Pero hay un “ganador entre los ganadores”: los bancos. Según un informe del propio Banco Central, las entidades bancarias ganaron 6.793 millones de pesos en mayo, 106% más que el año pasado. Esos beneficios se componen de las diferencias que hicieron especulando con el tipo de cambio (fueron los grandes ganadores de la devaluación del diciembre pasado) y las súper rentabilidades que obtienen prestando al Banco Central a cambio de Lebacs (donde llegaron a obtener tasas del 38% anual). También incluyen los astronómicos intereses que pasaron a cobrar por préstamos, descubiertos en cuenta corriente o descuento de cheques. Y como si esto fuera poco, se suma la autorización que se les dio para aumentar los cargos y comisiones que cobran a sus clientes (por extracción de cajeros automáticos, renovación de tarjetas de créditos, impresión de chequeras): primero un 20% y ahora, a partir del primero de setiembre, entre el 15 y el 38%, según el servicio y el tipo de cuenta. Esto explica por qué, según señalan todos los estudios, los bancos argentinos son los de mayor rentabilidad de la región, casi duplicando los de Chile, Brasil y Colombia.
El sector financiero y bancario ya había aparecido como el gran ganador de la década pasada. “Se la llevaron en pala”, llegó a decir Cristina Kirchner, como si ella no hubiera tenido nada que ver con las políticas que lo permitieron. Los números de 2016 indican que el macrismo, si cambió algo, fue para profundizar más aún la tendencia a garantizar superganancias a los banqueros.