Cristina Fernández de Kirchner lanzó esta nueva etapa de la campaña camino a octubre haciendo algo distinto de lo que nos tenía acostumbrados: negoció un reportaje exclusivo con el periodista Luis Novaresio. Lo hace porque claramente no le está yendo bien: las PASO terminaron con un empate técnico después de que el kirchnerismo pronosticara que “iban a arrasar” en la provincia de Buenos Aires. Ahora, las primeras encuestas que salen a la luz colocan a Cristina incluso varios puntos por detrás del candidato de Cambiemos.
Queremos reflexionar junto con aquellos compañeros que tienen expectativas en que Cristina es una opción válida para frenar el ajuste de Macri. Veamos algunas de las respuestas que dio en la entrevista .
“Reconozco que había inflación en nuestro gobierno, pero ahora hay más”. No es una mera comparación. La realidad es que había una inflación galopante, que se comía los salarios “antes” y “ahora”. Cristina y cada uno de sus ministros repitieron durante años que no existía inflación, dándole crédito a los números truchos que un Indec intervenido “dibujaba” mes a mes. Esos números eran usados para después afirmar que “en la Argentina hay menos pobres que en Alemania”, frase que la ex presidenta dice “no recordar”. Miles de trabajadores vieron cómo sus salarios se deterioraban frente a la inflación real, la misma que encontraban en las góndolas de los supermercados, no la que negaba el patotero Guillermo Moreno.
Cristina dijo desconocer que hubo corrupción durante su gobierno. Frente a la pregunta por el caso de José López, su respuesta fue que le dio “gran indignación y un gran enojo”. ¿Es que acaso no apañó a Julio De Vido durante todo su mandato? ¿O a Amado Boudou, que fue primero su ministro de Economía y luego su vicepresidente mientras le llovían las denuncias de todo tipo? Las coimas, los desvíos de fondos, son los que terminaron provocando masacres como la de la estación Once, con su secuela de 52 muertos. Ni aun después de eso Cristina dejó de defender a Julio De Vido, el principal responsable.
La ex presidenta se pronunció fuertemente, en otra parte de la entrevista, contra la represión macrista. Hasta ahí todo bien. El problema es que afirmó que “no hubiera podido dormir si hubiera ordenado alguna represión como las que se llevan adelante”. Podríamos recordarle una larga lista, que incluye a los trabajadores del Casino en 2007, a los de Kraft-Terrabusi en 2009, o más cerca en el tiempo a los trabajadores de Lear, Gestamp o la 60 en la Panamericana. No es cierto que no hubo represión durante su mandato. Así como trágicamente no es cierto que no hubo muertos, como Mariano Ferreyra, o desaparecidos, como Jorge Julio López o Luciano Arruga, a los que nunca mencionó durante su gobierno y a quienes se les negó sistemáticamente la investigación por desaparición forzada de personas.
Al ser consultada por Milani, respondió que cuando promovió su ascenso no había “ningún antecedente” ni denuncia en su contra por parte de algún organismo de derechos humanos. Pero fue el propio CELS (un organismo notoriamente cercano al gobierno, dirigido por Horacio Verbitsky) junto con otros independientes agrupados en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, los que presentaron todas las denuncias y fueron absolutamente desestimadas.
En síntesis, si bien Cristina aceptó la entrevista de un periodista de los llamados “independientes”, sus respuestas no estuvieron muy lejos de las expresiones de doble discurso que hicieron que una franja de la clase trabajadora, tanto en 2015 como ahora en las PASO, harta de tantas mentiras, la castigó negándole su voto.
El acto en Florencio Varela
En un acto con un folklore mucho más “peronista” que todos los realizados en las PASO, Cristina denunció el “gran ajuste” que se vendrá después de las elecciones de octubre. Coincidimos con el diagnóstico. Lástima que sus diputados y senadores votaron infinidad de leyes que le permitieron a Macri hacer pasar el ajuste anterior. Y que los gobernadores de su espacio, empezando por la propia Alicia Kirchner, fueron los “mejores alumnos” del ajuste macrista, realizándolo, corregido y aumentado en la provincia de Santa Cruz. O que los dirigentes sindicales que la apoyan fueron los que le garantizaron a Macri la “paz social” que terminó dejando solas las innumerables peleas que dieron tantos trabajadores contra las distintas políticas antiobreras del macrismo.
Nos preguntamos: ¿qué va a hacer ahora el kirchnerismo? ¿Sus dirigentes sindicales van a exigir el paro general? ¿Qué van a hacer Baradel, Sonia Alesso y Yasky con la Ctera ante el feroz ataque a la educación que quiere llevar adelante el macrismo con los cambios en el secundario? ¿Acaso van a apoyar a los estudiantes lanzando un paro nacional y un plan de lucha? Nada de eso va a suceder. Ni siquiera pueden garantizar que los diputados y senadores que salgan electos por el espacio kirchnerista no terminen votando las leyes más importantes del macrismo.
La única salida es el Frente de Izquierda
Invitamos a los compañeros que votaron a Cristina en las PASO o que estén pensando en hacerlo en octubre a reflexionar seriamente sobre todo esto. Porque si de verdad queremos una oposición al macrismo, que dé la pelea para frenar el ajuste, la única opción es votando al Frente de Izquierda. Le decimos a esos compañeros que se animen a romper con lo que sabemos que es toda una tradición (el voto a los distintos candidatos peronistas) y se jueguen por la izquierda. Porque los diputados del FIT van a votar sí o sí contra todas y cada una de las medidas de ajuste del macrismo. No habrá excusas de que votamos a favor porque “somos responsables” o “para sostener la gobernabilidad”. Vamos a estar, como lo hicimos hasta ahora, siempre en la calle, apoyando todas las luchas que den los trabajadores, las mujeres, los estudiantes y los sectores populares. No vamos a traicionar ninguna pelea, como sí lo hacen constantemente los burócratas sindicales. Al plan de ajuste de Macri vamos a oponer otro, obrero y popular, que empiece por suspender ya mismo los pagos de la deuda externa para poner todos esos recursos al servicio de más trabajo, salario, educación, salud y vivienda.