La exposición de los funcionarios del gobierno no tuvo desperdicio. Zannini arrancó defendiendo la privatización menemista de 1992 y el apoyo otorgado a la misma por el entonces gobernador Néstor Kirchner. Luego reconoció que la discusión con Repsol “no tuvo su punto central en el precio” (reconociendo que se había aceptado lo que reclamaba la empresa), sino en la modalidad de pago. Argentina no podía pagar en efectivo”. Esa fue la triste argumentación para defender la entrega a Repsol de 5.000 millones de dólares (que, sumados los intereses ascenderán a más de 10.000).
Cuando llegó el turno de Kicillof, sus argumentos llegaron a lo desopilante por lo contradictorio. Empezó denunciando a Repsol por haber llevado adelante una “política de saqueo reñida con los intereses de la Nación”. Siguió recordando los números de la caída en la producción y las reservas que se dieron durante la gestión española. Parecía increíble, porque todo ese discurso era para justificar el regalo de dinero a Repsol. El doble discurso del kirchnerismo ya llega al ridículo.
J.C.