Escribe Mariana Morena
Los que hicieron campaña denunciando la corrupción del kirchnerismo no pueden tapar la de su propio gobierno. Hace un mes un informe periodístico dio a conocer una lista de 205 aportantes fantasma a la campaña legislativa de Ocaña-Bullrich en 2017 en provincia de Buenos Aires, y desde entonces se multiplican los casos de personas que se encuentran en las listas de donantes de la campaña electoral de Cambiemos. Ya suman 1.067 los casos, en su mayoría beneficiarios de planes sociales (como Argentina Trabaja y Ellas Hacen) y monotributistas sociales de barrios populares del conurbano, que supuestamente “aportaron” montos entre 300 y 750 pesos. Algunos descubrieron que figuraban como afiliados a PRO sin su consentimiento ni mediando una ficha o trámite alguno.
El escándalo tiene otro “capítulo”, también vinculado a la campaña presidencial de 2015. Numerosos dirigentes y candidatos a concejales, consejeros escolares y hasta intendentes que aparecen como aportantes por montos elevados, entre 13.000 y 50.000 pesos, entre ellos el intendente de Mar del Plata Carlos Arroyo, afirman públicamente no haber aportado nada. El escándalo está haciendo tanto ruido al interior de Cambiemos que un ex intendente bonaerense salió a acusar a Elisa Carrió de estar al tanto de la situación y no hacer nada al respecto.
La “lucha contra la corrupción” de Cambiemos es un verso tan grande como el de la “pobreza cero”. Ya teníamos a los funcionarios off-shore que aparecían en los Panama Papers, a los parientes autorizados a blanquear capitales y a los ministros que se negaban a traer su riqueza del exterior. Ahora se le suma este nuevo escándalo. Los “abanderados de la lucha contra la corrupción” son todos truchos. El gobierno de Cambiemos, al igual que todos los gobiernos patronales que le precedieron, es otro nido de corrupción.