Jul 20, 2024 Last Updated 12:59 AM, Jul 20, 2024

Izquierda Socialista

Desde la vuelta al poder en diciembre del asesino Benjamín Netanyahu, el sionismo ha desatado una brutal ola de ataques contra poblaciones palestinas. La última ocurrió este domingo 26 de febrero cuando colonos israelíes vandalizaron varios pueblos del área de Nablus en Cisjordania ocupada, dejando un saldo de varios palestinos muertos, más de trecientos heridos y setenta y cinco casas quemadas. Aunque estos crímenes se realicen como supuestas represalias a ataques contra israelíes, tienen como objetivo continuar desplazando poblaciones palestinas de sus tierras para avanzar en el proceso de asentamientos y colonización sionista. “Pido que aunque la sangre hierva y los ánimos estén calientes, que no tomen la ley en sus manos. Dejen que el ejército y las fuerzas de seguridad hagan su trabajo”, declaró cínicamente Netanyahu. O sea, no es necesario que colonos masacren poblaciones palestinas, eso lo hace el ejército sionista, como demuestran los más de sesenta muertos en lo que va de 2023. Desde Izquierda Socialista/FITU, como parte de la UIT-CI, repudiamos esta nueva masacre sionista contra el pueblo palestino que continúa resistiendo la ocupación israelí de sus tierras históricas. Respaldamos incondicionalmente su heroica lucha, y seguimos defendiendo el establecimiento de una Palestina única, laica, democrática y no racista.

El día de la fecha el local de Izquierda Socialista en el FITU de Rafael Castillo amaneció vandalizado. Rompieron parte de las persianas del local, forzaron y rompieron el candado, dañaron la puerta y pegaron un afiche con la leyenda "Argentina es posible. Ahora Kirchner".
Un grupo de vecinos reconoció a los atacantes cuando estaban perpetrando el hecho y solidariamente los ahuyentaron con gritos, tras lo cual custodiaron la puerta del local unos minutos hasta asegurarse que el ataque no volviera a suceder.

No se trata de un caso aislado. El peronismo, que gobierna el municipio desde hace 40 años viene realizando  a través de sus patotas, ataques y hechos de amedrentamiento sistemáticos a las fuerzas que somos parte del Frente de Izquierda- Unidad. Tal es así que los restantes partidos que componen nuestro frente( PTS, PO y MST) han sido víctimas de hechos de similar naturaleza al ocurrido el día de ayer con IS.

No es casual que estos ataques se den en un momento previo a las elecciones después de que nuestro frente tuviera una histórica performance en los comicios de 2021,obteniendo 2 concejales y sacando casi el 10% de los votos en algunas localidades del distrito.
No se trata de un crecimiento meramente electoral. El Frente de Izquierda Unidad apoya todas y cada de una de las luchas que se dan en el distrito, sean estas sindicales, barriales, estudiantiles, de la defensa de los derechos de la mujer, de la comunidad LGTTB, o en defensa del medio ambiente,  y por eso crece entre los trabajadores y el pueblo matancero.

Esto es lo que buscan frenar con ataques cobardes como el que realizaron el día de ayer.

Repudiamos tajantemente este hecho y exigimos al intendente Espinoza el inmediato esclarecimiento de los hechos y el repudio publico del mismo.
Asimismo llamamos al conjunto de las organizaciones políticas, sociales, barriales y sindicales del distrito a pronunciarse en igual sentido.

