Escribe Mercedes Trimarchi Diputada electa provincia de Buenos Aires Izquierda Socialista/FIT
El 13 de mayo finalizó la Feria del Libro. Como cada año, miles y miles de personas pasearon, compraron libros y participaron de las distintas actividades culturales y políticas que ofrecen quienes organizan el evento. Este año, al igual que 2018, varios medios de comunicación titularon que el feminismo había sido el tema protagonista de la 45º Feria del Libro. Los libros escritos por mujeres, charlas y paneles de debates sobre cuestiones de género son sintomáticos en el marco de la actual ola de luchas feministas.
Por eso ensayos, novelas y reedición de clásicos del feminismo como El segundo sexo de Simone de Beauvoir, o ¿Sexo contra sexo o clase contra clase? de Evelyn Reed, estuvieron presentes este año. Sin dudas, la rebelión de las mujeres que recorre el mundo también quiere ser contada por las distintas editoriales. Es importante destacar también la presencia del reclamo por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito que se manifestó con los pañuelos verdes y las distintas performances que se hicieron durante el mes y medio que duró la Feria.
La gran figura –después de Cristina, que presentó Sinceramente (ver pág. 3)– fue la antropóloga Rita Segato, quien fue la encargada del discurso inaugural del 25 de abril titulado “Las virtudes de la desobediencia” y participó de varias conferencias. Comenzó con una frase que fue rápidamente viralizada en las redes y cuestionada por varias activistas feministas. Ella dijo que había que “ser pluralista antes de ser feminista”. Pero ¿qué significa esto? ¿Qué es ser “pluralista” según Segato? Y ¿por qué antes que feminista? Segato, que fue declarada en marzo de este año por la Legislatura porteña personalidad destacada de la cultura, también entonces ya habría dicho la misma frase.
Segato nunca termina de explicar a fondo qué quiere decir ella con “pluralidad”. Pero sí está claro que en sus posicionamientos no solo deja de lado la lucha contra la opresión patriarcal al diluir y desjerarquizar los privilegios de los que gozan los varones, sino que también desconoce las contradicciones de clase que existen en el “campo popular”, cuestión clave para quienes nos reivindicamos anticapitalistas. La referente del feminismo popular menciona la relación que existe entre género, racismo y colonialidad, pero nunca la vincula con las clases sociales, lo que la lleva a dejar de lado las luchas feministas en este contexto ya que no vacila en llamar a la unidad en apoyo al proyecto kirchnerista de Cristina Fernández, quien no solo no levanta las banderas feministas sino que se plantea pagar la deuda externa y llevar adelante el programa del FMI contra el conjunto de la clase trabajadora. El “pluralismo” de Segato busca unir intereses de clase que son opuestos, y por eso es equivocado. En este artículo polemizamos con ella porque su planteo confunde con palabras que pueden sonar bien pero en realidad llevan a la política de conciliación de clases y de apoyo a los gobiernos seudoprogresistas como Chávez en Venezuela o Lula en Brasil.
Sin vueltas, las cosas por su nombre
Sí, hay patriarcado y hay que tirarlo con la lucha. Pero hay capitalismo y tenemos que destruirlo también. Desde Isadora e Izquierda Socialista sostenemos que vivimos en una sociedad capitalista y patriarcal en la que, en principio, la mitad de la población del mundo además de ser explotada como la inmensa mayoría de la clase trabajadora, también es oprimida. Y esa opresión que sufrimos las mujeres no la vivimos separada de la explotación como trabajadoras. Por eso opresión y explotación son dos categorías distintas pero que actúan juntas y, entonces, en el mundo del trabajo estamos superexplotadas. Es decir, los empresarios obtienen más ganancias (plusvalía) porque nos pagan menos a las mujeres que a los varones (brecha salarial), tenemos los trabajos más precarizados y en negro, y cuando llegamos a nuestros hogares nos tenemos que encargar de las tareas domésticas. A su vez, existen ramas completas de la economía que están feminizadas como educación, salud, textil y limpieza, que justamente son las que tienen los salarios más bajos.
Nuestro feminismo socialista plantea que la liberación definitiva de las mujeres será peleando y destruyendo este sistema de conjunto, por eso somos antipatriarcales y anticapitalistas y decimos que ambos sistemas deben caer juntos. Porque no existe la posibilidad de reformar al capitalismo, volverlo más humanizado o menos patriarcal. El capitalismo, sistema perverso que arrasa con todo lo que tiene a su paso, se valió de todas las opresiones existentes como la que existía sobre las mujeres luego del triunfo del patriarcado hace aproximadamente 7.000 años.
Es más, en épocas de crisis los gobiernos que sostienen a este sistema capitalista patriarcal buscan quitarnos más derechos y hacer que nuestra vida sea peor. Por eso, las mujeres nos volvemos una variable de ajuste y nuestros derechos se ven permanentemente jaqueados. El intento de arrebatarles el aborto a las polacas en octubre de 2016 vale como ejemplo. Por eso ninguna conquista que logremos con la lucha, por mínima que sea, se podrá garantizar a fondo y a largo plazo si no terminamos de destruir a este sistema opresor y explotador que sobrevive a costa de la degradación de la humanidad y la destrucción de la naturaleza. Las únicas interesadas en llevar hasta el final esta pelea somos las mujeres junto a los demás sectores oprimidos: el conjunto de la clase trabajadora.