Apr 25, 2024 Last Updated 7:37 PM, Apr 24, 2024

Izquierda Socialista

La humanidad enfrenta condiciones cada vez más difíciles debido a la desigualdad social, la pobreza, el hambre, el desempleo, las guerras y la destrucción ambiental. El sistema capitalista-imperialista, basado en una oligarquía ultra millonaria dueña de multinacionales y bancos, explota sin piedad a los pueblos. Los pueblos de todo el mundo han salido a luchar, desde rebeliones populares en Sri Lanka hasta movilizaciones en apoyo al pueblo palestino. Para avanzar, se requieren cambios profundos, como gobiernos de trabajadores con democracia obrera encaminados hacia el socialismo. La revista presentada por la UIT-CI contribuye a esta causa.

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Escribe Mercedes Petit, dirigenta de Izquierda Socialista/FIT Unidad (1)

En la actualidad en muchos países hay, más grandes o más chicos, partidos y grupos trotskistas. Incluso dirigentes e intelectuales como el ruso Boris Kagarlitski, perseguido por Putin, o el francés Eric Toussaint, luchador contra el pago de las deudas externas, reivindican a León Trotsky. Sin embargo, no existe una Cuarta Internacional. Es una tarea pendiente.

La Cuarta fue fundada en 1938 por León Trotsky, en condiciones de extrema debilidad ante el poderío del aparato burocrático, reformista y represivo que, con Stalin, dominaba en la ex URSS y la Tercera Internacional. En octubre de 1917 Trotsky encabezó junto con Lenin, el triunfo revolucionario y socialista del Partido Bolchevique y los soviets en Rusia. Desde 1924, luego de la muerte de Lenin, Trotsky continuó la lucha de ambos contra el ascenso de la burocracia. Pero ganó Stalin, quien persiguió a toda oposición y en particular a Trotsky, hasta que logró su asesinato en México en 1940. Sin su conducción, la debilidad, divergencias y crisis en la Cuarta Internacional fueron creciendo.

Nahuel Moreno llamaba “movimiento trotskista” a este amplio espectro de organizaciones y dirigentes que desde 1951 iniciaron la división y dispersión, que llevan ya casi ochenta años. Dentro de él, Moreno construyó una corriente que fue adquiriendo una marcada personalidad propia, en lo político-programático, metodológico, organizativo e incluso moral (2), y que después de su muerte en 1987 ha tenido continuidad.

El “morenismo”

¿Cómo sintetizar en trazos gruesos al trotskismo morenista? Podríamos comenzar diciendo que nuestro fundador y maestro tuvo el gran mérito y la constancia de combatir (aun con errores y limitaciones que él mismo señalaba) a los dos grandes males que hasta ahora han impedido la construcción y fortalecimiento de la Cuarta Internacional: el oportunismo y el sectarismo. Con ese marco político Moreno fue impulsando la ligazón con el movimiento obrero y de masas y el internacionalismo que lo distinguían, para construir los partidos revolucionarios.

El dirigente belga Ernest Mandel fue el más importante y conocido trotskista que cayó en el oportunismo. Refiriéndose a él y otros parecidos, Moreno decía: “juran por el Programa de Transición y hacen lo contrario”. Luego de la segunda guerra mundial, con el objetivo correcto de ligar a la Cuarta Internacional al movimiento obrero y de masas, los oportunistas cayeron en el error (para no decir crimen) de embellecer a las direcciones mayoritarias de entonces. Atribuyeron virtudes revolucionarias a los partidos comunistas burocráticos y stalinistas, que dominaban la ex URSS y el este europeo, al mariscal Tito en Yugoeslavia, y luego en China a Mao y a Castro en Cuba. También a los movimientos nacionalistas burgueses en auge por entonces. Como el FLN en Argelia con Ben Bella, el MNR de Paz Estenssoro en Bolivia (donde los seguidores de Mandel traicionaron una revolución obrera en 1952), e incluso al peronismo argentino. Así, abandonaban la tarea imprescindible de construir los partidos revolucionarios en cada país. (3) Con esa orientación política la Cuarta Internacional quedó sentenciada a muerte.

