May 18, 2024 Last Updated 3:09 PM, May 18, 2024

Escribe Adolfo Santos

Que la inflación en nuestro país es altísima todo el mundo lo sabe. Esto es más grave cuando los aumentos de los medicamentos han sido siderales en 2020, ¡en plena pandemia!

Un informe del Observatorio de Costos de la Salud, reproducido por Página/12 el 17 de febrero pasado, señala que los medicamentos de uso hospitalario aumentaron un promedio de 278%, superando ampliamente los índices de inflación. Productos como el propofol (de uso en pacientes graves con Covid-19) tuvieron aumentos anuales de 335 por ciento. Incluso, el acenocumarol -anticoagulante para evitar accidentes cerebrovasculares (ACV) en personas que padecen arritmias- incrementó su precio de venta al público 1.397 por ciento. Por su parte, los fármacos para el tratamiento de VIH, hepatitis, ITS y tuberculosis aumentaron 84% en promedio, aunque algunos llegaron a subir 1.300 por ciento. En este escenario, el gobierno “nacional y popular” permite tranquilamente que los laboratorios y grandes grupos farmacéuticos aumentan sin control y se lleven sus ganancias “en pala”.

Escribe José Castillo

La muerte de Carlos Saúl Menem, ex presidente de la Nación desde 1989 a 1999, y actual senador oficialista, dio lugar a innumerables interpretaciones históricas. El presidente Alberto Fernández tuiteó: “Menem fue un hombre elegido en democracia y encarcelado por la dictadura”. ¿Qué es lo que centralmente define a Menem, su época y qué elementos aún continúan? Eso es lo que queremos discutir, ya que los elogios al ex presidente por parte de todo el arco político patronal (peronistas, radicales, PRO) pueden llevar confusión a las nuevas generaciones que no vivieron los años menemistas.

Menem llegó al gobierno como el candidato peronista que prometía “salariazo y revolución productiva” frente al desastre del ajuste y la hiperinflación alfonsinista. Pero cuando asumió, el caudillo riojano hizo todo lo contrario. “Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”, llegó a afirmar cínicamente.

Así, le entregó el Ministerio de Economía al grupo monopólico Bunge y Born, convocó a figuras emblemáticas del gorilismo como Alvaro Alsogaray y su hija María Julia, y anunció la privatización de todas las empresas públicas del país. Un poco más adelante, el encargado del Ministerio de Economía fue Domingo Cavallo que, por varios años, con su plan de convertibilidad llevó adelante el programa privatizador y agravó aún más el saqueo de la deuda externa. 

En tiempo récord, y con la complicidad de la burocracia sindical, se remataron el conjunto de las empresas del Estado a precio de regalo. Todo pasó a manos de empresas transnacionales que aumentaron y dolarizaron las tarifas, mientras brindaban servicios paupérrimos a la población. Centenares de miles de trabajadores de esas empresas quedaron en la calle. Ciudades y pueblos casi desaparecieron, con el cierre de  ramales ferroviarios o de actividades de YPF. Menem privatizó hasta las jubilaciones, creando el gigantesco negocio de las AFJP a la medida de los bancos, mientras sometía al hambre más absoluto a los jubilados.

Para las patronales era una fiesta: la desocupación crecía, el gobierno habilitaba cada día más medidas flexibilizadoras (se inventaron las “pasantías”, se legalizó el pago de parte de los sueldos con tickets). Millones perdieron sus trabajos en blanco y nunca volvieron a tener uno. Para los jóvenes conseguir un primer empleo era una quimera, significaba leer todos los avisos en los diarios para después encontrarse con filas de varias cuadras de postulantes. Obviamente, “el que quedaba contratado” lo hacía con un salario de hambre y ultra flexibilizado. 

Mientras tanto, con la inauguración del primer canje de deuda externa, esta creció al doble. El gobierno argentino condecoró a Nicholas Brady, el secretario de Estado yanqui que creó la estafa de los bonos de deuda. Menem, incluso, fue invitado estrella en la reunión del FMI de 1998, donde se lo presentó como “el mejor alumno del Fondo”.

