Escribe Judith María Bar, Secretaria de Género y Diversidad del Centro de Estudiantes de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora
Les compañeres con orientaciones sexuales e identidades de género disidentes sufrimos la discriminación que genera vivir en una sociedad, donde la heterosexualidad es la norma. Que es parte, a la vez, de una violencia más general, la que es producto de la opresión patriarcal. Nosotres nos rebelamos ante la imposición de roles, estéticas o conductas específicas que se nos asignó en relación a nuestros genitales (categoría mal llamada “sexo biológico) y de manera binaria (sólo se puede ser “varón” o “mujer”) al nacer. La obligación de cumplir con esta imposición es denominada “cisnorma”.
Se espera del varón un rol de “macho dominante” y de la mujer el de “sumisión y garante de la reproducción”. Quienes no cumplen esto han sido, a lo largo de la historia, violentamente castigades. Por eso la opresión por diversidad sexo-genérica es funcional al patriarcado.
La opresión patriarcal es algo, entonces, que compartimos con nuestras compañeras mujeres. Claro que nosotres vivimos esa opresión sufriendo además las particularidades de no responder a los parámetros de la sociedad hetero-cis-patriarcal.
Somos militantes del movimiento de la diversidad y llamamos a todes a organizarnos para luchar contra las discriminaciones que sufrimos. Como cuando nos golpean los grupos mal llamados “homofóbicos” (en realidad “homoodiantes” porque no nos tienen fobia, sino odio), o nos expulsan de nuestros hogares, o cuando la policía se dedica a violentarnos. O los casos más terribles, cuando las compañeras travesti-trans tienen que pasar días en calabozos o son obligadas por las mismas fuerzas “de seguridad” a prostituirse.
Tal como sucede con las mujeres en el patriarcado, la opresión se cruza con la explotación de la sociedad
capitalista. Nosotres somos diverses, pero también parte de la clase trabajadora. Los patrones abusan de nuestra identidad de género para superexplotarnos, pagarnos menos o no contratarnos. Por ejemplo, hay estadísticas que afirman que 6 de cada 10 personas travesti-trans viven del trabajo sexual por más que así no lo desearan, no teniendo la posibilidad de acceder a otro trabajo por fuera de la prostitución, por su identidad de género.
Somos orgullosamente diverses, y parte de un movimiento que ha ganado en las calles numerosas luchas contra la opresión en los últimos años.
Pero sabemos que nuestra pelea es al mismo tiempo contra la totalidad del hetero-cis-patriarcado, y eso nos hermana al movimiento de mujeres. Por eso también somos orgullosamente feministas, a la vez, pertenecemos a la clase trabajadora. Por nuestra condición de diverses, sufrimos más que nadie la superexplotación del sistema capitalista. Luchamos, con rabia, como millones de jóvenes trabajadoris contra quienes quieren robarnos el futuro. Por eso somos, también, orgullosamente socialistas.
La izquierda y la diversidad sexo-genérica
Escribe Mar Maimará, diversidad Izquierda Socialista.
La izquierda nació tomando como suyas las luchas de nuestra comunidad. La socialdemocracia alemana planteó a fines del siglo XIX las primeras leyes para eliminar el carácter “delictivo” a la homosexualidad. Más adelante, la revolución rusa también eliminó, en sus primeros años, cualquier tipo de discriminación por orientación sexual o de género.
Será el stalinismo el que dará marcha atrás y volverá a perseguir y condenar a les diverses. Esto, lamentablemente, será imitado en todos los otros países donde, habiéndose expropiado el capital, se terminaron construyendo regímenes
políticos similares al de Stalin. Así, hasta la Cuba de Fidel Castro tuvo sus tristemente célebres “unidades militares de ayuda a la producción” (Umap), virtuales campos de concentración en donde eran encerrades les diverses. El homolesbotransbiodio impregnó también a gran parte de la izquierda en nuestro país. Así, el PC expulsó a infinidad de militantes por su orientación sexual o identidad de género. O con la izquierda peronista, que cantaba en sus marchas “no somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y montoneros”.
Estamos orgullosos de ser la “excepción” a la regla. El Partido Socialista de los Trabajadores (PST, antecesor de Izquierda Socialista) fue la única corriente que en la década del 70, ofreció su propio local para el funcionamiento de la primera organización de la diversidad de nuestro país, el Frente de Liberación Homosexual (FLH). Posteriormente, en los 80, cuando ninguna otra corriente lo hacía, participó activamente en la reorganización del movimiento, incluyendo la fundación de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) y en las primeras, ultraminoritarias, marchas del Orgullo que se realizaron en nuestro país. Hoy nosotres, desde Izquierda Socialista, rescatamos esa tradición.
Matrimonio Igualitario y ley de Diversidad de Género
¿Gracias a Cristina o producto de nuestra lucha?
En los primeros años del siglo XXI, nuestras peleas y organización empezaron a rendir frutos. Así, ganamos primero la ley de Matrimonio Igualitario, y la de Identidad de Género después. Nadie nos regaló nada. Fueron grandes victorias y las reivindicamos. Sin embargo, un debate ha cruzado nuestra comunidad. Muchas organizaciones fueron en esos años cooptadas por el kirchnerismo y su doble discurso (y también por la billetera de los subsidios a través de organismos como el Inadi). Desde allí surgió que esas conquistas no habían sido fruto de nuestra organización y lucha, sino “gracias a Cristina”. Es mentira: el peronismo kirchnerista votó tan dividido como los demás bloques patronales en la aprobación de ambas leyes. Tampoco nos olvidamos que el actual aliado de Cristina -el Papa Francisco- en aquel momento dijo que nuestro reclamo era “una cruzada del diablo”.
Sin tener legisladoris en ese momento, sólo la izquierda apoyó plenamente, en la calle y en su programa, todas y cada una de las reivindicaciones de nuestro movimiento.