En un sentido opuesto, pero con muchos puntos comunes con el oportunismo, otros cayeron en el sectarismo, es decir, en no reconocer grandes logros de las luchas y revoluciones aun cuando estuvieran encabezadas por direcciones traidoras. Se instaló en este sector el rechazo a la unidad de acción y la participación en las luchas de masas, cayendo en el divisionismo y la autoproclamación. Uno de los primeros y mayores errores fue ignorar el colosal triunfo democrático que significó en 1945 la derrota del nazismo y el fascismo, que habían dado lugar a la segunda guerra mundial. En Inglaterra un importante dirigente, Tony Cliff, redefinió a la URSS como un “capitalismo de estado”, rechazando aquel primer logro de la expropiación de la burguesía de la revolución socialista de 1917. En el caso de Cuba, con su enfoque erróneo los sectarios no reivindicaron el triunfo de la revolución socialista logrado a partir de la expropiación de la burguesía desde 1960/61. Este avance se produjo, como lo definió Moreno, a pesar del carácter inicial del castrismo como movimiento democrático popular, alentado por sectores burgueses anti Batista y del propio imperialismo yanqui. Moreno reivindicó el carácter socialista de Cuba y su defensa incondicional, sin renunciar nunca a la crítica a la dirección del Partido Comunista cubano, a Fidel Castro y al castrismo. De igual modo sus críticas al foco guerrillero alentado por el Che Guevara no le impidieron reconocerlo como un revolucionario enorme más allá de sus errores. (4)

Seguimos su lucha

Desde 1987, la dirección sin Moreno cayó en errores y desviaciones que dieron lugar al estallido de su corriente. Quienes desde hace años impulsamos la UIT-CI y sus secciones en distintos países reivindicamos plenamente sus enseñanzas, así como asumimos la autocrítica por los errores cometidos. (5)

En nuestra política y nuestra intervención cotidiana, sea en las luchas obreras, de las mujeres y disidencias, de les jóvenes o ambientales, las campañas electorales, y los distintos enfrentamientos que ellas implican contra las direcciones políticas y sindicales enemigas, buscamos evitar tanto el sectarismo como el oportunismo. Las luchas se fortalecen con la unidad de acción de las distintas fuerzas, y así la impulsamos, contra todo divisionismo y autoproclamación. Y al mismo tiempo, planteamos nuestro programa, política y métodos, para disputar la conducción de esas luchas y construir nuestros partidos y la UIT-CI, y avanzar en el mandato de Trotsky y Moreno: superar la crisis de dirección con la reconstrucción de una Cuarta Internacional que encabece la revolución socialista triunfante en cada país y todo el mundo.


Notas
1.Ver notas en El Socialista Nº 579 y Nº 580
2.Desgraciadamente, en las filas del trotskismo se infiltró tempranamente el método del estalinismo de lanzar calumnias morales para destruir a un adversario político e impedir el debate. Moreno lo combatió sistemáticamente.
3.Ver, entre muchos otros textos, El partido y la revolución (Polémica con Ernest Mandel), El Socialista, Bs. As., 2013, y también en nahuelmoreno.org 
4. Ver “Dos métodos frente a la revolución latinoamericana” (1964), en nahuelmoreno.org y en Polémica con el Che Guevara, Cehus, Bs. As., 2017. En particular también “Guevara, héroe y mártir de la revolución permanente” (1967), ídem.
5. Ver el texto de 1997 “Balance del MAS (1987-92)” en nahuelmoreno.org, “otros autores”.

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De muestra bastan dos botones

Un ejemplo central de su trayectoria y enseñanzas fue la tenaz pelea de Moreno por construir partido (el primero fue el GOM en 1944) con una política independiente y de clase en el seno de los trabajadores argentinos, que se volcaron masivamente por entonces al apoyo al movimiento burgués peronista. El trotskismo morenista se fue forjando con su participación unitaria en las luchas obreras y populares, pero sin cederle a la falsa ilusión de confiar en patrones y en dirigentes traidores, sino combatiéndola siempre y reivindicando la independencia de clase en todos los terrenos.

Como segundo ejemplo, se puede recordar la experiencia de participar en la lucha armada contra la dictadura en Nicaragua en 1979 con la Brigada Simón Bolívar. (1) Desde 1978/79 comenzaron a masificarse la movilización anti Somoza y también el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, que había sido un pequeño foco guerrillero desde más de una década atrás). Moreno, sin renunciar por eso a sus diferencias y críticas a la conducción reformista y de conciliación de clases del FSLN y al guerrillerismo, impulsó desde su exilio en Bogotá la Brigada Simón Bolívar. En ella participaron dirigentes y militantes “morenistas” y luchadores que se sumaron. La brigada participó en las batallas del frente sur, donde dieron la vida tres de sus miembros y encabezó la toma del puerto de Bluefields sobre la costa atlántica. Desgraciadamente, previo a la victoria de la lucha antisomocista el movimiento trotskista en general había ignorado aquel proceso. Y luego de julio de 1979 mayoritariamente se extendió, encabezado por Ernest Mandel, la completa capitulación al sandinismo, que de la mano de Fidel Castro formó un gobierno de unidad con la burguesía. Así, en la política y en la acción, entendía Moreno la necesaria unidad de acción en los distintos procesos, acompañada por la pelea permanente por combatir a las conducciones reformistas y traidoras de todo tipo, enfrentándolas día a día para construir los partidos trotskistas y avanzar así en la pelea imprescindible por superar la crisis de dirección de la clase obrera y las masas populares.

