En vez de aprovechar la enorme bonanza petrolera de más de una década para diversificar la economía, el chavismo subsidió al sector financiero y a la burguesía importadora, creó una burguesía ascendente y entregó la industria petrolera a transnacionales imperialistas mediante contratos de empresas mixtas. Gran parte de la deuda externa contraída en eso años de bonanza se usó para comprar a precio de mercado empresas y bancos, las famosas “expropiaciones” de Chávez; otra parte fue a parar en contratos con Odebrecht y empresas chinas cuyas obras inconclusas están regadas por el país como ruinosos monumentos a la corrupción.
Maduro se ha jactado de haber pagado 71.700 millones de dólares de esa fraudulenta deuda en los últimos cuatro años. “Somos el país per cápita que más ha pagado deuda externa”, alardeó a comienzos de noviembre. Esos pagos se efectuaron sobre la base del hambre: entre 2012 y 2017 las importaciones se redujeron de 66.000 millones a menos de 15.000 millones de dólares. Para un país que depende de las importaciones para dotarse de la mayor parte de los alimentos y medicinas que consume, el costo social ha sido elevadísimo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que se subió de 2,5 a 4,1 millones de personas con problemas de nutrición en el año 2016. De mantenerse este año el mismo ritmo de crecimiento del hambre, uno de cada cuatro venezolanos estará en esas condiciones este año.
En 18 años de gobierno chavista, la deuda externa subió de 43.000 millones a más de 180.000 millones de dólares, la segunda más grande de Latinoamérica luego de Argentina. Actualmente las reservas internacionales no llegan ni a 10.000 millones de dólares. A esta situación en extremo precaria se suman las recientes sanciones del imperialista Trump, que impiden al Estado venezolano emitir nueva deuda en Estados Unidos. Finalmente el gobierno de Maduro anunció a comienzos de noviembre que “reestructurará” sus pagos de deuda, pero aclarando que cancelará “hasta el último centavo”.
Mientras persista esta política entreguista, los trabajadores no podremos librarnos de sus efectos de ajuste y hambre para el pueblo, pues está previsto que el Estado pague más de 90.000 millones de dólares en la próxima década. Por eso la salida que planteamos desde el PSL pasa por desconocer y dejar de pagar la fraudulenta deuda externa y usar esos recursos para restablecer las importaciones de alimentos, medicinas y los insumos necesarios para reactivar la producción nacional. Además de ello se deben tomar medidas para repatriar los capitales fugados los últimos catorce años, más de 300.000 millones de dólares, y confiscar las propiedades y cuentas de la boliburguesía que ha robado miles de millones mediante fraudes de importación.