Israel se convirtió así en un enclave imperialista en Medio Oriente. Es decir, un Estado artificial poblado por judíos europeos recién llegados. Su propia economía está dedicada a sostener una poderosa maquinaria militar, basada en el despojo permanente a los árabes y en la enorme ayuda económica y militar norteamericana. Israel se desmoronaría en meses sin el sostén norteamericano.
Israel estuvo en guerra casi permanente. En sus casi 70 años de historia atacó militarmente no solo a los palestinos, sino también a todos los países árabes vecinos (Líbano, Egipto, Jordania, Siria e Irak) para someterlos totalmente a los dictados imperialistas y quebrar la resistencia palestina (la mayor parte de los palestinos expulsados se refugiaron en esos países).
Solo puede haber paz con la destrucción de ese Estado enclave imperialista para constituir en todo el antiguo territorio palestino lo que reclamaba el programa histórico de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), hasta los acuerdos de Oslo: una Palestina laica, democrática y no racista, con derecho al retorno de millones de refugiados palestinos, con devolución de sus tierras y casas robadas por Israel. Esto sólo podrá lograrse con la heroica resistencia palestina, como parte de la lucha de los pueblos árabes y del mundo por expulsar al imperialismo y al sionismo de Medio Oriente.