FRENTE DE IZQUIERDA UNIDAD LA MATANZA

Por Prensa UIT-CI

Del Donbás a Zaporijia, la lucha contra la invasión rusa desde abajo

Después de casi 48 horas de viaje en avión, tren y autobús, llegamos a Dobropilia, una ciudad minera de la cuenca del Donbás ucraniano que se encuentra a 80 kilómetros de Bakhmut, donde ahora mismo hay brutales combates para frenar la embestida del ejército ruso. Nos están esperando Dimitri, Natalia y Alexander, del Sindicato Independiente de Mineros de Ucrania. Nos comunicamos con la mirada y el gesto porque los traductores han llegado tarde. Los compañeros de los Colectivos de Solidaridad, un grupo de jóvenes anarquistas que apoya la resistencia con ayuda material, han tenido un problema con el coche. Entre abrazos, sonrisas y traductores automáticos nos vamos a tomar un café mientras les esperamos. Es la primera parada en el viaje. Objetivo: entregarles 1.500 euros para comprar alimentos de primera necesidad que se encargarán de distribuir a través de Iniciativas Laborales, una organización de ayuda obrera. Después iremos hasta Zaporijia, la ciudad industrial a orillas del Dniéper, también a llevar ayuda al Sindicato Independiente de Trabajadores del Ferrocarril. Es el tercer convoy de solidaridad con Ucrania, y en particular a la juventud y la clase trabajadora, que organizamos desde Lucha Internacionalista y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores- Cuarta Internacional, cuando apenas hace un año del inicio de la invasión lanzada por Vladimir Putin.

Con los mineros del carbón en el Donbás

A diferencia de otras ciudades del Donbás bajo control ucraniano, en Dobropilia todavía se ve bastante vida en la calle. Antes de la invasión tenía 65.000 habitantes, y quedan ahora menos de 25.000, además de algunos miles de refugiados de las ciudades de la región donde hay combates o que han caído bajo ocupación rusa. Alexander es uno de ellos: nos enseña fotos de su casa en Mariúpol, totalmente destrozada y nos explica que sus padres están todavía allí. El Donbás es la cuenca de minas de carbón en el Este de Ucrania, donde en el 2014 hubo un levantamiento que fue instrumentalizado por el Kremlin, que acabó ocupando buena parte de las provincias de Donetsk y Lugansk y es donde ahora están los combates más intensos: en el frente del Este.

En Dobropilia los bares y tiendas están abiertos, y las criaturas juegan en los parques a tirarse bolas de nieve. “Aquí hay más vida porque todavía tenemos una mina que funciona, y la gente todavía tiene trabajo”, comenta Natasha, una mujer robusta y seria que durante 16 años también trabajó en la mina. Fue la primera en reclamar su derecho a trabajar en la parte subterránea de las minas, que antes estaba prohibida a las mujeres como otros trabajos peligrosos.

Nos llevan a dar una vuelta por la ciudad, gris y contaminada: el viento sopla del este y lleva el polvo de las minas y la refinería de carbón sobre las casas. Está organizada en dos calles principales que fueron creciendo en torno a las minas, en los últimos 60 años. Nos enseñan la central térmica que escupe humo negro, y la mina pública que sigue en funcionamiento. “Antes se llamaba mina del Ejército Rojo y ahora le decimos, en broma, la mina Cristalina, porque en realidad es muy sucia”, dice con una sonrisa Dimitri. Todas las minas de Dobropilia pertenecían a DTK, la empresa del oligarca Rinad Ahmetov [la principal fortuna de Ucrania según la lista Forbes, que ahora apoya al gobierno de Zelenski ante la invasión]. Hace dos años la empresa abandonó cinco minas, que pasaron a ser propiedad pública y sólo se quedó la más rentable. Sólo una mina pública sigue trabajando, y en condiciones muy precarias: los mineros se quejan de que son peores que en la empresa privada. La situación en el Donbás bajo ocupación rusa, nos cuentan, es aún mucho peor, con la mayoría de minas abandonadas, inundadas e irrecuperables.

Desde el inicio de la invasión rusa han caído en la ciudad 15 misiles, los últimos hace sólo dos semanas, y eso que en Dobropilia no existe ningún objetivo militar. Tampoco hay refugios en los que esconderse: sólo los sótanos de algunos edificios de viviendas que tienen la puerta abierta señalada con un rótulo.

