May 01, 2024 Last Updated 11:15 PM, Apr 30, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Mercedes Trimarchi Dirigente de Isadora y legisladora electa Izquierda Socialista/FIT

Desde la agrupación Isadora, somos parte del enorme movimiento de mujeres que en la Argentina y el mundo está revolucionando todo. Este año venimos de dos vigilias en las que millones nos movilizamos por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Con la movilización denunciamos que la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) no se cumple y seguimos peleando para que sea laica, científica y con perspectiva de género. Y en estos meses estamos impulsando con fuerza la separación efectiva de la Iglesia del Estado.

Todo esto que fuimos logrando con la marea verde es parte de la cuarta ola internacional de lucha de las mujeres que desde 2015 recorre el mundo y no se detiene. Una oleada que como nunca antes le dice basta a las violencias de género y se organiza para combatirlas. Una oleada que se enfrenta a los gobiernos capitalistas que aplican feroces planes de ajuste, que golpean al conjunto de la clase trabajadora y especialmente a las mujeres. Incluso, pretenden arrebatarnos derechos ya conquistados con la movilización hace décadas, como sucede con el derecho al aborto en Polonia y el Estado Español.

La lucha de las mujeres no tiene fronteras porque peleamos contra el capitalismo patriarcal. Un sistema que está en decadencia y que nada tiene para ofrecerle a la humanidad, pero que sin embargo se sostiene por sus gobernantes. Un sistema que condena cada día a más personas a la marginalidad. Según el informe de la ONG Oxfam, las ocho personas más ricas del planeta (todos varones) poseen la misma riqueza que 3.600 millones de personas en el mundo (el 50% de la población mundial).

Por eso, desde Isadora luchamos contra la opresión que sufrimos las mujeres que se traduce en violencia física, psicológica, sexual, salarios más bajos que los varones, estar a cargo del trabajo reproductivo y acceder a los puestos menos calificados, y contra todos los gobiernos capitalistas responsables de esta situación. También, muchas de las compañeras que militamos en Isadora lo hacemos en Izquierda Socialista, dentro del Frente de Izquierda. Organizarnos en el partido nos permite seguir dando otras peleas junto con los demás sectores oprimidos y, fundamentalmente, con el conjunto de la clase trabajadora, para tirar abajo este sistema que se aprovecha de la opresión patriarcal para extraer más ganancias a costa de superexplotarnos.

Lo hacemos con un programa feminista y socialista, con propuestas concretas para resolver los problemas más acuciantes, con un plan económico alternativo que parte de no pagar la deuda externa. Te invitamos a que seas parte de Isadora y de Izquierda Socialista, que te acerques con tus inquietudes e iniciativas para dar juntas y con más fuerza esta pelea por construir un mundo sin ningún tipo de opresión ni explotación.

Costa Rica: Cinco semanas de huelga

Desde el 10 de septiembre se mantiene la huelga de trabajadores estatales, encabezada por el magisterio, contra el plan fiscal que rebajará salarios y jubilaciones y fija nuevos impuestos contra el pueblo. Hasta ahora ha impedido que el Parlamento aprobara el plan, mientras la Corte Suprema acaba de votar una sentencia que hace necesaria una mayoría de dos tercios para aprobarlo.


 Yemen: La peor hambruna en 100 años bajo ataque militar

Las Naciones Unidas advierten que 13 millones de personas en Yemen se enfrentan al hambre bajo los ataques aéreos y el bloqueo militar de la coalición internacional liderada por Arabia Saudita, con apoyo de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, que mata civiles y destruye infraestructura básica. La guerra civil de Yemen comenzó hace tres años cuando los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, derrocaron a la dictadura proyanqui y prosaudita. El ataque militar busca restaurar en el poder al dictador derrocado. ¡Fuera sauditas e imperialistas de Yemen! ¡Basta de bombardeos!

 


Afganistán: Elecciones caóticas

Después de 17 años de la invasión y ocupación militar de los yanquis y la OTAN, la mitad del país asiático sigue en manos de la resistencia de los talibanes. Las recientes elecciones, realizadas por el gobierno de la ocupación, fueron “caóticas” según medios occidentales. El gobierno afgano dice que votó el 45%. Observadores opinan que la participación fue mucho menor. La semana pasada un atentado de la resistencia mató al general Abdul Raziq, jefe del alto mando afgano y a otros ocho militares, salvándose el general Scott Miller, jefe de los yanquis, por tener puesto su chaleco antibalas.