Y además…

Menem se ufanó de transformarse en felpudo del imperialismo yanqui. Se decía que teníamos “relaciones carnales con los Estados Unidos”. En ese marco, el menemismo llegó a enviar tropas al Golfo Pérsico para apoyar la invasión yanqui a Irak en 1991.

Fue también Menem quién indultó a los militares genocidas de la dictadura militar, lo que generó multitudinarias manifestaciones de protesta.

El menemismo traspasó la educación pública de la Nación a las provincias donde, desfinanciamiento y Ley Federal de Educación mediante, las escuelas y los docentes sufrieron uno de los más feroces ajustes de la historia.

La corrupción, al igual que en otros gobiernos, anteriores y posteriores, fue una marca registrada de la época. Por nombrar un solo caso, el ex presidente terminó imputado por tráfico ilegal de armas a Ecuador y su política criminal para taparlo fue la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero, que dejó decenas de muertos. Pero la inmunidad parlamentaria lograda como senador en las listas del kirchnerismo le permitió vivir en la impunidad hasta sus últimos días.

Menem pudo llevar adelante todo esto porque tuvo el apoyo de su partido, el peronista, y de la mayoría de la burocracia sindical. Pero además logró imponer su reelección a través del acuerdo con el radicalismo, ya que firmó el  llamado “Pacto de Olivos” con su líder Raúl Alfonsín.

Menemismo y peronismo

El menemismo y su gobierno fueron la expresión más clara de que aquel primer gobierno peronista de 1945-55, recordado por los trabajadores,ya no existía más. En realidad, la transformación del peronismo ya había tenido capítulos anteriores, como había sucedido con Isabel, López Rega y el Rodrigazo en los años ´70. Pero en la década menemista se profundizaron la dependencia, el ajuste, los pagos de la deuda y la entrega al imperialismo.

Lamentablemente, todo esto no se revirtió durante los años kirchneristas y tampoco ahora, con el gobierno del Frente de Todos. Más allá del doble discurso, el kirchnerismo mantuvo en sus rasgos centrales lo central de la herencia menemista. Siguieron las privatizadas, el endeudamiento externo, la desocupación, los bajos salarios, la tercerización, los puestos en negro. 

Menem fue el presidente peronista de los 90,como luego lo serían los Kirchner y ahora Alberto Fernández. La expresión de un movimiento que ya no tiene nada que ver con aquel de la década del ´40 del siglo pasado.

Hoy, para retomar el camino de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, el camino no es el peronismo. La única alternativa es dejar de pagar la deuda y romper con el FMI, reestatizar las privatizadas y nacionalizar la banca y el comercio exterior, como lo plantea el Frente de Izquierda Unidad, peleando por las transformaciones de fondo que se necesitan y luchando por un gobierno de los trabajadores.

Escribe Guido Poletti

El Argentinazo de 2001 fue la expresión más masiva del repudio a las políticas de la década menemista, continuadas y llevadas al desastre por el gobierno de la Alianza, con De la Rúa, que lo sucedió.

Ahí ya apareció un “relato” que decía que el menemismo no había sido peronismo, sino “neoliberalismo”.

Todo esto no se sostiene. El menemismo fue la continuidad y profundización del derrotero de un peronismo que ya hacía décadas que no tenía nada que ver con aquel movimiento de 1945. Y que, tanto con Menem como con los presidentes peronistas posteriores (Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner y ahora Alberto Fernández) siguieron garantizando el saqueo de nuestros recursos con las privatizadas y la estafa de la deuda externa mientras el pueblo trabajador se hunde en la pobreza.

Pero además el kirchnerismo inventó otra mentira histórica, la de que ellos se habían opuesto al “neoliberalismo menemista”. Nada más alejado de la realidad. Hay innumerables registros, tanto de Néstor Kirchner cuando era gobernador de Santa Cruz como de la entonces senadora Cristina Fernández elogiando a Menem y sus políticas y, en particular, a Domingo Cavallo y la convertibilidad.