1. Ver “Perspectivas y política después del triunfo revolucionario en Nicaragua” (1979) en nahuelmoreno.org, publicado también en La brigada Simón Bolívar, El Socialista, Bs. As., 2009.

Escribe Federico Novo Foti

El 25 de abril de 1974 se produjo la gran revolución encabezada por el llamado Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) formado por jóvenes oficiales, con amplio apoyo de los suboficiales y soldados, popular y obrero, conocida como la “revolución de los claveles”.
 
La revolución derrocó una dictadura fascista que había gobernado Portugal durante cuarenta y ocho años, instalada por el golpe militar de 28 de mayo de 1928, encabezado desde 1932 por Antonio de Oliveira Salazar, quien permaneció en el poder hasta 1968, hasta que fue reemplazado por Marcelo Caetano, como continuador del régimen dictatorial.

La chispa que encendió el fuego de la revolución provino de la crisis en las propias filas de las fuerzas armadas. Sectores de la oficialidad y las tropas portuguesas sufrían el desgaste de la ocupación colonial en África. La resistencia de los pueblos oprimidos había dado lugar a una guerra colonial que ya se prolongaba por más de una década en Mozambique, Guinea-Bissau, Angola y Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe y que no tenía solución militar.

La rebelión de las tropas en Lisboa el 25 de abril hizo que entrasen en escena las masas populares, saludando la caída de la dictadura. Ese mismo día, las y los trabajadores, la juventud y los sectores populares antidictatoriales se volcaron a los cuarteles a saludar a los militares rebeldes y a entregarles claveles, ignorando los avisos para quedarse en casa.

Se inició una revolución obrera y socialista

Así la “revolución de los claveles” se transformó en una revolución anticapitalista, obrera y socialista. Se dio inicio a un proceso revolucionario de movilización y organización que fue contra todas las viejas instituciones represoras y contra la misma burguesía portuguesa.

Los comités de fábrica se multiplicaron y también en la base de las fuerzas armadas surgieron comités. La revolución colonial en África, que fue parte del proceso, siguió desarrollándose, y la mayoría de las colonias africanas se independizaron del yugo imperialista.

El 1° de Mayo en Lisboa se hizo una gran movilización de cerca de un millón de personas gritando “muerte al fascismo” y “muerte a los PIDES”, que era la policía política del régimen. El MFA y los partidos obreros reformistas, el Partido Comunista de Portugal (PCP) y el Partido Socialista (PS), se incorporaron a un gobierno burgués de “unidad nacional” encabezado por el general Antonio de Spínola y con la participación de partidos de derecha democrática. En el MFA coexistían los spinolistas con sectores más radicalizados de la oficialidad joven. El MFA representaba a la pequeña burguesía radicalizada y tenía un programa democrático que no rompía con el capitalismo. Mientras, en los cuarteles los soldados y suboficiales se rebelaron frente a sus superiores. La clase trabajadora reclamaba por sus derechos con huelgas y tomas de empresas. La revolución estaba en curso.

 



Las masas derrotan un golpe contrarrevolucionario

En septiembre de 1974, Spínola cayó por la resistencia de las masas y fue reemplazado por otro general, Costa Gomes, que intentó aplacar a los sectores más de izquierda del MFA.

El 11 de marzo de 1975, Spínola intentó un golpe contrarrevolucionario, que fracasó por la movilización obrera y popular.  La derrota del golpe abrió una nueva etapa de la revolución. El proceso se radicaliza. Se logró, por ejemplo, la expropiación y nacionalización de los bancos y de una parte de los grandes grupos empresarios.

Miles de burgueses huyen del país, crecen las ocupaciones de fábricas, casas, tierras y se profundiza la crisis del ejército. Y se generalizan los comités de empresa, de inquilinos y de soldados. Lo que mostraba claramente ​​el carácter obrero y socialista de la revolución. El gran déficit era la ausencia de una dirección socialista revolucionaria. Los trotskistas, entre ellos partidarios de Nahuel Moreno, actuaban en el proceso, pero eran aún una minoría.

