Estos accidentes muestran que al gobierno no le interesa la vida ni la seguridad de los trabajadores. Si no fuese así debería abocarse urgentemente a realizar cruces ferroviarios a distinto nivel (por arriba o por abajo), modernizar las comunicaciones e instalar el sistema de frenado automático en los trenes. Todo esto se podría efectivizar inmediatamente y resultaría muchísimo más barato que el negociado del soterramiento, que solo favorece a las empresas amigas del presidente: Iecsa, que fuera propiedad de Calcaterra, primo de Macri; la italiana Ghella, que compró el porcentaje de la corrupta Odebrecht, y la española Comsa.