Las huelgas y movilizaciones enfrentan el “techo” salarial, el autoritarismo del gobierno, el gasto extraordinario del Mundial (12.000 millones de dólares), que sólo sirve al negocio inmobiliario y del espectáculo y, en contraste, el ajuste fiscal que afecta a la educación y salud, y la corrupción del gobierno de Dilma Roussef (Partido de los Trabajadores aliado al PMDB).
La ola de huelgas comenzó en el célebre carnaval de Río, cuando uno de los principales espectáculos fue el de las grandes marchas de los “garis” (trabajadores municipales de limpieza) que lograron un aumento salarial del 37%.
En los últimos días, los choferes de colectivos de Río de Janeiro paralizaron la ciudad por tres días. Antes habían parado los choferes y cobradores de Porto Alegre. Los trabajadores de la construcción civil pararon en Cubatao y San Pablo, e hicieron manifestaciones masivas de 30.000 trabajadores. Los empleados universitarios federales, de universidades y escuelas técnicas están en huelga nacional y manifestaron en Brasilia. Pararon los trabajadores municipales de Salvador, Belo Horizonte y Natal, los trabajadores de astilleros navales en Río de Janeiro y metalúrgicos de Niteroi. Los policías hicieron huelga en Recife provocando un caos urbano, y amenazan con parar en varios estados, y la propia policía federal (que es la que debe controlar la seguridad en el Mundial) y Migraciones. Paran los maestros de San Pablo y Río de Janeiro y en Pernambuco los bomberos. Los del Movimiento Sin Techo exigen que se gaste menos en el Mundial y más en viviendas, protestan contra los altísimos precios de los alquileres y ocuparon con carpas y viviendas precarias un gran terreno vacío en San Pablo fundando el barrio “Copa del Pueblo”. Además, en 40 ciudades hubo manifestaciones de jóvenes indignados contra la “Copa de la Fifa” como denominan al Mundial, con sus gastos y corrupción.
El país más futbolero del mundo, donde el futbol siempre fue un gran espectáculo que podía hacer olvidar a la gente de sus problemas, hoy se levanta indignado, y no acepta ya el engaño, con la excusa del fútbol, aunque se trate de un mundial. Máxime cuando el precio de las entradas, entre 300 y 900 dólares por partido, harán imposible la asistencia de los trabajadores y pobres brasileños.
Después de 10 años en el poder, el PT, casado con los banqueros y transnacionales, ya no puede desviar fácilmente las luchas. La mayoría de las huelgas y protestas ocurren fuera del control o cuestionando a los líderes de la Central Unitaria de Trabajadores (controlada por el PT), de Fuerza Sindical o de la UGT, las tres centrales más fuertes en número de afiliados. Ante esta situación una de las respuestas del gobierno es preparar “leyes de excepción” para prohibir las protestas.
La corriente sindical “Unidos Pra Lutar”, en la que militan los compañeros de la Corriente Socialista de los Trabajadores (UIT-CI) llama a “unificar las luchas y huelgas hacia la huelga general”, exigir a las conducciones sindicales de la CUT, Fuerza Sindical y UGT que rompan sus compromisos con los patrones y el gobierno y coordinen una huelga general como primer paso de un plan de lucha. Sin embargo, como hasta ahora se han negado a hacerlo, convoca a coordinar desde la base, desde las corrientes sindicales de izquierda CSP-Conlutas, Intersindical, Unidos Pra Lutar, junto a los sindicatos clasistas, el “Comité Popular da Copa” (que está organizando las protestas de la juventud) y todos los sectores en lucha, parlamentarios y organizaciones de izquierda. Para organizar mediante grandes jornadas de lucha, con piquetes cortando rutas, ocupaciones de tierras y espacios urbanos y huelgas, con reclamos de aumento salarial, mejores condiciones de trabajo, mejor presupuesto para salud y educación, viviendas populares, basta de represión en las favelas, estatización del 100% de Petrobrás (la petrolera nacional que hoy es empresa mixta) bajo control de sus trabajadores.