Escribe Alejandro Antón

En concordancia con las movilizaciones en Brasil contra el candidato a presidente Jair Bolsonaro, el sábado pasado realizamos actos frente a la embajada de Brasil en Buenos Aires, en Córdoba y en Rosario. En Brasil el repudio se hizo sentir en San Pablo, Río de Janeiro, Mina Gerais, Fortaleza, Porto Alegre, Belo Horizonte, Brasilia y otras ciudades.

En el acto en Buenos Aires fueron oradores los dirigentes del Frente de Izquierda Juan Carlos Giordano por Izquierda Socialista, Myriam Bregman por el PTS, y Romina del Plá por el Partido Obrero. También hubo saludos del Nuevo MAS y de residentes brasileños en la Argentina.
Giordano, diputado nacional electo, señaló: “Repudiamos al ex capitán Bolsonaro por neofascista, derechista, racista, apoyado por militares y cultos evangélicos, que busca gobernar para los grandes capitalistas y los bancos, aplicando el ajuste del imperialismo y las multinacionales, privatizando y atacando aún más a la clase obrera. También saludamos que coincidamos en el FIT con el voto crítico al PT, sin que eso implique ningún apoyo a su política”.

Y continuó: “¿Por qué surgen estos personajes nefastos? Ante la tremenda crisis social y política en Brasil millones de sectores populares y trabajadores, desesperados y confundidos, votaron equivocadamente a un supuesto salvador. El caldo de cultivo hay que buscarlo en la decepción con los partidos tradicionales y sus gobiernos, en los planes de ajuste y corrupción y en especial, viendo los trece años del gobierno del PT. Por eso el FIT dice correctamente: ‘La política del PT -gobernar para las multinacionales, Odebrecht, los bancos, el agronegocio y los pagos puntuales de la deuda externa- le abrió las puertas al ascenso de la ultraderecha encarnada en Bolsonaro’”.

Giordano cerró categóricamente citando a los compañeros de la CST, sección brasilera de la UIT-CI: “Estamos convencidos de que solo la lucha de los trabajadores, las mujeres y la juventud es garantía. Llamamos a la más amplia unidad para derrotar en las calles y en las urnas a Bolsonaro y su política. Por una salida de fondo, opuesta a la del PT, de convivir con los capitalistas, que expropie a las multinacionales, deje de pagar la deuda, nacionalice la banca y conquiste un gobierno de los trabajadores y la izquierda”.

Escribe Miguel Lamas

Pese a las amenazas de Estados Unidos y varios gobiernos, unos 8.000 migrantes, la gran mayoría hondureños, con familias completas, incluyendo niños, bebés y mujeres embarazadas, sobrepasaron Guatemala y los límites mexicanos. Desbordaron a centenares de guardias fronterizos mexicanos que les tiraron gases, los apalearon y colocaron vallas metálicas, que fueron derribadas. La caravana avanza imparable hacia Estados Unidos. Trump amenaza con enviar tropas a la frontera.

La caravana comenzó con 2.000 personas de Honduras, autoconvocadas por Facebook, que se reunieron en la ciudad de San Pedro Sula para viajar juntos a Estados Unidos. En el camino se fueron uniendo otras. Un ejército desarmado, de pobres desesperados, dispuestos a todo para escapar del infierno.

Escapan de las condiciones de enorme violencia y pobreza, consecuencia del desastre social producido por más de un siglo de saqueo imperialista de los recursos naturales y de mano de obra barata de las transnacionales norteamericanas. Una situación sostenida con invasiones y golpes militares auspiciados por Estados Unidos. En el caso de Honduras, el actual gobierno de Juan Orlando Hernández (una dictadura corrupta impuesta por el imperialismo yanqui y europeo) viene sumergiendo al pueblo hondureño en la miseria más extrema. Como subproducto de ella, el país está arrasado por las “maras”, bandas de jóvenes delincuentes que secuestran para pedir rescate, asesinan por robar unas monedas, y violan.

“Solo queremos un trabajo. Es lo único que pedimos. Somos gente de bien, pero en nuestro país no hay oportunidades”, dice una mujer con tres hijos. Agrega que en Honduras “lo poco que uno gana está siempre en riesgo de ser arrebatado por las maras, si no es que te matan. A mí me asesinaron a un hermano” (www.bbc.com).
Dos partidos hermanos de la UIT-CI se pronunciaron sobre el drama de los migrantes hondureños. Propuesta Socialista de Panamá llamó a la solidaridad con los migrantes y afirmó: “Ser migrante es un derecho humano, y abogamos para que todos los gobiernos del área lo respeten y no sigan las pautas del representante del imperialismo Trump”.
Por su parte, el Movimiento al Socialismo de México (MAS) denunció al presidente Peña Nieto por enviar a la policía federal para reprimirlos sin garantizar en cambio su seguridad (ya se informó de violaciones a mujeres de la caravana). Además, por tenderles una trampa al ofrecerles acceso a México como “refugiados”, un impedimento legal para que continúen el viaje a los Estados Unidos. Muchos firmaron la solicitud. También denunciaron al presidente electo López Obrador por su falsa promesa de generar trabajo para los centroamericanos cuando acaba de pactar con Trump la profundización del modelo de ajuste.

