Refiriéndonos exclusivamente a nuestro país, se calcula que sólo por subfacturar exportaciones (esto es, declarar menos de lo que efectivamente se vende o a un precio inferior) los monopolios del complejo sojero (Nidera, Dreyfuss, Cargill, Aceitera General Deheza) realizaron una fuga que alcanzó a los 1.000 millones de dólares anuales. A esto sumémosle las ganancias que “vuelan” hacia las casas matrices, el dinero que sale por los miles de agujeros del circuito financiero y los dólares que directamente se escapan por maniobras delictivas (lavado de dinero, plata depositada en paraísos off-shore, coimas, narcotráfico, etcétera).
Se calcula que actualmente hay aproximadamente 450.000 millones de dólares fugados de nuestro país en el exterior: ¡un PBI completo, léase el equivalente en dinero a la riqueza entera que produce nuestro país en un año!
No se trata, entonces, de que falten recursos. De lo que se trata es de evitar que los empresarios, banqueros y pulpos especulativos de toda laya sigan llevándoselo al exterior. Y esto es posible porque tenemos un sistema de comercio exterior absolutamente privatizado y sin controles que lo permite (de hecho los pulpos exportadores sólo presentan declaraciones juradas, y nadie verifica qué y cuánto se sube exactamente a los barcos mercantes). Con una ley de inversiones extranjeras que viene de la dictadura que autoriza el envío de utilidades a las casas matrices casi sin límites. Y ni que hablar de nuestra ley de Entidades Financieras también creada por Martínez de Hoz y nunca derogada. La solución pasa por tomar efectivo control de nuestros recursos, nacionalizando la banca y el comercio exterior. Para que entonces sí, podamos aplicarlos a un verdadero plan de desarrollo obrero y popular.
Y si de “fuga de capitales” se trata, pongamos nuevamente de ejemplo los pagos de la deuda externa. El gobierno habla de que “faltan capitales” pero nos endeudó para pagar a los fondos buitre. Lo mismo hizo el kirchnerismo pagando 190.000 millones de dólares de contado y con reservas del Banco Central, mientras la deuda no sólo no descendió sino que se debe mucho más que cuando Néstor Kirchner asumió el poder.
Es una mentira entonces que se diga que hay que aplicar un brutal ajuste para que “vengan capitales” cuando los gobiernos de turno, el de Macri y todos sus antecesores, dejaron y dejan que se vayan miles de millones de dólares pagando puntualmente la deuda. Por eso decimos una vez más que a esa deuda no hay que pagarla.