Como en el segundo convoy, en noviembre, los sindicatos combativos ucranianos nos han pedido de nuevo que les llevemos comida. Y no es que en Ucrania no haya suficiente ni que sea muy cara: los precios son parecidos a los de Barcelona. Pero los sueldos son mucho más bajos y ahora más aún, por los recortes que ha impuesto el gobierno al amparo de la ley marcial. Además, muchas empresas han cerrado o han realizado despidos.

Vamos juntos a un gran supermercado y hacemos la compra: 1.500 euros en productos básicos que Iniciativas Laborales distribuirá en lotes para 63 familias de la ciudad que han perdido a alguien en la lucha contra la invasión rusa. Nos despedimos entre agradecimientos y abrazos.

Con los trabajadores del ferrocarril

En autobús y en tren pasamos por Dnipró y llegamos hasta Zaporijia, que desde la liberación de Kherson el pasado verano está un poco más lejos de la línea de frente, pero igualmente sometida a bombardeos: dos días después de que marchemos, en una nueva lluvia de misiles, el Kremlin lanza hasta 20 ataques sobre la región.

La ciudad, que ha recibido cientos de miles de refugiados del Donbás este año, sigue muy tensionada. Debido a los ataques sistemáticos de Rusia contra las infraestructuras eléctricas, en las casas sólo tienen luz cuatro horas sí y cuatro no. Son las dos del mediodía y el termómetro desciende a -5 grados. Las guarderías sólo dan clases telemáticas: prácticamente no han funcionado con normalidad desde que comenzó la pandemia, en el 2020. A las nueve de la noche comienza el toque de queda.

Por ser una ciudad en la segunda línea, sus habitantes reciben una ayuda del gobierno de 800 hvrinas (unos 18 euros) mensuales. Pero el paro crece, los salarios descienden y la inflación empieza a dispararse. «Ahora tenemos miedo de ir al supermercado, porque el sueldo no nos llega por nada», nos explica Sergei Aleksandrovich, dirigente del Sindicato Independiente de Ferroviarios de Ucrania. Y es que el gobierno de Volodímir Zelenski ha decretado que los sueldos dejen de indexarse con la inflación. Sergei, que es maquinista de Ukrzaliznytsia, la empresa pública de ferrocarriles, apenas gana unos 300 euros al mes, y se trata de uno de los sueldos más altos en la compañía. «Hace diez años ganaba el triple… entonces los jóvenes querían ser maquinistas, pero ahora ya no», lamenta. Los salarios de los maquinistas están muy ligados a la distancia que recorren, y ahora por lo general los trayectos son más cortos. Natasha Savelieva, que trabaja en las cocheras, apenas alcanza los 200 euros al mes.

El último escándalo de corrupción con la compra de comida para los soldados a precios hinchados que ha hecho caer al número dos del ministerio de Defensa de Ucrania, ha vuelto a poner de relieve un problema que los compañeros de este sindicato ferroviario hace muchos años que denuncian. “No sabemos qué hace el gobierno con todas las ayudas que recibe de la UE, no sabemos dónde va a parar ese dinero… no es como vosotros que se asegura que su ayuda llega a la gente trabajadora”, nos dice el sindicalista. Con ellos vamos también a un gran supermercado de Zaporijia a comprar la comida con los 1.500 euros que les traemos: aceite, harina, azúcar, sal, galletas, pescado en conserva, leche condensada, latas de sardinas…

Los trenes son estratégicos en la defensa contra la invasión rusa: transportan todo tipo de carga hasta todos los rincones del país y son claves para evacuar a heridos y refugiados. Algunos ferroviarios murieron o quedaron malheridos en el tren en bombardeos rusos. Sergei denuncia que cuando hay problemas los conductores de tren están solos: “nadie te dice qué debes hacer si hay una alarma, si tienes que detenerte o seguir adelante, según la ley lo que pase es responsabilidad del maquinista”. Dice que teme que un día los trenes sean el objetivo expreso de los misiles rusos: «puede pasar, pero no podemos hacer nada».

