Podía haber 10 puntos de diferencia. Ocurrió lo opuesto. Scioli (FPV) apenas logró superar a Macri por 1,5%. Scioli retrocedió respecto de las PASO de agosto al 36,86% (9.002.242) y Macri subió sorpresivamente al 34,33% (8.382.610). Massa sostuvo un 21,34% (5.211.705). En ese marco, el candidato del FIT, Nicolás del Caño, hizo una muy buena elección. Con un 3,27 (798.031), el FIT quedó como cuarta fuerza (en las PASO fue quinto), superando a Stolbizer, que retrocedió a un 2,53% (619.051). Cerró Rodríguez Saá con 1,67% (407.202).
Este resultado ha dado pie a todo tipo de interpretaciones sobre las causas de la debacle del peronista Scioli-FPV, y del crecimiento de Macri-Cambiemos y del carácter del voto a Macri. Desde sectores del gobierno, de la Cámpora o de los llamados intelectuales de Carta Abierta (Horacio González) tratan de justificar la debacle argumentando que la culpa es de Scioli por ser un "liberal" de los "90". Así atribuyen al kirchnerismo un supuesto alineamiento "progre", de izquierda y anti ajuste. A su vez, hay sectores que califican el voto de una franja popular a Macri como un "corrimiento a la derecha". Con lo cual, objetivamente, tenderían a ubicar al kirchnerismo como un sector patronal más a la izquierda o nacionalista antiimperialista. La realidad es otra. Ni el peronismo K ha sido progresista ni antiimperialista ni el voto a Macri es un corrimiento conciente de un sector de trabajadores y del pueblo a la derecha. El voto popular a Macri es un inmenso voto castigo a la política antiobrera, antipopular, corrupta y represora del gobierno de Cristina Kirchner y sus gobernadores aliados, incluido Scioli. Millones votaron con la nariz tapada a Macri y a María Eugenia Vidal en Provincia de Buenos Aires para tratar de sacarse de encima al gobierno peronista K. Votaron con la nariz tapada a Macri en zonas obreras y populares de clase media baja para repudiar a Cristina Kirchner, el impuesto al salario, los bajos sueldos de los jubilados, la inflación y la caída del nivel de vida. Están hartos de las mentiras de Cristina y sus cadenas nacionales, de la corrupción, del enriquecimiento de ella y su entorno, de la represión a los reclamos, del fraude en Tucumán, de su apoyo a las multinacionales como Chevron o la Barrick y a la megaminería contaminante, entre tantas otras cosas.
Que haya un voto castigo que favorece a Macri no significa que sea un voto positivo o progresivo. Es un voto equivocado de una franja de trabajadores o sectores populares que lleva a fortalecer a Macri y a su alianza de centroderecha. En caso de llegar al gobierno nacional, Macri aplicará una política al servicio de las multinacionales, los empresarios y contra los trabajadores, similar a lo que viene haciendo el gobierno peronista K, con algunas variaciones y sin su doble discurso mentiroso posando de progresista contra "el imperio" y las "corporaciones". Nada bueno habrá para el pueblo trabajador con un posible gobierno de Macri.
Los resultados del 25 de octubre pusieron leña al fuego a la crisis del peronismo. Desde ya, la derrota más impactante ha sido en Provincia de Buenos Aires donde el peronismo solo había perdido en 1983 bajo la ola del voto alfonsinista. Perdió en ciudades como La Plata, Bahía Blanca o Mar del Plata y en el conurbano bonaerense en municipios populares como Lanús, Quilmes, Morón y 3 de Febrero. Cayeron "grandes bonetes" como Curto o el "Barba" Gutiérrez de la UOM. Muchos quieren atribuirlo a la mala candidatura de Aníbal Fernández o al supuesto "fuego amigo" que tuvo. Desde ya también hubo un voto castigo a Fernández. Pero la debacle del peronismo K se hizo evidente en todo el país. Perdieron, a manos de Cambiemos, en los distritos claves como Córdoba, Santa Fe, Mendoza y CABA. Y en su histórico baluarte de Jujuy.
