte de tener que comprar un medicamento. Por si todo eso fuera poco, otra vez subió la nafta, una costumbre mensual desde que se “liberó” el precio a pedido de los monopolios del sector hace ya un año y medio. No extraña entonces que cada vez que se conoce un indicador económico (nivel de actividad, ventas en super o shoppings, pobreza) dé cada vez peor. ¡Es que esto no va más! La bronca sigue creciendo, junto con la incertidumbre de en qué va a terminar.

Todo esto es el motivo central de la crisis política que recorre al gobierno de Macri. Y que cada día se agudiza más. Los sectores populares que en su momento lo votaron para castigar al kirchnerismo ya hace mucho que rompieron con el gobierno. Pero en los últimos meses también se le va yendo su propia base social de sectores medios. Por eso crece el convencimiento incluso en dirigentes del propio Cambiemos que, así como viene, Macri pierde las elecciones. Por eso es que, constantemente reaparece el plan “V”, de reemplazar a Macri por Vidal, fogoneada por distintos sectores, que constantemente obliga a gobierno a “ratificar” que el candidato a presidente es Macri, demostrando en esos mismos rumores el terrible desgaste de su figura. Es que se trata de un gobierno al que le fracasa todo, hasta el intento de generar un golpe de efecto con las medidas truchas anunciadas hace diez días, que se vieron eclipsadas por el nuevo salto del dólar de la semana pasada. La novedad de último momento son los dichos de Martín Lousteau, que hasta hace unas pocas semanas aparecía como un posible candidato a vicepresidente del macrismo, y que ahora dice que el “no tiene nada que ver con Cambiemos”. Pasó de “candidato estrella” para que los radicales no se vayan de Cambiemos, a alguien que se despega del mismo.

El peronismo en todas sus variantes está creando la nueva trampa. Todos apuestan a la “gobernabilidad” y se postulan ante el establishment local e internacional como los políticos “responsables” que garantizarán la continuidad del acuerdo con el FMI, los compromisos con los usureros internacionales y el saqueo del país. Todos sus sectores, mientras siguen con dificultad tratando de acomodarse, resolver sus internas y definir los candidatos coinciden a la vez en dos planteos: no salir a dar la pelea contra el ajuste, sino concentrarse en “votar”, a ellos, obviamente. En esto coinciden los dirigentes políticos del peronismo federal de Pichetto, Massa, Urtubey y Schiaretti; Lavagna, que está con un pie en este sector peronista y otro en su “alianza más amplia” con sectores de la centroizquierda y el radicalismo; y el kirchnerismo, tanto el “puro” como Kicillof como los que orbitan a su alrededor como Solá o Scioli. Y también los burócratas sindicales, alineados a su vez con los distintos candidatos. Así tenemos a la traidora CGT oficial. cuyos dirigentes se referencian mayormente con el peronismo federal o con Lavagna, que sigue “sin encontrar motivos para hacer un paro”. Y por otro lado a los burócratas que hoy juegan para el kirchnerismo, como Moyano y las CTA, que vienen de realizar apenas una medida aislada y parcial, muy lejos de lo que se necesita y que, lo peor de todo, anuncian que la “continuidad” de la lucha es el voto a Cristina.

Desde el sindicalismo combativo y la izquierda, que nos movilizamos en la jornada del 30 con una columna independiente, somos contundentes: ante la gravedad de la crisis lo que hace falta es un paro y un plan de lucha ya mismo, que de verdad se plante para enfrentar el ajuste. Al mismo tiempo que postulamos una auténtica salida a la crisis, donde lo primero sea resolver el drama del pueblo trabajador, con un aumento de emergencia de salarios y jubilaciones, al mismo tiempo que decimos que hay que romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas bajo gestión de los trabajadores, para así recuperar todos esos recursos y ponerlos al servicio de resolver las auténticas prioridades del pueblo trabajador. Y, en el terreno electoral, decimos que frente al desastre del macrismo, ninguno de los sectores del peronismo es salida. La verdadera alternativa es el Frente de Izquierda, que acaba de proclamar su fórmula presidencial en un multitudinario acto el martes pasado y sale con todo a pelear contra los candidatos del ajuste.

 

 

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Roberto Lavagna y Sergio Massa, que hasta hace algunos meses mantenían una estrecha relación y parecían encaminarse a presentarse unidos en las elecciones, están hoy enfrentados. Massa quiere que las candidaturas se diriman en las PASO del peronismo federal, mientras que Lavagna aspira a ser proclamado como candidato de unidad de un amplio frente sin competencia en las PASO.