  “Seguimos funcionando en plena guerra sobre todo gracias al esfuerzo de los trabajadores y trabajadoras, no por la empresa, que solo hace cosas para salir en la foto: compran locomotoras muy bonitas pero que no acaban de funcionar bien y recortan los sueldos y despiden a trabajadoras”, se queja Natasha, también dirigente del sindicato. Ella misma se está encargando del abastecimiento de las locomotoras de carbón, que han tenido que poner en marcha para cuándo cae el suministro eléctrico. Justo en el momento en que estamos hablando recibe un SMS que anuncia que le han pagado la nómina: son menos de 120 euros.

Los ferroviarios afrontan también una nueva ola de despidos. Sin dar ninguna justificación la empresa pública ha despedido a 41 trabajadores de Zaporíjia, que se quedarán sin trabajo en el mes de mayo. Sólo han podido detener uno porque se trataba de una trabajadora afiliada al sindicato. Sergei dice que ellos están dispuestos a luchar, pero que la ley no les permite intervenir si no se trata de sus afiliados. “Por los demás no podemos hacer nada, debe reclamarlo el sindicato mayoritario, pero nosotros estamos dispuestos a luchar hasta el final. A mí me han propuesto estar en el consejo regional del sindicato pero no quiero acabar corrompido como la mayoría de dirigentes de las grandes organizaciones. ¿Vosotros allí también tienen grandes sindicatos corruptos que miran más por ellos que por la gente trabajadora?”.

Al día siguiente en la pequeña oficina del sindicato en las cocheras de la estación de Zaporijia 2, los 79 afiliados vienen a recoger su paquete de comida. El reparto se realiza con toda transparencia, con una lista en la que cada uno firma al recibir la ayuda. Igor, un maquinista de 42 años que viene a por el lote nos cuenta en surgik (una mezcla de ruso y ucraniano) que tuvo que marcharse de su casa, en la localidad de Kamyanske, a unos 30 kilómetros al sur de Zaporijia , porque está bajo constantes ataques rusos, dentro del rango de la artillería del Kremlin. “Unos familiares nos dejaron un piso en Zaporijia y vinimos a vivir aquí dos semanas después del inicio de la invasión. En mi pueblo antes vivíamos 3.000 personas y ahora sólo quedan 160 que no quieren irse. Tenemos un grupo de voluntarios y cada semana les enviamos una furgoneta con comida, pero es muy peligroso. También llevamos comida para todos los perros que han quedado allí abandonados”, explica. Igor y su mujer, que trabajaba en un orfanato y ahora está en paro y sin ayuda alguna (oficialmente de vacaciones sin sueldo), saben por los que se han quedado en el pueblo que de su casa sólo quedan las paredes. Pero por lo que más temen es por sus vecinos: han perdido contacto con la parte sur de la localidad y temen que quizás les hayan deportado hacia Vasilivka, que está bajo ocupación rusa. «Si se les han llevado habrán pasado por lo que los rusos dicen el ‘filtración’, que son campos de tortura y deportación», alerta el maquinista. “Esta guerra no tiene sentido: todo esto por un régimen que ha decidido volver a poner todos los territorios de la antigua URSS bajo el yugo de Moscú y recuperar un imperio perdido. Esperamos que el pueblo ucraniano resista”.

Gobierno del Frente de Todos, oposición patronal de Juntos por el Cambio, Milei y burocracia sindical con el FMI, contra los trabajadores y el pueblo.
 
- Aumento de salarios igual a la canasta familiar y con indexación automática por inflación.
- Paritarias sin techo, discutidas en asambleas y con mandato de las bases.
- Paro Nacional y plan de lucha.

