Cataluña era el centro económico de la España republicana. Toda la industria textil estaba allí, produciendo ropas y frazadas para el ejército y la población civil, así como productos para la exportación. Las granjas colectivas lograron las mayores cosechas de la historia, alimentando a las ciudades, al ejército y produciendo frutas cítricas para la exportación. [… ] Los combatientes de la CNT (Central Nacional de Trabajadores, de ideología anarquista) actuaban masivamente en los frentes de Aragón y Teruel, y habían desplazado fuerzas decisivas para la salvación de Madrid. Los marineros de la CNT tripulaban los barcos que garantizaban el ir y venir de las cargas. El proletariado de Cataluña era la columna vertebral de las fuerzas antifascistas.*
Los aires de la revolución se respiraban en las calles de Barcelona. Desde julio de 1936 (fecha en que se derrota la primer ofensiva franquista y comienza la guerra civil), con el fusil en bandolera, la pistola a la cintura y sus ropas de trabajo, los obreros parecían los dueños de la ciudad. No se veían ni guardias civiles, ni “señoritos” de ropa fina, tampoco restaurantes y cabarets de lujo. Allí funcionaban comedores populares. En los edificios públicos y fábricas se veían los carteles: “colectivizado por el pueblo”, “pertenece a la CNT”.
La insurrección derrotada (cinco días de mayo)
Dos poderes antagónicos convivían en el bando antifascista. El gobierno republicano burgués, sostenido por dirigentes obreros conciliadores, defendía con uñas y dientes la propiedad privada capitalista, cuestionada por las masas revolucionarias. En todas las ciudades y la mayoría de los pueblos funcionaban todo tipo de comités de obreros y campesinos, para la defensa y la salud pública. La situación se fue tensando a medida que las masas movilizadas exigían medidas más radicales para profundizar la lucha militar contra Franco. El gobierno del Frente Popular, integrado por la burguesía republicana y los dirigentes socialistas, anarquistas y del POUM (partido centrista de izquierda con peso en Cataluña), pretendía conciliar esos intereses irreconciliables. A fines de 1936, a medida que crecían las tensiones, el POUM fue echado del gobierno. Al mismo tiempo, ganaba influencia la burocracia que dominaba la URSS. Con el prestigio heredado de la Revolución de Octubre y el hecho decisivo de que era gran proveedor de armas a la República, el gobierno contrarrevolucionario de Stalin iba logrando el fortalecimiento del prácticamente inexistente Partido Comunista español.
A comienzos de mayo comenzaron los enfrentamientos en Barcelona. El gobierno mandó tropas de asalto para arrancar de manos de los obreros anarquistas el control del edificio de la central telefónica. La respuesta obrera no se hizo esperar, la ciudad se llenó de barricadas. El 4 de mayo, los trabajadores se habían adueñado de la capital. Pero los dirigentes de la CNT no estuvieron a la altura de los hechos y convenciendo también a los dirigentes del POUM, renunciaron a llevar la insurrección al triunfo y hacerse cargo del poder. Optaron por ceder una vez más al gobierno burgués y frenar la lucha, provocando la derrota. En un comunicado del jueves 6, el Comité Ejecutivo del POUM pide a sus militantes “abandonar las barricadas” y “reintegrarse al trabajo”**. El grupo de los Amigos de Durruti (ver El Socialista Nº 52) y los Bolcheviques Leninistas (un puñado de seguidores de Trotsky), proponían en sus volantes un camino distinto, llamando a la unidad, a la huelga general, a la socialización de la economía, a desarmar a las tropas del gobierno burgués, entre otras consignas. Un dirigente del ILP (Partido Laborista Independiente británico) dijo “Durante dos días los obreros estuvieron en la cúspide. Una acción audaz y unificada de la dirección de la CNT hubiera derrocado al gobierno”***. Esto no sucedió, lo que permitió que entraran a la ciudad 5.000 guardias de asalto, que reestablecieron el “orden”. Habían quedado unos 500 muertos y más de 1.000 heridos.
El gobierno contrarrevolucionario de Negrín
Desde julio de 1936 encabezaba el gobierno del Frente Popular republicano un dirigente del ala izquierda del socialismo, Largo Caballero (véase El Socialista números 21 y 38). Su política centrista de conceder algo a las masas sin romper con la burguesía, lo fue debilitando. El Partido Comunista iba imponiendo su consigna “primero ganar la guerra, después la revolución”. Derrotada la insurrección, quedó el campo libre para que coparan el gobierno en Barcelona los jefes estalinistas y sus “asesores” rusos, agentes de la policía secreta de Stalin (también el dirigente del PC argentino Victorio Codovilla).