Esta primer derrota del peronismo K lo pone al borde del estallido. Lo que le va crear más problemas a Scioli para remontar su ubicación hacia el balotaje. Una posible derrota en noviembre profundizaría la crisis. Habrá una nueva reubicación de todos los sectores, de gobernadores y de la burocracia sindical. Massa y De la Sota ya se postulan para tratar de capitalizar y se habla de "renovación". Todos van a tratar de salvar al peronismo de una debacle final.
La crisis de fondo es con la base obrera y popular del peronismo, que electoralmente va rompiendo con sus dirigentes circunstanciales y dando nuevos votos castigos, pero no termina de romper hacia la izquierda. Esta es la contradicción existente entre la fuerte conciencia de lucha y la atrasada conciencia política de la clase trabajadora. La existencia del peronismo y sus conquistas del 45 siempre han alimentado la equivocada creencia en la unidad entre empresarios y obreros y en la esperanza en un "salvador" patronal al estilo y semejanza de Perón. Por eso no se puede hablar de "corrimiento a la derecha" del voto popular. Sería ceder a la falsa creencia de que el peronismo puede estar a izquierda. Cuando fue y es un movimiento político patronal que usa las viejas banderas populares para gobernar al servicio de los grandes grupos económicos y las multinacionales. Hace ya mucho tiempo que no hay nuevas conquistas, sino que los gobiernos peronistas las arrebatan o las limitan. Por eso la tendencia de los trabajadores, aunque con confusiones, es a romper con el PJ, el FPV y con el peronismo.
Los trabajadores buscan nuevas alternativas. Se necesita un giro a izquierda real de las masas. Esta es la pelea que tiene planteada estratégicamente el FIT. Lograr formar una poderosa alternativa política de independencia de clase. Su avance electoral desde su formación en 2011, marca que esa tendencia está en desarrollo. Aunque ese giro aún no sea de masas. En ese sentido los resultados obtenidos siguen consolidando al FIT como un polo político diferente. En el vendaval de la presión por un "voto útil", el haber logrado casi 800.000 votos para presidente y cerca de un millón en el rubro diputados nacionales, es un gran triunfo. Es un triunfo no exclusivamente de los candidatos del FIT sino de la unidad del PO, PTS e Izquierda Socialista y los demás grupos que apoyan al frente, de su programa político alternativo y de estar permanentemente en las luchas. Logramos sumar una nueva banca nacional con Néstor Pitrola. Sabíamos que lograr más diputados era una pelea difícil, no una certeza. Gane Scioli o Macri, seguiremos en esta misma pelea: contra el ajuste y por fortalecer al FIT como una nueva alternativa política de los trabajadores.
Desde ahora hasta el 22 de noviembre, fecha del balotaje, Izquierda Socialista y el FIT saldrán con toda la fuerza a decirle a los trabajadores, a la juventud y a los sectores populares que es una falsa alternativa la de Scioli o Macri. Los dos siguen siendo los candidatos de un futuro ajuste. Gane quien gane, gobernarán con las patronales y la burocracia sindical. No hay que engañarse. Los dos son patronales, los dos son en ese sentido "de derecha". Por eso llamaremos a votar en blanco o nulo. Votar a Scioli o a Macri es votar por los propios verdugos de la clase trabajadora. No votar a ninguno de los dos es prepararse para lo que viene. El gobierno de Cristina Kirchner y del peronismo K, contra lo que ella proclama de que deja un "país normalizado", en Argentina hay más pobres, inflación y con una crisis económica latente que Scioli o Macri, querrán superar con más ajuste al pueblo. O sea, aplicando la receta que aplican los gobiernos patronales como Dilma en Brasil, Syriza en Grecia, Rajoy en España y otros gobiernos de Europa y el mundo.
Gane Scioli o Macri, los trabajadores y el pueblo van a salir a enfrentar todo intento de ajuste. Para eso nos preparamos desde Izquierda Socialista y el FIT.