El nuevo relato del Gobierno del Frente de Todos de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa hablando de la desaceleración de la inflación fue desmentido por la realidad. Conocido el 6% en enero, se ha confirmado lo que todas y todos los trabajadores intuíamos: la pauta de inflación anual de un 60% del Presupuesto 2023 tiene por objetivo seguir bajando el poder adquisitivo de la clase trabajadora y el pueblo. El superministro de economía Sergio Massa pactó con las burocracias sindicales de la CGT y las CTA el techo paritario del 60% anual para ajustar no solo los salarios, sino también ajustar las jubilaciones atadas a la recaudación y al salario. Del mismo modo, ajustar contra el salario mínimo que arrastra hacia abajo al Plan Potenciar Trabajo y todos los beneficios de hambre de la asistencia social.

Una pauta de este tenor no pasaría la prueba de una asamblea de trabajadores o de un congreso con mandato de las bases. Imposible. Sin embargo ya el gobierno macrista de la Ciudad de Buenos Aires encabezado por Horacio Rodríguez Larreta firmó exactamente ese porcentaje nada menos que en siete cuotas. La oposición patronal de Juntos por el Cambio, criticó el dibujo presupuestario, pero lo votó. En el ajuste no hay grieta. Y Milei se postula para multiplicar el brutal ajuste en curso también con el FMI y más represión.

A esta confluencia de las dos coaliciones que nos vienen gobernando, macrismo y peronismo, Juntos por el Cambio y Frente de Todos, se ha sumado la burocracia sindical con sectores que picaron en punta para garantizar esa pauta salarial. Sutecba y ATE en CABA y nada menos que la UTA de Roberto Fernández que aceptó el 29,5% en tres cuotas para el primer semestre, que es una variante de la pauta Massa-FMI. Ya una decena de grandes gremios de la CGT habían dado su visto bueno verbalmente a la propuesta ajustadora. Habrá que ver si mantienen semejante entregada cuando la línea de pobreza en la Argentina escala por arriba de los $160.000 y el salario promedio en blanco apenas llega a $130.000 según el INDEC. A este escenario se agregan los tarifazos de las empresas privatizadas y permanentes cortes en los servicios básicos como la luz.

Así las cosas, se aprecia el valor enorme de aquellas paritarias como la del Sutna, arrancada con la huelga y la movilización de los trabajadores del Neumático, que consagró ajustes por inflación y diez puntos arriba cualquiera sea la inflación del período. Del mismo modo los $200 mil de inicial arrancados por la enorme huelga general y las movilizaciones de los médicos residentes y concurrentes de CABA, el aumento salarial arrancado por los trabajadores de la salud autoconvocados y la UTS en Córdoba, los paros y movilizaciones del Garrahan y el Posadas, la salud en la provincia de Buenos Aires y en todo el país.

A esto se suman las grandes luchas docentes autoconvocadas del año pasado en La Rioja, San Juan y otras provincias, al igual que los paros del ferrocarril Sarmiento y movilizaciones de la Bordó a la Unión Ferroviaria contra la entrega de la burocracia de Sassia, de los SUTEBA Combativos y la Multicolor en la Provincia de Buenos Aires contra la entrega de Baradel. En CABA sindicato docente combativo Ademys rechazó en asamblea el 60% en cuotas y va al paro, al igual que la docencia de Córdoba, Santa Fe, Rio Negro, Chubut, Formosa y otras provincias; lxs trabajadorxs del Subte luchan contra el asbesto y por los dos días de franco; en la tercerizada de Aerolíneas Argentinas, GPS, están luchando en las calles contra los ataques a su comisión interna combativa y por paritarias; los obreros de Megaflex enfrentan los despidos igual que los químicos de Atanor de Córdoba.

