Al cierre de esta edición todavía no está claro si Cristina se presentará o no como candidata, y en caso de hacerlo si lo será a senadora o a diputada. Lo que sí se sabe es que lo hará presentando un frente llamado “Unidad Ciudadana”, integrado por Nuevo Encuentro, el Frente Grande, el Partido de la Victoria y Compromiso Federal, la agrupación de Rodríguez Saá, y que dejaría por fuera al sello tradicional del PJ, que quedaría para Florencio Randazzo. Éste a su vez se vería obligado a competir en las PASO con Mario Ishii. ¿Qué hay detrás de este enredo? Una expresión, la más patética, de la actual crisis del peronismo: la realidad es que Cristina no está dispuesta a competir con nadie que le dispute su liderazgo, pero no logra disciplinar al conjunto de justicialismo para que lo acepte. Ambos, Cristina y Randazzo, son expresión de esa crisis.
Toda esta situación seguramente ya habrá confundido, y peor aún, aburrido al lector. Lo que se preguntan muchos compañeros es cuál es la mejor alternativa electoral para enfrentar el ajuste de Macri. Queremos debatir fraternalmente con esos compañeros, afirmando que, cualquiera sea el “formato final” de las definiciones de las listas peronistas en la provincia de Buenos Aires, votar a Cristina o a Randazzo no ofrece ninguna salida.
Vayamos a los por qué. Primero y principal porque el ajuste y la entrega de Macri también lo están llevando adelante los gobernadores, y entre ellos por Alicia Kirchner en Santa Cruz. Más aún, esta misma semana se acaba de firmar el Acuerdo Federal Minero, donde tanto el gobierno nacional como las provincias se comprometen a mantener e incrementar durante los próximos 30 años los privilegios de las transnacionales de la megaminería. Algunas provincias (como Chubut y La Rioja, presionadas por las movilizaciones ambientalistas) se negaron a firmarlo. Pero quien estuvo en primera fila junto a Macri para firmar este acuerdo entreguista fue justamente la gobernadora Alicia Kirchner.
Además a lo largo de este año y medio de gobierno macrista, fue el peronismo en todas sus variantes quien le garantizó las principales leyes para que se desarrolle el ajuste: así, el pago a los fondos buitres y el presupuesto de este año no hubieran salido sin la ayuda inestimable del Frente para la Victoria en senadores y diputados, donde el macrismo es minoría. A esto agreguémosle que los propios dirigentes sindicales peronistas (y dentro de ellos los kirchneristas) fueron fundamentales para garantizarles la tregua al gobierno antes y después del paro general del 6 de Abril. Un ejemplo de esto fue Baradel y su entrega del conflicto docente en la provincia de Buenos Aires.
Randazzo, que se presenta como “lo nuevo” buscando diferenciarse del kirchnerismo, tampoco puede escaparse de las mismas responsabilidades: fue parte del propio gobierno de Cristina y una parte importantísima de su apoyo es la misma burocracia sindical peronista.
Cristina ya gobernó, generando que un sector muy importante de la clase trabajadora finalmente repudiara electoralmente su gobierno en 2015, harta de Milani, Guillermo Moreno, De Vido, de la corrupción y de las mentiras como que “no había más pobres en la Argentina”. Florencio Randazzo no puede hacerse el distraído: fue una pieza clave de ese mismo gobierno.
Por eso insistimos, votar a Cristina o a Randazzo, que se repartirán en sus listas lo peor de la burocracia sindical y de los corruptos intendentes del conurbano bonaerense, no sirve para la pelea contra el ajuste macrista, ni la actual ni la que se vendrá después de las elecciones. En cambio, votar al Frente de Izquierda aportará a que haya más diputados que estarán incondicionalmente apoyando todas las luchas, contra el saqueo ambiental, por echar a la Barrick Gold; en definitiva, contra toda la política de saqueo y entrega llevada adelante tanto por Macri como por los gobernadores de todos los signos políticos.