El poder dual y la falta de una dirección revolucionaria

Se ratificó un gobierno directo del MFA-PCP-PS como un gobierno de conciliación de clase de doble discurso. El MFA, por ejemplo, proclamó el inicio de “la primera etapa hacia el socialismo”,
“Durante toda esta etapa de unidad del bloque pequeño burgués MFA-PCP-PS, el programa e ideología común fue el democrático-burgués. El objetivo era lograr un sistema parlamentario, comenzando por la Asamblea Constituyente, que canalizara el ascenso revolucionario hacia el callejón sin salida de la democracia burguesa”, alertaba Nahuel Moreno en su texto de 1975, “Revolución y contrarrevolución en Portugal” (ver texto página 45 en nahuelmoreno.org)

En dicho texto Moreno hacía una analogía con la revolución rusa de 1917 y señalaba el peligro de la falta de un partido revolucionario de tipo bolchevique que condujera a las masas al socialismo en la revolución portuguesa. Moreno y los trotskistas de su corriente planteaban el desarrollo de la movilización y del poder dual bajo la consigna de “Por un Congreso Nacional de las Comisiones obreras y de soldados que derrote al gobierno del MFA y tome el poder”.

El fin de la dictadura y la conquista de amplias libertades democráticas fueron enormes conquistas, que siguen siendo valoradas cincuenta años después. Pero el rol de las direcciones reformistas del PCP, encabezado por su dirigente histórico Alvaro Cunhal que fue parte de los gobiernos como ministro sin cartera hasta 1976, junto al MFA y el Partido Socialista de Mario Soares, impidieron que se avanzara al socialismo, cuando había condiciones.

Se impuso la sumisión a la Comunidad Económica Europea (CEE) y, posteriormente, a la Unión Europea. Conquistas de la revolución, como la nacionalización de los bancos, el control obrero sobre muchas empresas y los organismos de poder dual, fueron desmantelándose paulatinamente.

A cincuenta años de la “revolución de los claveles” el Movimiento Alternativa Socialista (MAS), sección portuguesa de la UIT-CI, retoma las banderas de abril de ´74, luchando contra los gobiernos patronales de hoy, por una nueva revolución que debe ser socialista y construyendo una alternativa política revolucionaria que la encabece hacia el triunfo.

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Habla un soldado trotskista

Reproducimos partes de un largo reportaje a un soldado trotskista, reproducido de la Revista de América, N° 4, órgano de la corriente morenista, de junio de 1975.

“Después del 11 de marzo los soldados realizaron una asamblea general. Echaron no sólo al comandante y segundo jefe, sino también a todos los oficiales spinolistas hasta el grado de sargento. También echaron a un cabo primero, aunque era primo del general. Galvao de Melo. Los camaradas comprendieron la necesidad de seguir adelante y tomar el cuartel. La asamblea general resolvió crear varios comités. […] Con la purga (dice más adelante) fue quebrada la jerarquía militar, ya que los jefes expulsados fueron reemplazados por oficiales subalternos”.

En Coímbra, “las bases habían echado a dos oficiales asignados al cuartel por el Conselho da Revolucao” […] “en la Marina, donde la conciencia política de la base es más elevada, existe un comité de marineros que discute las órdenes emanadas de los oficiales, pudiendo aceptarlas o rechazarlas”.

 

Milei explícito. El programa de La Libertad Avanza al desnudo. Eso es lo que vimos y escuchamos en estos días, mientras el pueblo trabajador sigue sintiendo en sus bolsillos el ajuste que pulveriza salarios y jubilaciones y decenas de miles empiezan a vivir el drama de los despidos.

Primero fue el diputado libertario Bertie Benegas Lynch, en un reportaje del domingo pasado con Romina Manguel en FM Milenium. Sus afirmaciones fueron terroríficas: “Yo no creo en la obligatoriedad de la educación. Es una responsabilidad de los padres. Vos a tu hijo le querés dar lo mejor. Y muchas veces puede pasar en la estancia, y sobre todo en Argentina, que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller junto al padre trabajando”. ¡Un ataque en toda la línea a la educación pública y un aval al trabajo infantil! Una afirmación repugnante. Sarmiento, los liberales de la generación del ´80, los que hicieron la ley 1.420, se revuelven en su tumba. En el mundo, desde mediados del siglo XIX, abundan leyes que prohíben el trabajo de niñas y niños, diciendo que su lugar es la escuela. Esa es la famosa “libertad” de los libertarios: la de ser explotado de sol y a sombra. El mundo ideal de Bertie Benegas Lynch es el de los que trabajaban dieciocho horas diarias, del trabajo lúgubre de los niños en las fábricas, de la inexistencia de descanso semanal, sin vacaciones, ni ningún derecho.