Todos los sectores de la burocracia sindical, desde los “gordos” de la CGT hasta ambas CTA y el moyanismo están comprometidos con el gobierno del Frente de Todos cuyo único programa es el del FMI y ha transformado la inflación en el arma central del ajuste para cubrir el endeudamiento, la fuga de capitales y la desinversión, mientras precarizan más y más las condiciones laborales. A la sombra de ese ajuste se han producido los más de 100 mil bajas de beneficiarios del Potenciar Trabajo cuyo único ingreso es un plan de $32.000, menor a la línea de indigencia, que sólo sirve para paliar el hambre. De allí nuestro apoyo incondicional a la lucha que libra la Unidad Piquetera en todo el país en defensa del sector más castigado de los trabajadores y por un salario mínimo vital y móvil que cubra la canasta básica de $170.000.

A su vez rechazamos enérgicamente las persecuciones y procesamientos por acciones de lucha en todo el país; entre ellas el juicio de desafuero sindical que el gobierno de Larreta ha iniciado contra Jorge Adaro, secretario gremial de Ademys, y las condenas en primera instancia a los compañeros Cesar Arakaki y Daniel Ruiz.

Los sindicatos, cuerpos de delegados, agrupaciones y activistas reunidos en el Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) exigimos e impulsamos asambleas en todos los gremios para votar los pliegos paritarios para rechazar la pauta ajustadora del 60% del FMI, Massa y el gobierno. Por la inmediata recomposición salarial que recupere lo perdido estos años, la actualización automática mensual por inflación. Por aumentos en el salario real para lograr un salario igual a la canasta familiar. Por la abolición del impuesto al salario. Por la eliminación del trabajo precarizado, reducción horaria y reparto de las horas de trabajo para generar empleo genuino sin reducción salarial. Por el no pago de la deuda externa y la ruptura con el FMI. Por un plan económico de y para las y los trabajadores.

Desde el Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) llamamos a todas las comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos antiburocráticos y combativos a pronunciarse contra este ajuste y nuevo tope paritario, y a solidarizarse con todas las luchas en curso de trabajadores ocupados y desocupados.

Y exigirles a los dirigentes de la CGT y CTA que rompan su pacto con el gobierno y las patronales para impulsar un paro nacional y plan de lucha.

Mesa Nacional del Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC)

 

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En el día de ayer, miércoles 22 de febrero, se produjo el derrame de un agroquímico en el Acceso Oeste a la altura del peaje de Ituzaingó, generando cuadros de intoxicación y fuertes síntomas respiratorios en los vecinos y vecinas del lugar, así como también a los automovilistas y transeúntes, siendo tal el grado de intensidad que podía sentirse a más de 30 cuadras a la redonda. En varios casos fue necesaria la hospitalización y hay más de 20 internaciones en hospitales zonales, entre ellos el Hospital Posadas. Entre las personas internadas hay niñas y niños de 1 a 3 años.

Por la noche, el derrame terminó incendiándose generando una nube tóxica sobre el área, y varios de los bomberos abocados a combatir las llamas debieron también ser internados.

La zona tuvo que ser evacuada por la alta peligrosidad de este agroquímico denominado “Cletodim” de grado 3 por su nivel de toxicidad. En este momento continúan los efectos del derrame.

Estos hechos se dan por la desidia de la empresa SIGMA en General Rodríguez que recibiría este agrotóxico en connivencia con la empresa trasportista. El camión no había dado ninguna advertencia acerca de lo que transportaba, algo que es una práctica habitual de las empresas químicas, demostrando que su prioridad son las ganancias por sobre la salud de las personas y el ambiente. Pero estas empresas no podrían actuar sin la complicidad del gobierno bonaerense de Kicillof y el nacional de Alberto Fernández que, recordemos, viene de incorporar como jefe de asesores a un lobbysta de los agrotóxicos como Antonio Aracre de Syngenta.

Desde Ambiente en Lucha decimos:

¡Castigo a SIGMA y los responsables políticos y materiales de que circulen sustancias peligrosas sin notificación y sin los resguardos necesarios!
¡Basta de Agrotóxicos! La salud de nuestros barrios debe estar por delante de las ganancias empresariales!

 

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