Pero esto no exime de responsabilidad a los empresarios. Las patronales son quienes despiden. Por eso no hacemos causa común con ellos en una “defensa de la industria nacional”, como lamentablemente lo hace la directiva de la CGT y de la UOM, al plantear que el centro del reclamo debe ser por el “cierre de las importaciones” o “subsidios para las empresas”. Seamos claros: muchos de estos patrones, cuando ganaban millonadas no tuvieron empacho en tener en negro, o tercerizar a camadas enteras de trabajadores. Más aún, la mayoría de los dueños de estas firmas no dejarán de sacar sus tajadas de ganancias: simplemente ahora se “reconvertirán” en importadores de esos mismos productos. Así sucederá en el rubro de la electrónica, donde se han dado los despidos de Banghó. O en Atanor, que ha anunciado el cierre de dos plantas, echando a sus trabajadores, para concentrar su producción en las otras fábricas, que producen exclusivamente agroquímicos.
¡La patronal se va a seguir llenando los bolsillos con los dólares de los sojeros, mientras someterá al hambre a las familias de los despedidos!
Por eso nuestra exigencia debe ser clara: no a los despidos, suspensiones, acuerdos de rebaja salarial, o supuestos “traslados” a otras empresas del grupo perdiendo derechos laborales. Que las empresas se hagan cargo, repartiendo las horas de trabajo sin tocar el salario y garantizando a cada compañero su puesto de trabajo.
A esto lo tenemos que complementar con la prohibición por ley de los despidos y suspensiones, y la expropiación e estatización de toda empresa que viole esta disposición poniéndola en funcionamiento bajo la gestión de sus propios trabajadores.
José Castillo