En Guatemala y México organizaciones populares y de izquierda apoyan a la caravana con abrigos y alimentos. En Estados Unidos organizaciones de izquierda y de defensa de los derechos de los inmigrantes exigen “fronteras abiertas”, denunciando la política criminal del gobierno de Trump.
Las fronteras se cierran para los trabajadores, pero están abiertas de par en par para los capitalistas y los capitales producto del saqueo de riquezas y del trabajo obrero, que los capitalistas pueden trasladar cuando quieren, dejando deudas y miseria, como hoy en la Argentina.
Cerrar las fronteras no detiene la migración en Estados Unidos ni en Europa, sólo agrega sufrimiento a los migrantes y otro negocio siniestro: el tráfico de personas, que deben pagar miles de dólares para pasar las fronteras. Mientras tanto, centenares de miles de migrantes, sin derechos, amenazados siempre de expulsión, deben tomar los trabajos más duros e insalubres por pagos miserables. ¡Una semiesclavitud moderna! La persecución de los migrantes tiene el objetivo de dividir a la clase trabajadora para someterla, para hacerles creer a los trabajadores norteamericanos que su “enemigo” son los trabajadores migrantes y no los explotadores capitalistas.
Por eso, desde la UIT-CI exigimos plenos derechos sindicales y políticos para todos los migrantes, el fin de las deportaciones y la apertura de las fronteras. Llamamos a los sindicatos de trabajadores, a los estudiantes y a todas las organizaciones de derechos humanos y de izquierda a unirse en apoyo a estas justas demandas, comenzando por exigir que se permita la entrada a Estados Unidos de la caravana.

Escribe Mariana Morena

El 31 de octubre de 1978 el Congreso de Diputados y el Senado de España aprobaron una Constitución que le garantizó una falsa legitimidad democrática a un régimen monárquico que era continuidad del odiado franquismo. Parodiando al “generalísimo”, todo quedó “atado y bien atado” para preservar “el antiguo orden”. Sólo la enorme traición del PCE y el PSOE explica el retroceso de un movimiento obrero y popular en extraordinario ascenso por la República.

Entre la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 (en el poder desde el levantamiento fascista contra la República el 18 de julio de 1936, consolidado tras tres años de guerra civil) y el primer gobierno del PSOE en 1982, el Estado español vivió la denominada “transición a la democracia”. Fue el período donde se consolidó un nuevo régimen monárquico que debía salvaguardar el armazón de las instituciones tras cuarenta años de dictadura. Pese al rechazo que generaba la monarquía en el movimiento de masas -con ansias de libertad y democracia, y entusiasmadas por el triunfo de las revoluciones políticas en Portugal y Grecia-, la corona encabezada por Juan Carlos de Borbón, -designado por el mismo Franco-, los partidos institucionales, la Iglesia y la prensa intentaron hacer ver que se trataba de un proceso “modelo” de salida de la dictadura hacia la democracia, sin “ruptura”. Se pretendió incluso exportarla a Chile y Túnez.

Los pilares de la “transición”
Para legitimar el relato de las “bondades del nuevo régimen”, la transición se apoyó en tres pilares: una ley de amnistía, los pactos de la Moncloa (ver recuadro) y la Constitución. La ley de amnistía significó la impunidad de los crímenes del franquismo entre 1936 y 1948, unos 150.000 asesinatos cometidos con el fin de exterminar a la vanguardia obrera y popular revolucionaria; al mismo tiempo garantizó que los cuerpos de seguridad, los servicios de inteligencia y el aparato político y judicial del viejo régimen pasaran a ser los encargados de velar por el “nuevo orden”. A esto hay que sumar los 600 asesinatos cometidos entre 1975 y 1982 por fuerzas de seguridad públicas y grupos fascistas, así como los miles de detenidos en la represión de las luchas obreras y de los movimientos nacionalistas en Catalunya y el País Vasco.
La Constitución aprobada por las Cortes Generales el 31 de octubre de 1978 constituyó el “broche” de la transición. Su texto fue elaborado por una comisión formada por cinco representantes de los partidos burgueses, uno del PCE y uno del PSOE, lo cual confirma el contenido social del mismo. Con el silencio de la izquierda, la monarquía se aseguró la economía capitalista, la unidad de la patria contra el derecho a la autodeterminación del País Vasco y de Catalunya; los privilegios de la Iglesia, incluyendo el control de un sector importante de la educación que le dio el franquismo, y las tierras para los terratenientes, sin mención alguna de reforma agraria. Así se preservó el régimen con las reformas que aseguraban un funcionamiento democrático parlamentario donde encajaban los partidos de izquierda legalizados (PCE, PSOE) con la figura del rey, no elegible, como jefe de Estado y de las fuerzas armadas garantizando la unidad de España. El mismo rol de Franco por encima de las estructuras del Estado, incluyendo el parlamento, y conservando sus principales símbolos, la bandera y el himno. Ahí nomás se convocaron las primeras elecciones generales, ganadas por la UCD de Adolfo Suárez, el secretario general del movimiento que ahora se vestía de partido político de corte europeo y democristiano.
De este modo se consolidó una verdadera “máscara pseudo-democrática” con raíces franquistas al servicio de los ricos, la banca y las multinacionales, con una corrupción generalizada e impune, y también una auténtica “cárcel de los pueblos” como quedó demostrado el año pasado en Catalunya. El antiguo “orden” sigue prevaleciendo. Como sigue planteada la lucha por una federación de repúblicas socialistas al servicio de los trabajadores y los pueblos.