Durante la privatización de YPF fue Néstor Kirchner quien puso a disposición del gobierno nacional el avión de la gobernación de Santa Cruz para recolectar los parlamentarios que hacían falta y así poder aprobar la ley. El miembro informante por el oficialismo menemista en la Cámara de Diputados cuando se aprobó la privatización fue el hoy ultrakirchnerista Oscar Parrilli.

En la convención constituyente de 1994 que habilitó la reelección de Menem, la entonces constituyente por Santa Cruz Cristina Fernández jugó un papel destacadísimo en la bancada menemista. Ahí se aprobó, entre otras cosas, la provincialización de los recursos del subsuelo, que, por el posterior Código de Minería, habilitaría la entrada de las multinacionales del sector, dando lugar  a lo que luego fue una de las políticas centrales del kirchnerismo, la megaminería contaminante.

Néstor y Cristina solo comenzaron a despegarse, muy parcialmente, del gobierno de Menem, cuando en los últimos dos años de su gobierno, el duhaldismo se opuso a la rerreelección, sumándose así al sector peronista de quien sería el candidato en las elecciones de 1999. Pero, al igual que el conjunto del peronismo, los Kirchner fueron plenamente solidarios y parte de la década menemista. Cualquier otra interpretación puede ser fácilmente contrastada por la historia. 

El mundo sigue convulsionado. Lo mismo pasa en Argentina. Los gobiernos de turno siguen convocando a “convivir con el virus” y a volver a la “normalidad”, mientras crece lo que se han denominado las dos pandemias (la del coronavirus y la del hambre y la miseria global), impactando negativamente sobre millones. Crecen los contagios y las muertes, por un lado, y la pobreza, la desocupación y la desigualdad social, por el otro. Lo que pasa con la vacuna es la muestra de un capitalismo en su fase más descarada al servicio de las ganancias de farmacéuticas y laboratorios. Los gobiernos las subsidiaron millonariamente, se logró producir la vacuna, pero ahora la vacuna no aparece. La culpa es de las multinacionales que especulan con la complicidad de los gobiernos que firmaron con ellas acuerdos secretos y de confidencialidad y se amparan en las patentes, lo que está impidiendo salvar millones de vidas. Eso ha provocado una crisis enorme. Un medio de comunicación llegó a decir que la Unión Europea debería expropiar las patentes. El actor Michael Moore le exige a Biden estatizar Pfizer. Y 99 países de la Organización Mundial de Comercio, encabezados por India y Sudáfrica piden que se levanten las patentes mientras dure la pandemia, lo mismo que Médicos sin Fronteras y otras organizaciones y personalidades.

Por otra parte, millones se hunden en la miseria. Todo ocurre mientras un puñado de megamillonarios acrecientan sus fortunas personales y la de sus empresas. Estados Unidos y la Unión Europea disponen partidas billonarias para salvar a los de arriba (endeudándose a más no poder) al mismo tiempo que dan algunas migajas a los de abajo para evitar convulsiones sociales. La economía de América Latina se hundió un 7% en 2020. La de Argentina un 10%. Ahora anuncian un “crecimiento” de un 4,5% en nuestro país en 2021, por lo que quedaríamos igual un 5,5% abajo.

