Los días 4 y 5 de septiembre de 1975 ocho compañeros del PST de La Plata, partido antecesor de Izquierda Socialista, fueron secuestrados y asesinados por bandas fascistas que actuaban al amparo del gobierno peronista de Isabel Perón. Fue la antesala del golpe de marzo de 1976. José Rusconi, quien por entonces era un joven militante del PST, recuerda así los hechos.
Escribe José “Pepe” Rusconi
El 5 de septiembre era un día más en La Plata. Al mediodía, con Patricia Claverie volvíamos de realizar una actividad militante. Éramos dos estudiantes veinteañeros entusiasmados con nuestra militancia. Ella había llegado a estudiar desde Bahía Blanca y yo desde Lobos. Ambos pertenecíamos a la Juventud Socialista del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Me despedí de Patricia en las puertas del Banco Nación, donde yo había comenzado a trabajar. Ella siguió camino hacia nuestro local de la calle 54 entre 8 y 9. Esa sería nuestra despedida definitiva y aquel día dejaría de ser uno más.
Esa misma tarde me llegó la noticia de que cinco compañeros no aparecían desde la noche anterior. Ellos eran: Roberto “Laucha” Loscertales, que había sido dirigente estudiantil en la Facultad de Ingeniería (UNLP) y trabajaba en Propulsora Siderúrgica (hoy Siderar); Adriana Zaldúa, estudiante de Arquitectura y trabajadora del Ministerio de Obras Públicas; Hugo Frigerio, trabajador y delegado gremial del mismo ministerio; Ana María Guzner Lorenzo, trabajadora no docente de la UNLP y Lidia Agostini, joven odontóloga recién recibida. La noche anterior, los cinco se habían dirigido a la fábrica Petroquímica Sudamericana de Olmos (hoy Mafissa) para llevar dinero que se había recolectado para aportar al fondo de huelga de los trabajadores.
Cuando salí del trabajo, me dirigí rápidamente al local. Al ingresar, detrás de mí, cerraron las puertas. ¿La razón? Un ratito antes, cuatro compañeros habían salido con destino al Ministerio de Obras Públicas con volantes que denunciaban el hecho. Pero justo a la vuelta del local, sobre la calle 8, una de las compañeras, que se había agachado para atarse los cordones, vio cómo los otros tres compañeros eran obligados a ingresar a dos autos por personas armadas con fusiles. Los compañeros secuestrados eran Oscar Lucatti, trabajador del Ministerio de Obras Públicas; Carlos “Diki” Povedano, trabajador de una repartición pública de la época llamada Previsión Social; y la misma Patricia Claverie, con la que habíamos compartido la actividad unas horas antes.
Bandas fascistas amparadas por Isabel Perón
Nos quedamos en el local toda la noche. Nadie salía porque no sabíamos qué nos podía pasar. En la madrugada comenzaron a llegar noticias. Supimos que los compañeros habían sido “levantados” por un grupo fascista que actuaba en la ciudad. Era la época de las bandas de extrema derecha como la Triple A, la CNU (Concentración Nacionalista Universitaria) y CDO (Comando de Organización), que habían comenzado a actuar al amparo del gobierno de Perón, organizadas por su ministro López Rega.
Perón había regresado al país en 1973 con el objetivo de derrotar el ascenso obrero y popular inaugurado por el “Cordobazo” de 1969. Con su “Pacto Social” había intentado contener la lucha de los trabajadores, congelando los salarios y suspendiendo las negociaciones colectivas de trabajo. Pero los trabajadores salieron a reclamar contra la creciente inflación. Por eso Perón y, tras su muerte su vicepresidenta Isabel, respondieron con una brutal represión. Las bandas fascistas contaron con zonas liberadas para actuar. En junio de 1975, la movilización obrera conocida como “Rodrigazo” se llevó puesto al ministro de Economía, Celestino Rodrigo, a López Rega y dio por tierra con el plan de ajuste. La burguesía comenzaría entonces a preparar el golpe.
Su ejemplo y su lucha por el socialismo continúan
Los cuerpos de los primeros compañeros fueron hallados sin vida en La Balandra (Berisso), donde habían sido acribillados a balazos. Posteriormente se encontraron el resto de los cuerpos. El partido organizó el velorio a cajón cerrado debido al estado en que la tortura y el fusilamiento los había dejado. Al velatorio se acercaron delegaciones de obreros de diferentes fábricas y comisiones internas de la región, muchas de las cuales habían recibido la solidaridad de nuestros compañeros y el partido en sus luchas.
Aquel no fue el primer golpe que sufrió el PST, ni sería el último. Ya habíamos sufrido la masacre de Pacheco, tras lo cual habíamos promovido la unidad de acción antifascista, organizar la autodefensa obrera y nos había obligado a tomar medidas de semiclandestinidad. Nuestro partido, que se había instalado con mucha fuerza en la realidad de la lucha del movimiento obrero y era una referencia dentro de la izquierda y los luchadores, pagó con algunos de sus mejores militantes enfrentar al gobierno capitalista y el golpe. Para nuestra regional de La Plata fue un hecho terrible. La Masacre de La Plata quedará grabada en nuestra memoria.
Pero no fue en vano. Nuestra lucha y la de nuestros compañeros y compañeras del PST no son sólo un simple recuerdo para homenajear en estas fechas, sino un ejemplo de lucha coherente por el socialismo, sin claudicar a los cantos de sirenas de quienes dicen ser salida para los trabajadores y terminan siendo la tabla de salvación del sistema explotador y opresor capitalista. Nuestro partido, Izquierda Socialista, que continúa exigiendo justicia por nuestros compañeros y compañeras del PST, es orgulloso continuador de su política obrera y socialista. Por eso seguimos levantando como el primer día nuestros puños bien en alto y decimos: ¡compañeros y compañeras asesinados y detenidos-desaparecidos del PST! ¡Hasta el socialismo, siempre!