La cúpula de la CGT, a su vuelta de Roma, ratificó su apoyo al proyecto que previamente habían acordado con el ministro Triaca.
Para cubrirse, ahora afirman que se “oponen” a la reforma jubilatoria, mientras que mantienen su apoyo a la ley de reforma laboral. Con respecto a la primera, es un absoluto saludo a la bandera, ya que esa oposición no se traduce en ninguna medida para tratar de evitar su aprobación. Por supuesto que el summunn de la claudicación se da en la reforma laboral, donde la cúpula de la CGT sigue insistiendo que “los derechos básicos” de los trabajadores están resguardados. Por supuesto que no explican de qué forma “se garantizan” con indemnizaciones por despidos más bajas, libertad para tercerizar, tomar pasantes aumentando la precarización o una política de blanqueo totalmente favorable a las patronales. Lo único que dicen es que se trata de “matices” que “tendrán que resolverse en el Congreso”. Schimd afirmó en la reunión del consejo directivo: “Hemos informado sobre las modificaciones que le hemos practicado al proyecto original. Y no tenemos nada para decir. Resta que se trate en el Congreso”.
Clarísimo, la cúpula de la CGT mantiene a rajatabla su pacto con el gobierno. Lo hace apoyando esta ley y disponiéndose a continuar la negociación “gremio por gremio” para que avancen la flexibilización y el ajuste, como ya pasó en Vaca Muerta, Atilra o la UOM de Tierra del Fuego.
La salida pasa por unir a todos los que se oponen a este paquete de ajuste y se movilizan para rechazarlo, tanto en lo que fue la movilización del 29 de noviembre como en la que llevaremos a cabo el 6 de diciembre, desarrollando a partir de ahí un plan de lucha para enfrentar este plan de ajuste y dando la pelea para echar a esta burocracia traidora, construyendo una nueva dirección del movimiento obrero, democrática y combativa.