Los dirigentes del Frente Popular hicieron un ultimátum a Largo Caballero: hacerse cargo de la represión a los insurrectos, en primer lugar, al POUM, y adoptar una serie de medidas para cortar de raíz el proceso revolucionario. Largo Caballero optó por renunciar y le cedió la jefatura de gobierno a Juan Negrín López, quien encabezaría la contrarrevolución y la capitulación a Franco.
Trotsky denunció al nuevo gobierno. Decía: “Inglaterra y Francia por sí solas jamás habrían podido imponer a la España revolucionaria un gobierno contrarrevolucionario como el de Negrín. […] En la lucha por ganarse la confianza de la burguesía francesa y británica, Stalin se ha ocupado constantemente de impedir que los obreros españoles tomen la senda de la revolución.” (16 de octubre de 1937)
Negrín tomó el control jerárquico definitivo del ejército, acabando con las milicias (la película “Tierra y Libertad” muestra este aspecto de la represión); liquidó el control obrero en las fábricas y las granjas colectivas; fue a fondo en la represión contra los obreros y sus organizaciones, aniquilando a todos los disidentes, alas izquierdas y el POUM (su dirigente Andres Nin fue asesinado poco después); y comenzó la conciliación con la Iglesia Católica.
La más conocida figura del estalinismo español, la “Pasionaria” (Dolores Ibarruri) le dio la bienvenida a Negrín, calificándolo como “el gobierno de la victoria”. Desgraciadamente, tal como lo denunciaba Trotsky, al aplastar a la revolución obrera y campesina en Cataluña, se abrió el capítulo que culminaría con el triunfo del fascismo.
* Revolución y contrarrevolución en España. Félix Morrow, Pluma, Bogotá, 1977. La revolución y la guerra de España. P. Broué y E. Temime, FCE, 1962. Jalones de derrota. C.G. Munis, Lucha Obrera, México. León Trotsky: Escritos sobre España, en diversas ediciones.
** Los sucesos de mayo- una revolución en la república. Fundación Andreu Nin, Pandora libros, Barcelona, 1988
***idem
León Trotsky: ¿por qué ganó Franco?
[...] En 1936 -para no remontarnos más lejos- los obreros españoles rechazaron el ataque de los oficiales, que habían puesto a punto su conspiración bajo el ala protectora del Frente Popular. Las masas improvisaron milicias y levantaron comités obreros, ciudadelas de su propia dictadura. Por su parte, las organizaciones dirigentes del proletariado ayudaron a la burguesía a disolver esos comités, a poner fin a los atentados de los obreros contra la propiedad privada y a subordinar las milicias obreras a las direcciones de la burguesía y, para colmo, con el POUM participando en el gobierno, tomando así directamente su responsabilidad en el trabajo de la contrarrevolución [...]
El proletariado español ha sido víctima de una coalición formada por imperialistas, republicanos españoles, socialistas, anarquistas, estalinistas y, en el ala izquierda, por el POUM. Todos juntos han paralizado la revolución socialista que el proletariado español había efectivamente comenzado a realizar. No es fácil acabar con la revolución socialista. Todavía nadie ha encontrado otros métodos para ello que no sean la represión feroz, la matanza de la vanguardia, la ejecución de los dirigentes, etc. [...] En el interior del bloque republicano han sido los estalinistas los que han llevado la política más coherente. Han sido la vanguardia combatiente de la contrarrevolución burguesa-republicana. [...] la GPU, en este caso, sólo ha actuado como el destacamento más resuelto al servicio del Frente Popular. Ahí residía la fuerza de la GPU. En eso consistía el papel histórico de Stalin. [...]*
Trotsky y la traición del POUM
El POUM estaba en España a la izquierda de los demás partidos y contaba, incontestablemente, en sus filas, con sólidos elementos proletarios revolucionarios, con fuertes ataduras con el anarquismo [...] No ha conseguido convertirse en un partido de masas, porque para conseguirlo hubiese tenido que destruir antes a los otros partidos, y esto sólo era posible mediante una lucha sin compromisos, una denuncia implacable de su carácter burgués. Ahora bien, el POUM, aunque criticaba a los antiguos partidos, se subordinaba a ellos en todas las cuestiones fundamentales. Participó en el bloque electoral “popular”; entró en el gobierno que acabó con los comités obreros; luchó por reconstruir esta coalición gubernamental; capituló en todo momento ante la dirección anarquista; en función de todo lo precedente llevó en los sindicatos una política errónea; tomó una actitud dubitativa y no revolucionaria con respecto a la insurrección de mayo de 1937[...] las masas catalanas eran mucho más revolucionarias que el POUM, que a su vez era mucho más revolucionario que su dirección […]*
*Clase, partido y dirección. Texto inconcluso de agosto de 1940.