Pero esto fue sólo el aperitivo. El lunes 8 de abril el presidente Milei mantuvo una extensa entrevista con el periodista Alejandro Fantino en el canal de YouTube Neura. Arrancó diciendo, orgulloso, que lo que estaba haciendo es “el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad”.

Fantino le preguntó a Milei sobre las afirmaciones de Benegas Lynch. El presidente respondió que el diputado libertario hizo una “declaración desafortunada”, pero rápidamente aclaró que se refería a haber asistido a la entrevista con Romina Manguel, para comenzar ahí a desacreditarla e insultarla, en un clásico del presidente de La Libertad Avanza contra cualquier expresión de la libertad de prensa que lo contradiga. De hecho, en la propia entrevista, Milei atacó también a los periodistas Joaquín Morales Solá (diciendo “hay imbéciles que hablan de populismo de derecha”), Jorge Fernández Díaz (que había realizado una crítica al economista libertario adorado por Milei, Murray Rothbard) y a Jorge Fontevecchia de Perfil, diciéndole “ojalá que se funda”.

Volviendo al tema educativo, Ernesto Tenenbaum sacó a relucir que, ya en plena campaña electoral, el ultraderechista Javier Milei se pronunció explícitamente contra la educación obligatoria, con argumentos similares a los que la semana pasada usaba Bertie Benegas Lynch. De hecho, el 23 de abril del año pasado, el diario La Nación titulaba: “Milei se expresó en contra de la educación obligatoria”.

El gobierno de La Libertad Avanza deja librado “a la lógica del mercado”, léase a los grandes capitalistas, a los especuladores financieros y a los buitres de la deuda externa, absolutamente todo. Lo vemos en forma terrorífica con la epidemia del dengue, con un ministro de Salud cuyo máximo consejo es “no usar pantalón corto”, que no sólo no compra vacunas, sino que incluso se desentiende ante el desabastecimiento de repelentes diciendo que es algo que “debe resolver la oferta y la demanda”.

El ministro de Economía Caputo, por su parte, finge horrorizarse por los aumentos desaforados de las prepagas, pero fue el mismísimo gobierno quien liberó todo y dejó a los monopolios del sector, con Belocopitt (dueño de Swiss Medical Group) a la cabeza, que llevaran adelante esos abusos.

El gobierno ultraderechista de Milei deja todo “librado” al mercado, en la libertad de morirse de hambre, o contagiado de dengue, o sin poder acceder a un medicamento por no poder pagarlo. Pero la libertad se acaba, y ahí sí aparece “la intervención del estado” cuando se trata de impedir que suban los salarios. Así actúa la secretaría de Trabajo, negándose a homologar los convenios del gremio de Camioneros o de la UTA. La otra “aparición del Estado” es cuando se recurre a Patricia Bullrich y su protocolo represivo. Es que el ajuste “más grande del mundo”, solo puede pasar a palos.

En síntesis, nos encontramos ante un gobierno que lleva adelante un auténtico plan de guerra contra el pueblo trabajador, y que dice, explícitamente, que su objetivo es quitar todos sus derechos, los actuales y los históricos, hasta el máximo extremo inimaginable, liquidando la salud y la educación públicas.

Por eso, hoy es más urgente que nunca pelear para derrotar este plan. En todas y cada de las luchas cotidianas, como haremos el viernes 12 marchando contra los despidos y el ajuste en el sector público y con la coordinación de los sectores en conflicto convocando a un Encuentro en Plaza de Mayo (ver páginas centrales). Del mismo modo, que es fundamental un nuevo paro general y un plan de lucha de las centrales sindicales, la CGT y las CTA. Este es el camino, la pelea es ahora para derrotar el plan motosierra y licuadora del gobierno de Milei y el FMI.

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Escribe Adolfo Santos

Estamos en medio de una importante batalla. De un lado el gobierno ultraderechista de Milei y su plan motosierra apoyado por los grandes grupos económicos y el FMI, del otro, las y los trabajadores, jubiladas y jubilados y sectores populares, organizando luchas, paros y movilizaciones en defensa del salario, de derechos y contra los despidos y los recortes presupuestarios. Reclamamos a la CGT y a las CTA un nuevo paro general y un plan de lucha nacional para derrotar el brutal ajuste.