 


Los Pactos de la Moncloa

Para cortar de raíz las protestas obreras que estallaron a partir del ’73 frente a la miseria generalizada por la crisis del petróleo, con grandes huelgas, vigorosas asambleas, ocupaciones de fábricas e inmensas movilizaciones por reclamos salariales, contra los expedientes de crisis y cierres, en solidaridad con despedidos y otras fábricas en lucha, por derechos sindicales y políticos y contra la violencia represiva, los partidos políticos ya legalizados, incluyendo al PCE (con Santiago Carrillo como secretario general) y el PSOE (con Felipe González), negociaron los Pactos de la Moncloa, firmados en octubre del `77. Si bien el gobierno del “reformista” Adolfo Suárez (líder de la UCD, el partido sucesor del Movimiento Nacional desmantelado durante la transición) garantizó algunas libertades democráticas (los derechos de reunión, asociación política y libertad de expresión y menos restricciones a la libertad de prensa), los pactos significaron un golpe tremendo para el movimiento obrero: legalizaron los despidos libres (hasta 5% de las plantillas), introdujeron la contratación temporal de los jóvenes y fijaron límites en el aumento de los salarios y una devaluación de la moneda. Pero lo más importante fue la exigencia de paz social y del fin de la lucha obrera, que hizo que los grandes sindicatos CCOO y UGT (controlados por el PCE y el PSOE respectivamente) acataran en silencio a cambio de nuevas fuentes de financiación para sus aparatos. Como “contribución” a la estabilización de la monarquía, empezaron a hacer retroceder y traicionar las luchas, debilitando la enorme capacidad combativa del movimiento obrero.

 


 El rol traidor del Partido Comunista Español

El PCE, dirigido por Ramón Carrillo, era el partido que controlaba la mayor parte del movimiento de masas. Su fuerza no se limitaba al movimiento sindical, con las Comisiones Obreras (CCOO) que nucleaban a la mayoría de los trabajadores desde finales de los años `50, sino que tenía gran influencia en barrios y pueblos entre intelectuales y artistas. Políticamente el PCE encabezaba la corriente del “eurocomunismo”, con un discurso y un programa de socialdemocratización desde la perspectiva de que era imposible un proceso revolucionario en Europa occidental, por lo que se fijó tareas democráticas a través de las elecciones y el parlamento burgués. Así fue como el PCE negoció su legalización aceptando las exigencias del gobierno de la transición, que apuntaba a reformar el viejo régimen pactando con el franquismo y la monarquía. Puso todo su aparato político y sindical a trabajar por la legitimidad del régimen heredero de la dictadura, enterrando sus crímenes y avalando que los policías y jueces involucrados en la represión sistemática siguieran en sus puestos. Lo hizo al costo de traicionar las aspiraciones de los trabajadores y los pueblos de luchar por un verdadero régimen democrático representado por la República, y hasta por una revolución obrera.
La política de reforma aplicada por el PCE fue especialmente grave en el terreno sindical, donde ordenó a las CCOO intervenir en el único sindicato permitido por el franquismo, conocido como el Sindicato Vertical (que agrupaba trabajadores y empresarios por la “armonización y la cooperación de clases”), herido de muerte y sin peso en el movimiento obrero. Otro tanto hizo su política de reforma en Catalunya, donde el PSUC tenía influencia de masas en la lucha contra la dictadura, para terminar renunciando a la pelea por la autodeterminación, permitiendo el ascenso del nacionalismo burgués catalán.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

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