El gobierno de Alberto Fernández sigue con su doble discurso, diciendo que mientras el mundo está en crisis, Argentina se está recuperando y se va a salvar de la mano del Fondo Monetario. Es lo que dijo en la cumbre de Davos. Habló de que se está saliendo adelante mediante un acuerdo entre gobierno, empresarios y dirigentes sindicales. Pero de la mano de las patronales y la burocracia sindical (el denominado Consejo Económico y Social) lo que se apresta a hacer bajo el eslogan de “alinear salarios, tarifas e inflación”, es dar otro saque al bolsillo popular. La paritaria modelo firmada con los bancarios del 29% oficiará como techo salarial en un año donde la inflación rondará el 45 o 50%. La inflación de diciembre del 4% fue la más alta del año pasado y se prevé un aumento similar en enero, que se conocerá en estos días. Alberto Fernández hace campaña diciendo que los empresarios no deberían aumentar los precios, pero es el propio gobierno el que también los fogonea, autorizando los aumentos de las naftas con YPF, las prepagas, las subas de los Precios Cuidados y dejando las manos libres para que los precios sigan por el ascensor cuando los salarios y jubilaciones van por la escalera. En varias provincias de la mano de los gobernadores la electricidad subirá hasta un 37%. El proyecto de ley para que no paguen Ganancias el 63% de los trabajadores que lo vienen sufriendo es un alivio para 1,2 millones, medida que se toma en medio de un año electoral, y que se financiará con la misma plata que sacó del IFE o de reponer rebajas de ese mismo impuesto a muchas empresas. No es una política para ponerle plata al bolsillo de la gente, sino que esa medida trata de encubrir que millones vienen perdiendo y lo van a seguir haciendo, como los jubilados con el robo de la movilidad jubilatoria, el 50% de trabajadores en negro y millones de trabajadores en blanco que seguirán perdiendo con la inflación.

Decir que Argentina se va a salvar de la mano del FMI es otra gran mentira. “Ella y yo tenemos una mirada parecida sobre lo que le pasa al mundo”, dijo Fernández, refiriéndose a la titular de ese organismo, Kristalina Georgieva, después de su último diálogo, como si el acuerdo que se está cocinando podría ser en beneficio del pueblo trabajador. No es así. Esta semana se pagaron otros 300 millones de dólares al FMI y el gobierno se apresta a firmar un nuevo acuerdo reconociendo 50.000 millones de dólares a un organismo usurero en beneficio de banqueros internacionales, en medio de la agudización de la pandemia. Fernández se la pasó hablando de la vacuna con Macrón y Putín a la vez que les pidió apoyo para llegar a un acuerdo.

El gobierno y Juntos por el Cambio están enfocados en las elecciones de este año. Les preocupan los votos. Debaten si se postergan o no las PASO, según su conveniencia, alejados de las necesidades populares. Sus tironeos mediáticos terminan al compás de acordar políticas comunes, como hizo el ministro Trotta sacándose la foto con su par Acuña de CABA, coincidiendo en llamar a la presencialidad en las escuelas cuando las aulas no están preparadas, a riesgo de aumentar los contagios de alumnos, docentes y padres. Mientras tanto la vacuna no aparece. Solo se ha vacunado el 1% de la población. Y vivimos el escándalo de que todavía ni siquiera lo ha podido hacer todo el personal de la Salud (ni qué hablar de personas en riesgo, trabajadores esenciales o docentes), pero sí lo lograron políticos patronales, gobernadores y funcionarios y hasta se había invitado a vacunarse a Moria Casán y otros artistas. 

Ante todo esto el pueblo trabajador da pelea. Los profesionales de la Cicop de la Provincia de Buenos Aires lograron el 44% en la paritaria, un ejemplo de lo que puede hacer el sindicalismo combativo y democrático. También, aunque en otro terreno, que haya caído la sesión de la legislatura de Chubut que tenía previsto aprobar la ley de megaminería impulsada por Arcioni con el aval del gobierno nacional, es un aliciente para todos los que reclaman. Muestra que también se puede frenar el saqueo de las multinacionales y los gobiernos y se pueden dar pasos si se da pelea.

Llamamos a reclamar un aumento inmediato de salario y de jubilaciones. La referencia son los 82.000 pesos de la canasta familiar, como sostiene la junta interna de ATE Indec. Diciendo no al techo salarial y denunciando y exigiendo a la burocracia de la CGT y CTA que deje de pactar con el gobierno y las patronales y llame a un plan de lucha nacional, empezando por darle todo el apoyo a los docentes para exigir aulas seguras.

Contra la pandemia del coronavirus, llamamos a impulsar la campaña nacional e internacional en unidad con otras organizaciones y personalidades exigiendo que el gobierno nacional desconozca unilateralmente las patentes e inicie un plan de producción de la vacuna con todos los recursos necesarios. En ese sentido se está haciendo firmar un pronunciamiento y hemos presentado un proyecto de ley con nuestro diputado Juan Carlos Giordano (ver notas siguientes).