El gobierno no desacelera y continúa aplicando su plan motosierra al servicio del FMI. Licua salarios y jubilaciones, produce despidos a mansalva y recorta partidas presupuestarias para educación, salud, cultura o las destinadas a los sectores sociales más necesitados. Las consecuencias de estas políticas están a la vista: crece la pobreza, aumenta el desempleo por la brutal recesión y epidemias como el dengue se extienden sin solución generando mayores sufrimientos entre el pueblo trabajador y sectores populares.

Eso explica que en pocos meses el nuevo gobierno ultraderechista haya sido confrontado con paros, protestas y movilizaciones callejeras. Sectores de la salud, la educación, estatales, aeronáuticos, colectiveros, del movimiento obrero industrial, como metalúrgicos, han realizado paros contra las políticas del gobierno. Protestas que se extendieron mediante asambleas barriales como las de la cultura o las que organizan comunidades barriales tratando de impedir el avance del plan motosierra. En ese sentido, el paro nacional del 24 de enero demostró ser una importante herramienta unificadora, contribuyendo a la caída de la Ley Ómnibus.

Un nuevo paro general

En todo este tiempo, la clase trabajadora y sectores populares vienen demostrando que no están dispuestos a aceptar el brutal ajuste del gobierno y el FMI y quieren dar la pelea. El paro nacional convocado por la Ctera el 4 de abril, el paro con movilización de los estatales del día 5, la nueva marcha de los metalúrgicos desde Ternium (planta del grupo Techint/Rocca, ubicada en Ramallo) hasta la plaza Mitre de San Nicolás, la masiva asamblea realizada por los ferroviarios del Sarmiento en contra de la privatización de los trenes y los despidos, entre otras manifestaciones, colocan a la orden del día la convocatoria inmediata de un nuevo paro general y un plan de lucha nacional.

Un importante sector de sindicatos, cuerpos de delegados combativos, movimientos piqueteros combativos, asambleas barriales, sectores de la cultura, en defensa del ambiente, de la mujer, estudiantiles, de derechos humanos, de jubilados y organizaciones políticas de izquierda, reunidos el 3 de abril en la sede del Sutna adoptaron importantes resoluciones. Se manifestaron por un nuevo paro general y, consecuente con eso, propusieron impulsar una movilización contra los despidos para el 12 de abril. Deliberaron “convocar […] a las y los luchadores de todos los ámbitos, […] el 1° de Mayo en Plaza de Mayo para apoyar e impulsar las luchas, coordinar acciones, y tomar iniciativas para derrotar el plan de ajuste [...] del gobierno de Milei”. Y decidieron movilizarse al Congreso cuando se trate la nueva Ley Ómnibus presentada por el gobierno en negociación con la oposición patronal que, entre otros ataques, propone una reforma laboral para retirar derechos.

Los gremios docentes y no docentes de universidades nacionales, ATE Conicet y FUA, convocaron para el 23 de abril a una gran marcha federal en defensa de la universidad estatal, pública, laica y gratuita y del presupuesto para salarios y becas estudiantiles contra la motosierra de Milei.

No hay tiempo que perder. No se puede permitir que las luchas por sectores queden aisladas y sufran desgaste, se impone la unificación de las protestas en curso en un nuevo paro general acompañado de un plan de lucha nacional que le de continuidad con actos, movilizaciones y manifestaciones regionales que le demuestren al gobierno, a las multinacionales y a la oposición patronal de todo tipo que no estamos dispuestos a aceptar el plan motosierra, la licuación de salarios y jubilaciones y al protocolo anti piquete de Bullrich que pretende impedir la protesta.

La CGT acaba de anunciar un nuevo paro general para el 9 de mayo ante un gobierno que sigue con su brutal ajuste, está anunciada una gran Marcha Federal Educativa para el 23 de abril de estudiantes, docentes y no docentes, y se viene el 1° de Mayo.

Vayamos, todas y todos, a marchar el 1° de Mayo y a parar masivamente el 9 de mayo. Paro que tiene que ser parte de un plan de lucha nacional. La CGT y las CTA deben a llamar desde ahora a asambleas en los lugares de trabajo y a plenarios de delegados para prepararlo, poniendo de pie al conjunto del movimiento obrero para derrotar el ajustazo y el protocolo represivo de Milei y el FMI

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