En cambio, no los dividen sus propuestas políticas. Como los demás candidatos peronistas, ambos se han comprometido a mantener al país sometido al FMI, al pago de la deuda externa y a continuar con el plan de flexibilización laboral y reforma de las jubilaciones que reclaman los usureros. Y ambos mantienen estrecha relación con los burócratas sindicales que nos mantienen atados de pies y manos frente al ataque del gobierno y las patronales, como lo demostraron al participar de la cena con la que la Uocra, encabezada por Gerardo Martínez, inauguró su Congreso

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Ante el hundimiento de la figura del presidente Macri, han aparecido sectores afines al propio gobierno (incluyendo algunos sectores empresarios) que proponen cambiar su candidatura por la de la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal. Se apoyan en que la gobernadora tendría dos o tres puntos más de intención de voto que el presidente y una mejor imagen.

María Eugenia Vidal ha cultivado siempre una imagen “sonriente” y aparentando aparecer como “comprensiva” ante los problemas de los bonaerenses. Pero casi nadie se equivoca: su “estilo” esconde la implementación salvaje del ajuste en la provincia. Ella es la que, año a año, se planta para negarle los aumentos salariales a los docentes y trabajadores de la salud. Es la que le niega el boleto educativo a los estudiantes de los terciarios. Es la responsable de las escuelas y hospitales que se caen a pedazos. Es la jefa de la “maldita policía” bonaerense, que mientras asesina pibes con el gatillo fácil es cómplice de los negocios de los desarmaderos de los piratas del asfalto, del narcotráfico y la prostitución. No cabe duda: María Eugenia es Macri

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La inflación sigue creciendo y a los “precios esenciales” no se los ve por ningún lado. Las subas y bajas del dólar y el riesgo país hacen que crezca la incertidumbre. El gobierno de Macri toma medidas distintas cada semana. El peronismo le jura al establishment que va a continuar el acuerdo con el Fondo y los pagos de deuda. Solo la izquierda dice que hay que enfrentar ahora el ajuste, romper con el FMI y no pagar la deuda.

Escribe José Castillo

El hundimiento de la economía macrista se torna cada vez más rápido. Recapitulemos los últimos acontecimientos: el martes antes de Semana Santa se conoció la inflación de marzo (4,7%). Al día siguiente Macri salió con su paquete de medidas cosméticas, la más publicitada fue la de los “precios esenciales”: 64 productos con valores congelados hasta octubre, que hasta hoy siguen sin aparecer en las góndolas. Pero eso no fue lo peor. Pasado el fin de semana largo, el dólar empezó a subir velozmente, al igual que el “riesgo país”, que llegó a superar los 1.000 puntos. Recordemos que este último indicador refleja, a medida que crece, las posibilidades de que la Argentina no pueda pagar su deuda externa en un futuro inmediato.

El presidente Macri pasó de decir que “todo era culpa de las encuestas que daban ganadora a Cristina” a afirmar resignado que “hay que acostumbrarse a la volatilidad del dólar”. Claro que, al mismo tiempo, envió desesperadamente una misión a Washington para rogarle al FMI que le diera más herramientas para frenar un dólar que se venía desbocando. Y, como siempre pasa, detrás de la suba del dólar viene la de los precios. Por si todo eso fuera poco, volvió a subir la nafta. Y, a contramano de los anuncios de que se habían “congelado” los tarifazos, este mes viene el aumento del agua.

En síntesis, el verdadero culpable de esta situación es el propio gobierno, que aun ajustando ferozmente sigue sin poder estabilizar nada ya que la resistencia popular le impidió implementar las reformas laboral y jubilatoria que le exige el establishment económico internacional.

La especulación a full

Finalmente el martes pasado el FMI autorizó al gobierno a salir a vender parte de las reservas para intentar bajar un dólar que, otra vez, se había disparado. Explicando la medida: el FMI le deja al gobierno que se use parte del dinero que le presta el propio organismo para que juegue contra los especuladores, en concreto que permita que se fuguen (ya en el último período se fueron 3.500 millones de dólares). Ese dinero, que ahora es utilizado en el cortísimo plazo para intentar que Macri logre cierta “estabilidad” de acá a las elecciones, estaba guardado para garantizar el pago de deuda en el futuro próximo. En síntesis Macri, con aval del Fondo, usa esa plata ahora para calmar a los especuladores, acrecentando las posibilidades de que no tenga con qué pagarle a los acreedores en el futuro próximo. Es la anécdota de la manta corta: si se tapa la cabeza, se destapan los pies, y viceversa.

Lo concreto es que sigue la “fiesta” para los especuladores financieros, a los que se les ofrece hoy una tasa récord por las Leliq (75%) y se les garantiza que van a tener más dólares a su disposición para la fuga de capitales. La contrapartida para los trabajadores, los jubilados y demás sectores populares es la continuidad del ajuste, la inflación, los despidos y la incertidumbre total hacia el futuro.

