Cuando Kicillof asumió como ministro a fines de 2013 se fijó como meta, al igual que ahora Prat Gay, “salir a los mercados internacionales” (léase endeudarse). Para hacerlo, decidió abonar todos los “compromisos” pendientes. Así fue como se le pagó (reconociéndole intereses exorbitantes, al Club de París y a Repsol por la supuesta deuda que teníamos con YPF) además de abonar innumerables juicios con fallo desfavorable en el Ciadi. Y si Kicillof no avanzó en el camino que ahora se propone Prat Gay, fue porque el diablo (léase Griesa) metió la cola y trabó todo a mediados de 2014.
Más cerca en el tiempo. ¿Acaso no fue el mismísimo Kicillof, ya ministro, quien en un reportaje al diario La Nación en junio de 2014 anunció que se había decidido pagarle a los fondos buitres?
“Inaceptable extorsión”, titula Kicillof en Página 12. “Ganaron los buitres”, dice irónicamente. Muy cierto. Lástima que él y el resto del gobierno K durante los doce años de kirchnerismo quisieron convencernos de que ser “pagadores seriales” era señal de soberanía.