Y señalamos que Argentina debe dejar de pagar la deuda y no firmar ningún pacto con el FMI, destinando esa plata a reactivar la economía, a un plan de viviendas populares para dar trabajo genuino, entre otras medidas de fondo que levantamos desde la izquierda. Nunca quedó tan claro que el capitalismo no es salida para el pueblo trabajador y que los distintos gobiernos descargan las consecuencias de las pandemias sobre los que menos tienen. Pelear por una salida de fondo para frenarlo y revertirlo es la tarea de la hora.  

 

 

 

Escribe Adolfo Santos

Ante el flagelo de la pandemia causada por el coronavirus generando más de dos millones de muertos en todo el mundo y visto la escandalosa situación de que a pesar de que se descubrieron varias vacunas las mismas no se están produciendo masivamente atento a la sed de ganancias de laboratorios y farmacéuticas, desde nuestro partido Izquierda Socialista estamos impulsando una campaña nacional y mundial de recolección de pronunciamientos lanzada por la UIT-CI (Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional), exigiendo que no rijan las patentes médicas para las vacunas y medicamentos para el Covid-19, reclamando a los gobiernos que la desconozcan unilateralmente y se coordine un plan de producción y distribución masiva de vacunas gratis para todos los países del mundo.

La gravedad de la situación exige medidas drásticas y urgentes para revertir esta situación. No es lo que vienen haciendo los gobiernos capitalistas que firmaron acuerdos confidenciales con las multinacionales y las protegen a través de las patentes, impidiendo la producción a gran escala de la vacuna.

Nos sumamos con esta campaña para potenciar las diversas voces que se levantan en el mundo exigiendo el fin o la suspensión de las patentes para que las vacunas sean producidas en gran escala por los gobiernos de los diferentes países y puestas de inmediato, de forma gratuita, al servicio de la población mundial. Llamamos a la más amplia unidad para impulsarla, denunciando a las grandes multinacionales farmacéuticas y laboratorios que hacen negocios con la necesidad acuciante de millones.

Esa situación está generando un importante movimiento de protesta. Ya son millones los que hacen parte de esta campaña si contamos acciones como las de Médicos Sin Fronteras que ha lanzado un petitorio bajo el título “No a las patentes. La salud no es un negocio”, acompañado por Amnesty, Oxfam y otras organizaciones. Recientemente se pronunció Jayati Ghosh, economista especializada en desarrollo de nacionalidad india y catedrática de la prestigiosa Universidad de Amherst en Massachusetts diciendo “Hay que suspender las patentes farmacéuticas”. O la petición presentada por parte de los gobiernos de India y Sudáfrica apoyados por otros 99 países ante la Organización Mundial de Comercio proponiendo la suspensión de las patentes para el tratamiento del Covid-19.

Desde Izquierda Socialista en el FIT Unidad y la UIT-CI decimos que no hay más tiempo que perder. Llamamos a obtener miles de pronunciamientos de profesionales y trabajadores de la salud, científicos, académicos, personalidades, legisladores, actrices y actores, activistas del movimiento de mujeres, organismos de derechos humanos, dirigentes sindicales, estudiantiles, sociales y políticos y de todo aquel que se quiera sumar a esta campaña unitaria en Argentina y en el mundo exigiendo la abolición o suspensión de las patentes hasta lograr la inmunidad colectiva mundial. Ya son cientos de firmas de distintas personalidades que han firmado y están haciendo circular el petitorio y el pronunciamiento (ver en esta página). Campaña que debe ir unida o ser el puntapié inicial para fortalecer o impulsar protestas y movilizaciones a tal fin, en pos de que se fortalezca un gran movimiento unitario en el país, con sindicatos como Cicop, internas y cuerpos de delegados, el Frente de Izquierda Unidad, etcétera, y que se puedan lograr también formas de coordinación internacional, entre otras iniciativas.

¡Sumate activamente a la campaña por la exención de patentes de las vacunas contra el Covid-19!

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