Escriben Laura Marrone, legisladora (mandato cumplido) de la ciudad de Buenos Aires y Reynaldo Saccone, ex Presidente de la Cicop
Los residentes y concurrentes son alrededor de 4.000 en los 33 hospitales de Ciudad de Buenos Aires, aunque el régimen es similar en todo el país. Las residencias duran cuatro años. Trabajan 36 horas semanales y dos guardias de 24 horas. Casi 90 horas semanales por un salario que ronda la canasta de pobreza: 37.000 pesos. Rinden un examen para poder ingresar y los que quedan afuera, uno cada dos o más, pugnan por ingresar como concurrentes, por menos horas de trabajo y sin ningún salario, obra social o seguro de mala praxis.
La residencia se presenta como un régimen de formación de muy elevada calificación por lo que es muy deseada por los egresados universitarios del equipo de salud (médicos, bioquímicos, trabajadores sociales, psicólogos, enfermeros y otras disciplinas). Los sucesivos gobiernos aprovechan el espíritu de sacrificio de estos jóvenes en aras de su capacitación, para mantener el funcionamiento del hospital público en todo el país con mano de obra barata. Permite disminuir las plantas permanentes de los hospitales y así disminuir los presupuestos de salud. Un régimen laboral semi esclavo para poder “perfeccionar su formación”.
La rebelión organizada
Este año se rebelaron. Todo ocurrió cuando Cambiemos presentó un proyecto de ley en la Legislatura porteña que legalizaba la superexplotación a 64 horas semanales obliga torias, un salario desenganchado de la paritaria de la planta permanente y eliminaba el carácter electivo del jefe de residentes.
En cada hospital hubo asambleas masivas donde eligieron representantes y un pliego de exigencias. El jueves 28 de noviembre estallaron cuando los legisladores votaron mayoritariamente en contra de sus derechos, la policía los reprimió. La indignación subió más. Reunidos en asamblea en la puerta de la Legislatura votaron el paro por tiempo indeterminado: “Sin residentes no hay hospital”, ”Veto o paro”, eran las consignas. El viernes 29 comenzó el paro total en todos los hospitales, sin guardias. Los hospitales colapsaron. Duró siete días, hasta que Larreta tuvo que retroceder. El jueves siguiente, la legislatura anuló la ley y el Ministerio de Salud les prometió una mesa de negociación para elaborar un nuevo régimen para el sector.
Mucho más que un retroceso en lo laboral
La lección es clara: se logró con la lucha unitaria y democráticamente decidida, a pesar de que en su momento hasta la burocracia de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) había acordado el proyecto. La derrota del gobierno va más allá del terreno laboral y de su política de ajuste. Este triunfo de los residentes y concurrentes entorpece la vía rápida a la aplicación de la Cobertura Universal de Salud (CUS), un plan que significa la tercerización de los servicios de los hospitales públicos y el avance de la privatización, como ocurre en Chile. Es para imponer esta derrota del derecho a la salud que necesitan disciplinar al personal de salud con estas iniciativas.
El ejemplo de los residentes, retomó la experiencia de la Interhospitalaria contra la disminución de hospitales (5x1) en 2017 y la enorme rebelión de enfermería en 2018. Aunque ésta no triunfó, implicó un quiebre en la relación de fuerzas entre los trabajadores de los hospitales y la rosca GobiernoSutecba-Médicos Municipales. Su ejemplo es un aliciente para todos los trabajadores de la salud del país para avanzar en un plan de lucha que logre regímenes laborales dignos para residentes y concurrentes, reconocimiento profesional a la enfermería, la eliminación de la CUS, más presupuesto para salud no para la deuda y el FMI y que se avance en el camino de lograr un Sistema Único Nacional de Salud, estatal, gratuito y de excelencia. Así lo defendimos desde nuestra banca de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad en la Legislatura durante todo nuestro mandato.
“La protesta y la organización son el camino”
Testimonio para El Socialista de Santiago Dávila, residente del Hospital Durand
El jueves 28 de noviembre, el paro y la movilización que nos llevaron a la legislatura fue el origen y la causa de lo que terminó siendo una huelga general sin precedentes en contra de la política sistemática de precarización laboral que viene llevando a cabo el larretismo en la ciudad. Si bien la izquierda nos acompañó desde el primer momento (y de la misma manera, tantos otros espacios decidieron no hacerlo), no fue hasta recibir los palos y los gases de la Policía de la Ciudad (y que esto se volviera viral) que se visibilizó el reclamo que llevaba semanas y del que tantos eligieron desentenderse. El saldo favorable de este episodio patético fue que la Asociación de Médicos Municipales se viera conminada a llamar al paro, y que el reclamo comience a ser apoyado por gran parte de la planta de los hospitales. […]
El pasar de las jornadas y la resistencia le mostraron a miles de compañeros la verdadera fuerza de la unión. Los aprietes no hicieron mella en un grupo que se supo unido atrás de un reclamo legítimo y una identidad colectiva que muchos descubrieron por primera vez en la calle. Pero no fue hasta que llevamos la medida de fuerza a la Jefatura misma que el larretismo, acorralado literalmente por los compañeros, tuvo que recular y terminar con la payasada. Quedó ratificado la protesta y la organización son el camino.
La continuación de la lucha nos dirá si lo que pasó el jueves 5 fue una victoria, o si la sensación de hermandad fue algo verdadero o la masiva adhesión respondió a otros motivos. Queda mucho trabajo por delante y habrá que seguir unidos. La ley sólo fue suspendida y aún hay que luchar por una que realmente supere la situación actual que sigue siendo una de explotación y precarización. No debemos olvidar a quiénes nos apoyaron, ni a todos esos burócratas que, tan lentos para acompañarnos, fueron rápidos para arrogarse los triunfos que conseguimos. Ojalá el 2020 nos encuentre más unidos y hermanados que antes.