Milani fue designado por el gobierno kirchnerista a pesar de su vinculación con el genocidio realizado por la última dictadura militar (1976/1983). Fue jefe del Ejército desde el 3 de julio de 2013 hasta el 24 de junio de 2015, cuando renunció ante las evidencias y el repudio popular. El 17 de febrero fue detenido por el secuestro y tortura de Pedro y Ramón Olivera y Verónica Matta. También es investigado por la desaparición, tortura y asesinato del soldado Alberto Ledo y por enriquecimiento ilícito.
Su detención -a pesar del aprovechamiento que quiere hacer el macrismo del tema- va en contra de la política de Mauricio Macri de reconciliación con los militares, apoyada por largos editoriales del diario La Nación. Lopérfido y otros funcionarios han desconocido el número de desaparecidos… ¡a 40 años del golpe genocida! Y algunos medios están invitando a familiares de militares o a ex montoneros “arrepentidos” para hablar contra la violencia “en general” de los años 70, es decir, reflotando la “teoría de los dos demonios” (equiparando al terrorismo de Estado con los luchadores) para intentar frenar la pelea contra la impunidad.
¿“Gracias a Kirchner” o la lucha popular?
Los referentes del kirchnerismo fueron muy cuidadosos ante la detención de Milani, salvo el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno (quien se declaró “amigo” de Milani, con quien tiene una cadena de pancherías). Sin embargo, el diputado del Frente para la Victoria y nieto recuperado, Juan Cabandié, dijo que el arresto de Milani fue “gracias a la política de derechos humanos que impulsaron Néstor y Cristina Kirchner”. Y agregó: “Hoy todos los genocidas que están presos es gracias a que nuestro gobierno impulsó los juicios y permitió derogar las leyes de impunidad”.
Cabandié cae en su propia trampa: ¿cómo puede ser que festeje el arresto de Milani cuando este genocida fue designado por su propio gobierno? Lo que no quiere explicar Cabandié es por qué Cristina Kirchner designó a Milani a pesar de las innumerables pruebas en su contra (incluso en el libro “Nunca Más riojano”). ¿Cristina no lo sabía? Lo sabía, pero la ex presidenta decía que “no había pruebas directas” contra Milani, que le valía “el principio de inocencia” y que se debía “terminar la etapa negra de las fuerzas armadas”.
El Frente de Izquierda había presentado un proyecto de resolución en Diputados señalando que contra Milani también pesaba “su participación en el “Operativo Independencia” que eliminó físicamente a gran parte de la militancia obrera y juvenil de la provincia de Tucumán y su paso por el Batallón de Inteligencia 601 […] compartiendo tareas de espionaje junto al actual titular de la Uocra, Gerardo Martínez”.
Cabandié atribuye al gobierno de Néstor y Cristina la reapertura de los juicios tras la nulidad de la Obediencia Debida y el Punto Final. Pero su afirmación intenta ocultar que ese logro se dio fruto de la rebelión popular del Argentinazo y la lucha por décadas de varias generaciones, de los organismos de derechos humanos y de la izquierda que siempre se movilizaron de manera independiente, no por el gobierno kirchnerista.
El kirchnerismo se subió a esa lucha popular para decir que “defendía los derechos humanos”. Lo cierto es que el gobierno anterior mantuvo a Milani porque al ser un militar de inteligencia, se complementaba con el plan de perseguir a los luchadores vía el Proyecto X inventado por Nilda Garré. Por eso en los doce años de gobierno K se pasó de “descolgar el cuadro de Videla” a designar a un genocida como máximo exponente del ejército, algo que fue resistido por los honestos luchadores y jóvenes que se sumaron a la lucha contra la impunidad en estos años.
¡Seamos miles el 24 de marzo!
La detención de Milani es un duro revés para la actual política de reconciliación oficial de Macri. Es un triunfo popular, y no de una “justicia independiente”. Esto revela una vez más que el pueblo no perdona ni olvida y seguirá reclamando cárcel a los genocidas. Llamamos a ganar las calles el 24 de marzo contra la política pro-milicos, represiva y reaccionaria al mejor estilo Trump del gobierno de Macri. Y a repudiar desde ahora cualquier intento por dejarlo en libertad, luchando porque se lo condene a perpetua, al igual que para todos los genocidas y sus cómplices civiles.
No se trató de un “error por desconocimiento”
Recientemente Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de gabinete de Cristina (2011-2013) y actual senador por el FPV, declaró: “Hace tiempo que las acusaciones tenían bastante basamento, creo que nosotros nos equivocamos” (Infobae 22/2). Entendemos que muchos compañeros que simpatizan con el kirchnerismo pueden creer que designar a Milani fue un inocente “error”. Pero nos gustaría polemizar con esta postura.
Desde Izquierda Socialista siempre cuestionamos y rechazamos la designación de Milani, pues conocíamos sus antecedentes y su implicación en la desaparición del conscripto Ledo, junto a otras denuncias sobre secuestros y torturas. Antecedentes que también conocían Estela de Carlotto y diferentes organismos de derechos humanos, entre ellos el CELS.
Cuando se debatía su ascenso, la izquierda y El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia nos movilizamos y lo repudiamos en las puertas del Congreso.
Pero ahora Carlotto dice: “Nunca apoyamos a Milani. Yo no puedo acusar a nadie si no tengo pruebas. La Justicia dirá si es responsable, no lo defendimos antes ni lo haremos ahora, nos molesta que se difame” (Infobae, 22/2). Parece olvidar que mientras Milani era ungido como el “general del pueblo” y se reforzaban las denuncias por su participación en la represión ilegal, ella renovaba su voto de confianza a Cristina acompañando la designación: “Apenas asumió Milani como jefe del Ejército tuvo un discurso de mucho alineamiento con este Gobierno que nosotras reivindicamos y que hizo muchísimo por la verdad y la justicia” (La Razón 25/7/2013). La posición de Hebe de Bonafini sobre Milani también fue de un abierto apoyo. Estaba informada del caso Ledo de primera mano por Graciela, hermana del soldado desaparecido en Tucumán en 1976, pero prefirió lavarle la cara al genocida.
Seamos claros, no fue una equivocación sino el apoyo político consciente a un represor.
Martín Fu