Muchos compañeros se estarán preguntando el significado de la reunión del sábado pasado entre el Papa y el presidente Macri. Es que algunos tenían la expectativa que Francisco estaba “enojado” con el gobierno y sus medidas antipopulares. Hasta hubo quien se imaginó al Papa encabezando la oposición al ajuste. Para esto se basaban en lo corta y extremadamente protocolar que había resultado la visita anterior entre ambos, que había terminado con la famosa foto del Papa “muy serio” al lado de Macri.
Esta vez fue distinto. Una reunión larga, distendida, con grandes acuerdos, que incluyó hasta las preguntas simpáticas de la hija del presidente y terminó con una gran foto familiar Todo cuidadosamente difundido por la Agencia de Noticias Vaticana, que no hace absolutamente nada sin pleno conocimiento y acuerdo del pontífice.
La Iglesia con su olfato milenario, y el Papa con su profundo conocimiento de la realidad argentina desde sus épocas como Cardenal Bergoglio, venían observando cómo crecían la miseria y la bronca ante el ajuste macrista. Por eso, en aras de garantizar la “paz social”, ya venían interviniendo, promoviendo y apoyando, por ejemplo, la marcha de las organizaciones sociales el día de San Cayetano. Y tratando de persuadir al gobierno y a los empresarios a que convocaran a una mesa de diálogo.
Pero en estos últimos dos meses la situación se tornó mucho más caliente. Los burócratas de la CGT estaban contra la espada y la pared. Ante la bronca y presión del conjunto de los trabajadores se habían visto obligados a lanzar un paro sin fecha. Peor aún, luego de una reunión con el gobierno donde se había abierto un impasse de 10 días, la respuesta oficial no les garantizaba ni siquiera el bono miserable que habían pedido. Fue el titular del Episcopado José María Arancibia, por directas órdenes del Papa, quien les sacó las papas del fuego. “La Iglesia nos pidió agotar todas las instancias de diálogo y es lo que vamos a hacer. Es lo que nos está pidiendo Francisco”, se justificaron los burócratas de la CGT para no declarar el paro general.
Como en una obra de teatro donde los personajes ya estudiaron su papel, simultáneamente el presidente Macri convocaba en la reunión de IDEA a la “Mesa del Diálogo para la Producción y el Trabajo”. Allí, aclarémoslo, nada será a favor de los trabajadores: quedará “acordado” no sólo que no se reabren las paritarias y el carácter miserable del bono de fin de año, sino también que los empresarios incorporen la discusión de la necesidad de “aumentar la productividad”, excusa que vienen utilizando para exigir mayor flexibilización laboral y así aumentar la superexplotación y precariedad de los trabajadores.
Con estos “triunfos” fue que Macri tomó el avión de Alitalia para visitar al Papa. Ambos se reunieron coincidiendo en que lo importante era garantizar “que al gobierno le vaya bien”, aunque eso signifique más hambre, desocupación y miseria.
Tenemos que sacar conclusiones: el Papa Francisco está avalando el ajuste y apoyando al gobierno de Macri. La Iglesia Católica argentina está jugando el rol de aparecer como quien comprende y hasta acompaña a las víctimas del ajuste, para desde ahí llamar a la paciencia y a confiar en que, alrededor de la mesa de diálogo, “se encontrará la solución a los problemas”. Nosotros somos claros: los empresarios no piensan ceder un centavo de sus ganancias. Al contrario, se sientan “a dialogar” para obtener más para ellos. Y el gobierno ya dio sobradas muestras que está para beneficiarlos en todas y cada una de sus políticas. Por eso no podemos confiar en este diálogo bendecido por el Vaticano. La única salida es seguir luchando, exigiendo la reapertura de las paritarias y reclamando el paro general contra este gobierno del ajuste y la pobreza.
La Red Laudatista: El Papa, el peronismo y Pino Solanas
Un nuevo agrupamiento político sale a la luz, con un manifiesto fundacional. El texto fue presentado al Papa Francisco el 17 de octubre (día emblemático para el peronismo), nada más ni nada menos que por Pino Solanas. Firmado por la autodenominada “Red Laudatista” y bajo el título “Ponernos la patria al hombro” (frase alguna vez pronunciada por el pontífice), plantea “constituirnos en una comunidad basada en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional de Juan Perón, en la encíclica Laudato Sí y en el Papa Francisco”.
El grupo se venía reuniendo desde hace algunos meses en el sindicato de canillitas, con el burócrata Omar Plaini como anfitrión. Además de Solanas, quien así retornaría plenamente al peronismo luego de sus vuelos por tierras centroizquierdistas y su posterior alianza con Carrió, integran el grupo los massistas Felipe Solá y Héctor Daer, varios dirigentes provenientes del Frente para la Victoria, como el intendente de San Martín Gabriel Katopodis, el ex embajador de Cristina Kirchner en el Vaticano Eduardo Valdés, el diputado Julián Domínguez, Víctor Santamaría y Andrés Rodriguez de UPCN, entre otros. Como se ve, miembros de todo el arco imaginable del peronismo, a lo que se suma la infaltable presencia del autodenominado “vocero del Papa”, Gustavo Vera, de La Alameda.
Los laudatistas buscan mostrarse como tibiamente opositores, criticando a un gobierno que poseería una “concepción tecnocrática del estado, que persiste en imponer una teoría del derrame con sus graves consecuencias de concentración económica y exclusión social que ya son evidentes”, proponiendo en cambio una serie de generalidades, como la soberanía energética, la equidad social, el desendeudamiento y defender el agua, la tierra y la naturaleza. Para llevar esto adelante plantean “fomentar el encuentro entre los argentinos”, conformando un “Consejo para el Proyecto Nacional, como lugar de encuentro del conjunto de las fuerzas sindicales, políticas, sociales, productivas y culturales”.
Es evidente “la mano” de la iglesia detrás de todo esto. Apadrinados por la figura del Papa Francisco y su última encíclica (justamente denominada Laudato Sí, frase clásica de San Francisco de Asís en dialecto umbro que quiere decir “alabado seas”), reivindican al último Perón, el del citado texto sobre “el proyecto nacional”, escrito en 1972. No casualmente se trata del Perón “que vuelve” para tratar de cortar la rebelión obrera y popular abierta con el Cordobazo, proponiendo a cambio el pacto social de 1973. Recordemos que en ese momento se planteaba que, a cambio del compromiso de los empresarios de que no iban a aumentar los precios (rápidamente no cumplido), se congelaban los salarios y suspendían las paritarias por dos años.
El Papa Francisco no es un novato en las lides del peronismo. En aquellos primeros años de los ‘70 simpatizaba con el sector ortodoxo de derecha Guardia de Hierro, partidario a rajatabla del pacto social y fuertemente enfrentado a la izquierda. Recordemos que eso significaba, en ese entonces, apoyar sin fisuras al Perón que apañaba a las Tres A de José López Rega. Este es el “último Perón” que los laudatistas dicen reivindicar.
En la política de hoy, la aparición del Grupo Laudato busca articular a un peronismo que, proviniendo tanto del kirchnerismo como del massismo, de intendentes y gobernadores como de burócratas sindicales, reivindica el citado “pacto social” de los ’70 para plantearlo hoy nuevamente bajo la forma de la actual Mesa de la Producción y el Trabajo. No es otra cosa, bajo la bendición de la iglesia, que el peronismo que hoy se pone como objetivo garantizarle la gobernabilidad a Macri.
J.C.