La desocupación alcanzó los dos dígitos: 10,1%. Si le sumamos la subocupación llegamos a 21,9%. Son cuatro millones de personas condenadas a la miseria. Los números son mucho peores entre la juventud
Escribe José Castillo, Candidato a diputado nacional CABA
El ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores va dejando sus marcas en las estadísticas. El índice de desempleo del Indec señala 10,1%. Precisemos, se trata de los que responden la encuesta afirmando que están absolutamente sin trabajo, no realizando siquiera una changa y además buscando activamente trabajo. Aquellos que hacen changas, o cobran un plan social, ya figuran como “subocupados”, sumando 11,8%. Entre ambos llegan a cuatro millones de personas. Pero eso no es todo: cada día se pierden más puestos de trabajo en la industria y en blanco. El último año fueron 220.000. Si sumamos todos los puestos de trabajo registrados (asalariados, monotributistas y autónomos) tenemos 268.000 trabajadores menos que hace un año. Gran parte de esto es reemplazado por trabajos precarios o changas. Por eso los números cantan que, del total de los ocupados, creció el porcentaje de los que están en negro: ya alcanza 35%.
El drama de la falta de trabajo es particularmente grave entre los jóvenes, donde la tasa de desempleo subió a 23% entre las mujeres y a 18,5% entre los varones. Son decenas de miles los que ven frustradas sus posibilidades de desarrollo personal, de independizarse de sus padres o de estudiar.
Hay que cortar de raíz el drama del desempleo. Nada puede ser más urgente. Si estamos en medio de una crisis no es por culpa de los trabajadores. Al revés, son los grandes patrones los que la provocaron con la especulación, la fuga de capitales y el endeudamiento externo. Son ellos los que, inclusive, se aprovechan de ella para hacer superganancias. Y los que, incluso, se dan el lujo de chantajear diciendo que la culpa del desempleo son los supuestos privilegios de las leyes laborales y exigen por lo tanto la flexibilización laboral.
Por eso, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda-Unidad somos categóricos: hay que prohibir por ley los despidos y las suspensiones expropiando a toda empresa que cierre o eche trabajadores, poniéndola a funcionar bajo gestión de sus propios trabajadores. Con nuestros diputados hemos presentado repetidas veces proyectos de ley en este sentido para que el número de desocupados no siga creciendo.
Y también hay que atacar el drama de todos aquellos que ya están sin trabajo, muchos sumidos en la miseria y sin dinero siquiera para iniciar una búsqueda de un puesto laboral. Hay que crear trabajo genuino. Y para eso tenemos una propuesta clarísima y contundente: dejar de pagar ya mismo la deuda externa y volcar todos esos recursos a un gran plan de obras públicas que comience con un programa de construcción de viviendas populares y siga con las obras más urgentes de infraestructura y construcción de escuelas y hospitales. Claro que nada de esto será posible si seguimos girando alrededor de la voluntad del FMI, como plantean todos los candidatos patronales, sean del oficialismo o la oposición. Orgullosamente lo decimos: solo el Frente de Izquierda-Unidad tiene este planteo y prioriza de verdad las necesidades populares.