Escribe: Mercedes Petit
En una aldea cerca de Odesa, Ucrania (que era parte del imperio de los zares de Rusia) nació hace 134 años quien fuera conocido como León Trotsky. Siendo muy joven se hizo marxista y comenzó su militancia clandestina en el POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata Ruso). Poco después fue deportado a Siberia y escapó para sumarse a la redacción en Suiza de la legendaria Iskra, que dirigía Lenin. Volvió a Rusia para encabezar el soviet de Petrogrado en la revolución de 1905, y fue nuevamente encarcelado y obligado al exilio. En 1914-15 fue parte de la activa minoría de internacionalistas que rechazó la traición de la Segunda Internacional, por apoyar la guerra interimperialista.
El triunfo de la primera revolución socialista
Luego de la caída del zarismo, en mayo de 1917, Trotsky volvió a Rusia e ingresó de inmediato al Partido Bolchevique de Lenin. Desde su dirección fue el responsable del Comité Militar del soviet que organizó la toma del poder en noviembre de 1917. Durante la guerra civil (1918-1921) fundó y dirigió el Ejército Rojo.
Lenin, afectado por una grave enfermedad, dedicó sus últimos años de vida a combatir el avance de Stalin y de la burocratización del partido y el gobierno de los soviets. En 1922-23 batalló por desplazar a Stalin y para que fuese Trotsky quien siguiera a la cabeza del Comité Central. Pero falleció en enero de 1924, sin lograrlo.
Trotsky mantuvo la continuidad de la lucha de Lenin contra la burocracia y en defensa de la política revolucionaria internacionalista y la democracia obrera. En medio de una creciente represión y campañas de calumnias, enfrentó la utopía reaccionaria del “socialismo en un solo país” con la cual Stalin disfrazó su traición a la revolución socialista en la URSS y su conciliación con la burguesía y el imperialismo en el resto del mundo. La “oposición de izquierda” que Trotsky encabezó -y que fue impulsada por miles y miles de bolcheviques-, fue aplastada. En 1929 Trotsky y parte de su familia fueron expulsados de la URSS (su primera esposa y varios de sus hijos fueron perseguidos y aniquilados). Ya se había impuesto la sangrienta y contrarrevolucionaria dictadura de Stalin.
En septiembre de 1938, poco después de la culminación de las farsas jurídicas llamadas “procesos de Moscú” (que encarcelaron o fusilaron a los pocos sobrevivientes de la vieja guardia bolcheviques), en completa clandestinidad, junto con unos cuantos miles de seguidores de la URSS y otros países, fundó la Cuarta Internacional. Menos de dos años después, Stalin logró su gran objetivo: asesinarlo dentro de su casa en Coyoacán, México, donde vivía exiliado.
Héroe y mártir de la lucha contra la burocracia y por el socialismo mundial con democracia obrera
Para la lucha revolucionaria actual es decisivo entender cómo fue que la más grandiosa revolución del siglo XX fue sustituida por una sangrienta dictadura, y bajo las supuestas banderas de Lenin fueron impedidos nuevos triunfos socialistas como el de 1917. Para eso sirve entender la antinomia “trotskismo versus stalinismo”.
En su obra de 1936 La revolución traicionada Trotsky comenzó a hacer público de manera completa y documentada lo que significaba el régimen stalinista en la URRS. La represión masiva con centenares de miles de muertos, la opresión de distintos pueblos por la burocracia rusa, crecientes desigualdades sociales, los privilegios de los funcionarios y burócratas partidarios, junto a la política de conciliación con el imperialismo y las burguesías de todo el mundo. Denunció que se había apoderado de la primera revolución socialista triunfante una burocracia que defendía una política y unos intereses materiales que no tenían nada que ver con la revolución y el internacionalismo del marxismo y del leninismo, y que esto la llevaría a restaurar el capitalismo.
