La crisis económica mundial y la caída de los precios de las materias primas destruyeron las ilusiones alimentadas por gobiernos autodenominados “progresistas” como el chavismo en Venezuela, el kirchnerismo en Argentina o el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil. Estos gobiernos planteaban que se podía superar la pobreza dentro del marco de las relaciones sociales y económicas capitalistas, aplicando programas de asistencia social como los recomendados por el Banco Mundial. Ejemplos de esto fueron el programa “hambre cero” de Lula, las “misiones” de Chávez, o la asignación por hijo del kirchnerismo. Los avances parciales contra la pobreza en los años 2003-2008 se empezaron a revertir con los ajustes que se generalizaron a partir de 2010 y en 2015 el conjunto de la región retrocedió a una mayor pobreza.
Brasil, gobernado por el PT por trece años a partir de 2003, es el tercer país más desigual de la región. La desigualdad aumentó entre 2006 y 2012: el 5% más rico de la población pasó de apoderarse del 40% al 44% de la riqueza. Este año el gobierno brasileño reconoce que hay 12 millones de desempleados; 3,2 millones más de desocupados en un año. En Argentina, pese a los malabares estadísticos del kirchnerismo para ocultar la pobreza y la demagogia macrista sobre supuestas intenciones de ir hacia una “pobreza cero”, el 32,3% vive en la pobreza, por encima del promedio regional.
En Venezuela, producto de un aplastante ajuste inflacionario aplicado por el gobierno, el salario mínimo pasó de trescientos cincuenta dólares mensuales en 2012 a apenas sesenta dólares en 2016. Aunque el gobierno chavista no difunde cifras oficiales sobre el crecimiento de la pobreza en los últimos años, estudios universitarios estiman que más de la mitad de la población está debajo de la línea de pobreza por ingresos.
Colombia es el segundo país más desigual, detrás de Honduras, con el 10% de la población apoderándose de cuatro veces más que lo correspondiente al 40% más pobre. En Chile el 10% más poderoso económicamente acumula 27 veces más que el 10% más pobre. Las propias instituciones capitalistas reconocen que estas tendencias se seguirán profundizando.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) 30 millones de personas se encuentran al borde de la pobreza. La ONG británica Oxfam registra que las fortunas de los capitalistas crecieron a un 21% anual entre 2002 y 2015, mucho más de lo que creció el PBI regional. Y estiman que para el año 2020 el 1% más acaudalado de Latinoamérica acumulará más riqueza que el 99% restante de la población.
Los gobiernos patronales, sean de signo “progresista” o abiertamente neoliberales, garantizan que el 10% más rico pague en impuestos apenas un promedio de 5% de su ingreso disponible. Todas las variantes de gobiernos patronales han fracasado. Para superar la pobreza hay que poner el conjunto de la economía a funcionar bajo una planificación democrática al servicio de las necesidades de la población, y no de capitalistas locales o transnacionales. Es necesario que los trabajadores y los sectores populares impongan su propia salida a la crisis, con un programa de cambios de fondo.