Escribe José Castillo
Toda la oposición peronista (tanto desde la fórmula Fernández-Fernández, como de las distintas candidaturas de Alternativa Federal) habla de la necesidad de renegociar el acuerdo con el FMI. Siempre aparece como la “solución” ante el hecho indiscutido de que no hay ninguna posibilidad de redistribución de la riqueza o siquiera de reactivación si sigue vigente el actual acuerdo con el Fondo.
El problema es entender en qué consiste en concreto la tan citada “renegociación”. Si tomamos los planteos kirchneristas se escuchan expresiones del tipo “hay que sentarse a discutir con el FMI ´con firmeza´”, aunque se aclara que se descarta la opción de romper el acuerdo con dicho organismo. Parecería que se tratara simplemente de una cuestión de actitud o personalidad de los negociadores.
Lo que no se dice es que el propio FMI ya ha fijado los términos en que habilitaría la renegociación. Se trataría, en palabras de la propia Christine Lagarde, de pasar del actual stand by (un préstamo que exige devoluciones en el corto plazo) a otro llamado “de facilidades extendidas”. Este último permite devolver el préstamo anterior en un período más largo (se habla de un corrimiento de los vencimientos a cinco años), a cambio de un mayor ajuste y, sobre todo, la realización de “reformas estructurales”. Estas consisten principalmente en la reforma laboral (léase la destrucción de todos los convenios colectivos y la implementación de la más absoluta flexibilización laboral) y en la reforma jubilatoria (que, arrancando de aumentar la edad jubilatoria, pasa por liquidar los regímenes especiales como el docente, no reajustar los haberes jubilatorios por inflación, privatizar y liquidar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad para terminar en una privatización del sistema), También se habla de la exigencia de la privatización de las pocas empresas públicas que de una u otra manera aún existen, en particular los bancos Nación, Provincia de Buenos Aires y Ciudad y la empresa de mayoría accionaria estatal YPF.
Lo enseña la larga historia de renegociaciones de acuerdos de la Argentina con el FMI. Y también la experiencia mundial, incluso la más reciente, tal el caso de Grecia. No hay ninguna posibilidad de renegociación “progresista” con el Fondo. La opción es de hierro: o seguir sometido a ese organismo y ajustar cada vez más, o romper con el FMI para así recuperar nuestra soberanía y poder poner en marcha un programa alternativo al servicio de las necesidades populares.