Denunció que se había destruido en la URSS la conducción revolucionaria bolchevique y la democracia obrera de Lenin y los soviets. Y llamó a combatir esa burocracia construyendo un nuevo partido revolucionario y con una nueva revolución política, que retomara la senda de los primeros años del régimen leninista y de la Tercera Internacional en sus cuatro primeros años. Esa lucha inclaudicable y su perseverancia al fundar la Cuarta Internacional en circunstancias muy difíciles explican por qué Stalin no descansó hasta lograr su asesinato.
Quien se diga “trotskista” estará luchando por las mismas banderas de los sectores revolucionarios de la clase obrera desde el nacimiento del socialismo científico, o diríamos del marxismo, y luego del leninismo y por acabar con el dominio capitalista e imperialista, con la lucha por la independencia de clase, la conquista de los gobiernos obreros y populares, la movilización y los métodos de la democracia obrera, y la construcción de los partidos revolucionarios que impulsen y encabecen esas luchas hasta el triunfo del socialismo en todo el mundo.
Qué es ser trotskista hoy
Es un gran paso adelante que con el FIT se haya logrado casi un millón y medio de votos, siendo que sus integrantes, más allá de las diferencias y trayectorias que nos identifican, nos proclamamos orgullosamente como trotskistas. En particular, desde Izquierda Socialista, somos continuidad del primer grupo del trotskismo argentino que, encabezado por Nahuel Moreno (1924-1987), comenzó en 1944 a militar en el seno de la clase obrera. Con nuestras propias palabras, sintetizamos cómo explicaba Nahuel Moreno en un reportaje de 1985 el “ser trotskista” alrededor de tres puntos.
1. No perder nunca de vista la esencia del marxismo: que el capitalismo es un cáncer planetario, que lleva a la humanidad a un callejón sin salida, a mayor hambre y penurias para las masas. Por eso hay que luchar sin pausa para acabar con él. Luchar contra todos los gobiernos capitalistas, imperialistas o no, contra todos los sectores de la burguesía y los falsos dirigentes burocráticos, obreros o populares, que los defienden. Todo lo que se pueda arrancarles hoy intentarán recuperarlo con creces mañana. Por eso es imprescindible luchar hasta barrerlos del poder político y económico, para imponer un sistema totalmente nuevo y distinto, el socialismo.
2. La burocracia es la gran sífilis dentro del movimiento obrero. No solo en los sindicatos y los partidos obreros. La burocracia usurpó el poder y dominó la URSS y todos los países donde se había logrado expropiar a la burguesía. Es imprescindible acabar con todas las burocracias, con las asambleas de las bases y el respeto a todos los métodos de la democracia obrera. No habrá triunfo del socialismo sin la más amplia y libre participación activa de las masas en su construcción. Acabar con los burócratas exige la rebelión de las bases contra ellos, en una revolución política, para construir nuevas direcciones y nuevos partidos revolucionarios.
3. Al carácter mundial del capitalismo imperialista hay que responderle con una organización y un programa internacionalista. Por eso Trotsky dio la vida por impulsar la construcción de una nueva internacional, la Cuarta, el partido mundial para el triunfo de la revolución socialista internacional. Así enfrentó la traición de Stalin y los partidos comunistas burocráticos.
Estos tres puntos marcan los trazos gruesos del trotskismo que guiaron la larga trayectoria de nuestro dirigente y fundador Nahuel Moreno. Él siempre repetía que su decisión más importante en la vida había sido sumarse, desde 1948, a la difícil tarea de construir la Cuarta Internacional.
Con esa concepción internacionalista se dedicó a la construcción de su corriente en Argentina y otros países. Fiel a su trayectoria y enseñanzas, Izquierda Socialista impulsa las luchas de los trabajadores, estudiantes y sectores populares contra los gobiernos capitalistas, los patrones y los burócratas, construyendo unitariamente el FIT junto a las otras organizaciones trotskistas, y es parte de una organización internacional, la UIT-CI, que, aunque pequeña, se juega consecuentemente por avanzar en la reconstrucción de la Cuarta Internacional por la que dio su vida León Trotsky.