Los medios afines al gobierno fogonean: “no se puede transitar por el centro. Hay piquetes todos los días. El gobierno tiene que hacer algo”. La ministra Patricia Bullrich, había debutado en diciembre de 2015 planteando un protocolo antipiquete donde, supuestamente, “se le daría 10 minutos a los manifestantes para retirarse y luego se procedería por la fuerza”, pero debió rápidamente archivarlo. Ahora sintió que llegaba nuevamente “su hora”. Desempolvó el proyecto diciendo que estaba dispuesta a intervenir y que sólo le faltaba el visto bueno del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para que las fuerzas federales (como la gendarmería) actuaran en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires. “No puede ser que cuatro tipos corten el metrobús”, terminaba su argumentación Patricia Bulrich.
Pero fue el propio Rodríguez Larreta quien sinceró el problema que tiene el gobierno: “es que no son cuatro personas. Son manifestaciones de miles y miles todos los días. ¿Cómo hacemos para sacarlos’”. Larreta dio en el clavo: no es que al gobierno macrista le falte “vocación para reprimir”. Es que no sabe que hacer frente a una movilización masiva y creciente que ha transformado el mes de marzo en una manifestación permanente de bronca contra las medidas de ajuste del gobierno.