La multinacional Cargill despidió 44 trabajadores hace más de un mes. Y finalizada la conciliación obligatoria ratificó 37 despidos. Los 7 restantes acordaron su retiro. Las razones del despido no obedecen a razones de baja en la producción, ni “tecnológicas”. Buscan disciplinar a los trabajadores en medio de la discusión paritaria, donde las patronales pretenden imponer un aumento salarial de 6% y flexibilizar el convenio. Cargill es la comercializadora de granos más grande del mundo y declaró una facturación por 107.000 millones de dólares en 2016, casi lo mismo que gasta el Estado argentino en todo un año.
Desde el viernes, los trabajadores están respondiendo con un acampe en la puerta de las plantas de Alvear, Villa Gobernador Gálvez y Bahía Blanca, y con un paro por tiempo indeterminado.
La patronal se vio obligada a frenar toda la actividad, intentando anticiparse al paro. En diez días comienza la carga de la nueva cosecha y la situación se va a tensar. El sindicato aceitero está recibiendo toda la solidaridad de los gremios de la región y preparándose para un enfrentamiento como el de 2014, cuando el gobierno kirchnerista y las patronales intentaron poner un techo salarial y una histórica huelga nacional se los impidió. La historia puede repetirse.
Corresponsal