Después de las frases de ocasión, del tipo “no permitiremos que se le quite ningún derecho a los trabajadores”, se supo la verdad. Los burócratas de la CGT acordaron con el ministro Triaca una negociación para la tribuna: el ministro acordaría “retirar” la definición de trabajo que figura en el artículo 2° del proyecto de ley, que lo describía como una “colaboración”, igualando las responsabilidades legales del patrón con las del trabajador -algo que viola no solo todas las definiciones de la legislación laboral argentina sino los mismos acuerdos de la Organización Internacional del Trabajo-, a cambio de que la dirección cegetista acepte entregar todos los otros derechos de los trabajadores que se perderían con la nueva ley.
El triunviro Héctor Daer llegó a defender el proyecto macrista, diciendo que contenía “iniciativas positivas” como la reforma laboral y las prácticas de formación profesional (pasantías). Los otros miembros de la CGT, después de decir que “así este proyecto no pasa”, terminaron planteando que, a lo sumo, irían a debatir al Congreso aquellos puntos específicos con los que no acordaran. De hecho, el martes concurrieron al Ministerio de Trabajo a negociar con los equipos técnicos de Triaca la “letra chica” de esta reforma antiobrera.
Un párrafo aparte merece la Corriente Federal, que liderada por el bancario Sergio Palazzo, agrupa al sector kirchnerista dentro de la CGT. Se limitó a sacar un comunicado donde pide “determinar un límite a las consultas con el gobierno para antes de fin de mes y reanudar el Comité Central Confederal de la CGT”. Después de hacer grandes caracterizaciones del modelo macrista como “antipopular y de ajuste permanente”, la Corriente Federal se limita a pedir que… reanude la reunión suspendida hace dos meses. Reunión en la que, recordemos, Palazzo tampoco planteó ninguna medida de lucha.
En síntesis, la CGT, con todos sus componentes, continúa la tregua y su pacto con el gobierno, entregando las conquistas de los trabajadores.
¿Y la CTA?
Las CTA de Yasky y Micheli anunciaron que “ante las normas flexibilizadoras analizarán las medidas de lucha por adoptarse para impedir que esta clase de reformas atente contra el interés de los trabajadores”. Se dejó trascender que lo posible será una marcha al Congreso cuando se trate la ley. La realidad es que, tal como viene sucediendo desde la asunción de Macri, en los gremios donde efectivamente tienen poder de convocatoria, como Cetera y ATE, el plan de lucha y las medidas concretas para enfrentar el ajuste brillan por su ausencia. Como muestra basta un botón: mientras docentes y estudiantes se aprestaban a dar una nueva pelea contra el Operativo Aprender,con paros y organizando un boicot activo, la conducción de Ctera y sus sindicatos regionales (como Suteba y UTE) anunciaron que “no está convocado ningún paro” y no organizaron ninguna medida de lucha concreta. Fue su respuesta frente al llamado a parar y al boicot activo del sindicalismo combativo docente. Así “lucha” la CTA.