Los patrones y sus gobiernos necesitan de los burócratas para frenar y traicionar las luchas obreras. Esto se ve hoy con toda claridad en la buena relación del gobierno de Cambiemos con dirigentes como Martínez, de la Uocra, Cavalieri, de Comercio, o el sucesor del Momo Venegas en el gremio de los peones rurales, Ramón Ayala. Estos son los “modelos de sindicalistas” sirvientes del ajuste –tan corruptos y traidores como los demás burócratas–que quiere Macri.
La negativa de la CGT a encabezar una lucha efectiva contra el robo a los jubilados, el pacto con el gobierno a favor de la reforma laboral y que las conducciones gremiales están dejando pasar miles de despidos sin resistencia, son las tres últimas muestras de cómo los dirigentes sindicales le sirven al gobierno de Macri y los patrones.
Esto no niega que haya roces entre ellos. Frente a las detenciones e investigaciones de sindicalistas por la Justicia, Luis Barrionuevo hace amenazas diciendo que “los gobiernos que atacaron a los gremios –como el de Alfonsín y De la Rúa- terminaron yéndose antes de tiempo”. Y junto con Moyano están llamando a un encuentro de gremialistas en Mar del Plata, supuestamente para enfrentar a Macri y su ofensiva.
¿Qué es lo que significan estos roces?
Con los dirigentes gremiales el gobierno usa tanto la zanahoria de las prebendas –por ejemplo, la entrega de 30.000 millones de pesos que el Estado adeudaba a las obras sociales–, como el garrote –los encarcelamientos, las investigaciones y juicios– para presionarlos y lograr su complicidad con el ajuste y toda la política antiobrera de Macri.
Hoy con los encarcelamientos e investigaciones a los Moyano el gobierno presiona a los burócratas sindicales por dos cosas: que respalden la reforma laboral a la que la CGT dio su apoyo, pero ahora parecería estar reculando, y que acepten el techo del 15% de aumento salarial y la eliminación de la cláusula gatillo que el gobierno y los patrones pretenden imponer en las paritarias.
Por su parte, los burócratas usan las amenazas y los chantajes y muy de vez en cuando llaman a una movilización o incluso un paro nacional. Por un lado, para sacar más prebendas al gobierno y a los patrones. Por el otro, como ellos mismos dicen, para “descomprimir” cuando hay mucha bronca entre los trabajadores. Pero nunca van a llevar adelante el plan de lucha efectivo que necesitamos para derrotar el ajuste.
En síntesis, lo que sucede hoy es parte del continuo tira y afloje entre el gobierno y las conducciones gremiales, en el que Macri presiona para que sigan apoyando su política y los burócratas sindicales buscan sacar su “tajada”.
El periodista Francisco Olivera del diario La Nación escribió el 13 de enero: “Un delegado del PJ podrá ser más costoso [por las coimas que cobra], pero en definitiva lo que busca es mantenerse en el cargo […]; el de izquierda, en cambio, jamás pedirá una coima, pero sustenta su militancia en el conflicto eterno”. Aclaremos que el “conflicto eterno” que impulsan los delegados y luchadores de izquierda es por terminar con la “eterna” explotación de los patrones a la que sirven los dirigentes traidores.
Hace falta una nueva dirección combativa y democrática
Lo fundamental para terminar con la mafia sindical es continuar con la pelea por echar a la burocracia de los sindicatos y reemplazarla por nuevos dirigentes combativos. Para ello hay que fortalecer a las direcciones sindicales combativas, como la de los ferroviarios del Sarmiento, el sindicato del neumático (Sutna), los gremios docentes multicolores opositores y los dirigentes, delegados y luchadores combativos y democráticos de todo el país. Esas direcciones que han impulsado consecuentemente la lucha contra el recorte a las jubilaciones, contra la reforma laboral, por paritarias sin techo y contra los miles de despidos que las direcciones traidoras han dejado pasar.
Ahora será fundamental apoyar a las nuevas direcciones combativas en la batalla contra los despidos, para romper el techo salarial del 15% y la liquidación de la cláusula gatillo que pretenden imponer en las paritarias.
Para ello es imprescindible retomar desde el sindicalismo combativo el llamado a la unidad de acción a todos los que estén dispuestos a coordinar medidas contra la reforma laboral y el ajuste, como las del 29 de noviembre y el 6 de diciembre pasados. Más allá de las diferencias que podamos tener, este llamado debe incluir a los dos sectores de la CTA, la Corriente Federal encabezada por la conducción del gremio bancario y demás sectores opositores.
Por ese camino no sólo tendremos cada vez más fuerza para exigir a las direcciones traidoras la convocatoria al paro y el plan de lucha que necesitamos para derrotar el ajuste de Macri. También avanzaremos en la construcción de la nueva dirección política y sindical que necesitamos los trabajadores para derrotar el ajuste.