Escribe Gabriel Massa
Pocos políticos han visto derrumbar sus perspectivas electorales como Sergio Massa en apenas cinco meses antes de las elecciones.
Con su Frente Renovador fue uno de los principales impulsores del Peronismo Federal -junto al gobernador Schiaretti de Córdoba, Urtubey de Salta y el senador Pichetto- buscando romper la polarización entre Macri y el kirchnerismo. El Frente Renovador se mostraba como una oposición “seria”.
Inicialmente para sus aspiraciones electorales, Massa contó con el guiño de algunos de los gobernadores peronistas. Y las encuestas le dieron incluso en algún momento la perspectiva de hacer una buena elección. Massa buscaba correr por la tercera vía, ni Macri ni Cristina, la famosa “avenida del medio”.
Pero ese espacio se fue deshilachando. Massa y el grupo de gobernadores, por un lado, venían apoyando el ajuste, pero a la vez pretendían posar de opositores. El fortalecimiento del peronismo kirchnerista le fue robando a Massa el apoyo de la mayoría de los gobernadores, de otras figuras por fuera del peronismo, como el caso de Stolbizer que se fue con Lavagna, y de un número creciente de los diputados del propio Frente Renovador, que terminaron por diluir las aspiraciones y el armado político original del ex hombre fuerte de Tigre. Luego Pichetto también se fue de Alternativa Federal para pasar a ser el candidato a vice de la fórmula de Macri.
Finalmente a Massa no le quedaban muchas opciones. Primero buscó condicionar su matrimonio por conveniencia con el kirchnerismo buscando definir la fórmula presidencial en las PASO, amagando competir con Alberto Fernández. Exigió numerosos puestos en las listas de candidatos a diputados y la candidatura de su esposa, Malena Galmarini, como intendenta de Tigre, buscando desplazar a Julio Zamora. Pero, ya casi en soledad, golpeado, terminó aceptando encabezar como primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires y con mucho esfuerzo ubicar a su esposa en la lista de candidatos a legisladores de Buenos Aires y hacer las paces -por lo menos para el circo electoral- con Zamora, que irá por otro mandato en Tigre. A Massa le quedaron, antes que nada, las migajas de un oportunismo tardío y golpeado cuando al Peronismo Federal no le quedaba más que el nombre y todos abandonaban el barco.
Massa pasó de ser el que “nunca se sentaría con Cristina” a participar en la misma boleta electoral.