Las Fuerzas Armadas, como en cualquier país capitalista, siguen organizadas con un sistema de castas, donde los oficiales son los que representan directamente a la clase capitalista y, como tales, tienen todo tipo de privilegios. Entrar a la escuela militar de oficiales y permanecer en ella es difícil y caro, casi imposible para los hijos de sectores populares.

El gobierno masista condenó a los huelguistas y apoyó la posición del Alto Mando de “retirar” a 700 de ellos de las Fuerzas Armadas. Posteriormente, ante la fuerza del movimiento, dijeron que “podían” apelar para ser reincorporados. Al cierre de esta nota hay negociaciones.

La huelga fue apoyada por sectores populares, como los “Ponchos Rojos”, campesinos indígenas de la provincia de Omasuyos de La Paz que marcharon con los militares, los maestros urbanos de La Paz y Cochabamba, así como la Federación Estudiantil de Cochabamba. También sectores de izquierda revolucionaria como el Partido Obrero Revolucionario y ARP-La Protesta (en la que militan compañeros de la UIT-CI). Mientras que la conducción burocrática de la Central Obrera Boliviana, dirigida por el MAS, los denunció como “golpistas”.

El apoyo al justo reclamo de los suboficiales se enmarca, para ARPLa Protesta, en la exigencia de que se nieguen a reprimir al pueblo y que apoyen los derechos democráticos de los soldados que hacen el servicio militar, y en la denuncia de que el gobierno del MAS muestra la falsedad de su discurso de “descolonización”, que se apoya en el Alto Mando para tener una fuerza preparada para reprimir al pueblo y defender el capitalismo.

M.L.