¿Qué va a pasar? Primero y principal: no va a haber ningún tipo de reactivación. Todas las medidas económicas del gobierno tienen como objetivo profundizar el ajuste y la recesión. Segundo, como venimos viendo desde fines de febrero, el gobierno no puede siquiera garantizar una mínima estabilidad y que el dólar no se le dispare. El FMI está autorizando cada día un poco más al gobierno argentino a que salga a desperdiciar dólares en el camino de la especulación. Pero nada ni nadie puede garantizar que esto alcance y que Macri pueda llegar a octubre sin que antes el dólar se dispare por el aire sin control y ello impacte sobre precios y salarios.

Pero a todo esto le tenemos que agregar un tercer elemento: ya es un secreto a voces que la Argentina no podrá pagar los próximos vencimientos de deuda, a menos de que haga un ajuste feroz muy superior al actual. Esto es lo que se viene para 2020, independientemente de que el gobierno logre evitar o no la corrida del dólar de este año. Y también independientemente de quien gane las elecciones.

Frente a esta realidad los distintos referentes del peronismo, en absolutamente todas sus variantes (Kicillof, Agis, Alberto Fernández, Felipe Solá, Pichetto, Marcos Lavagna, Massa, por enumerar solo a los que hablaron esta semana) hacen cola para decirle al FMI, al establishment económico internacional y a las patronales locales que ellos no romperán el acuerdo con el Fondo y cumplirán con los pagos de deuda.

Mientras todo se hunde y los trabajadores nos seguimos ajustando van quedando dos grandes bandos: de un lado todos los que rinden todo ante el altar de seguir pagando la deuda y de los compromisos con el FMI. Ahí está el gobierno, asegurando que cumplirá cueste lo que cueste; pero también el conjunto del peronismo en todas sus vertientes. Tanto macristas como peronistas van a terminar renegociando con el FMI ante la imposibilidad material de cumplir con los pagos. Se les exigirá mayor ajuste y reformas estructurales, como la flexibilización laboral y la liquidación del sistema jubilatorio.

Del otro lado solo queda la izquierda, con la única propuesta que permite realmente poner en marcha un programa alternativo obrero y popular: romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa.

Medidas de emergencia ante la crisis

Aumento inmediato de salarios y jubilaciones
Nadie debe cobrar menos que la canasta familiar, hoy estimada en 40.000 pesos. Los salarios deben recuperar lo perdido el último año y aumentarse mensualmente de acuerdo al incremento de la inflación. A los jubilados se les debe pagar el 82% móvil del salario en actividad. Y, dada la situación de crisis económica, hay que prohibir por ley las suspensiones y los despidos.

Romper con el FMI
No hay ninguna posibilidad de implementar otra política si no rompemos este auténtico estatuto del vasallaje. El actual acuerdo exige déficit cero este año. Y superávits fiscales cada vez mayores en 2020 y 2021, además de devolver los 57.100 millones de dólares de los cuales ni un centavo fue a salario, salud o educación. No hay “renegociación” progresista posible. El FMI ya ha aclarado que acepta renegociar si esto se hace reemplazando el actual acuerdo por lo que ellos llaman “acuerdo de facilidades extendidas”, con nuevas y más leoninas cláusulas de ajuste y con la exigencia de que se implementen las reformas laboral y jubilatoria.

Dejar de pagar la deuda externa
En los próximos tres años vencen 150.000 millones de dólares. Es absolutamente imposible pagarlos. Todo mientras el monto total de la deuda ya supera los 400.000 millones de dólares y sigue creciendo cual bola de nieve. Ya llevamos cuatro décadas sumidos en este auténtico saqueo, que todos los gobiernos desde la dictadura a esta parte avalaron sin excepción. Lo repetimos hasta el cansancio: la única salida es suspender inmediatamente estos pagos y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. Esta medida elemental, complementada con otras como nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas bajo gestión de sus trabajadores y usuarios, son los pilares básicos para un auténtico programa alternativo.

 

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Escribe José Castillo

El líder del Frente Renovador y precandidato de Alternativa Federal, Sergio Massa, propuso que el presidente Macri haga una convocatoria a toda la oposición para salir de la crisis. Lo novedoso es que le pidió explícitamente al gobierno que convoque a Cristina. “Hay que tomar medidas excepcionales. Mauricio Macri debe convocar a Cristina Fernández de Kirchner como líder de la oposición con mayor representación parlamentaria, y pactar cómo termina este mandato sin más daños para la Argentina”, reclamó Sergio Massa, que propone que se conforme una mesa multisectorial que también incluya a los gobernadores, los empresarios, la CGT y los obispos de la Iglesia Católica.

En vez de plantearse salir a pelear contra el ajuste del gobierno, el massismo apunta a la “unidad” con los ajustadores. Tiene lógica, más allá de que hoy, en el marco de una crisis política y económica galopante, sea efectivamente inviable: Massa está llamando a sentarse en una misma mesa a los que acuerdan que lo central es no romper con el FMI y garantizar como sea los pagos de deuda externa.

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