Escribe Pina Scarffi
La cita fue en la sede de la Uocra. La dirección de la CGT recibió allí a la misión del Fondo que está auditando la economía. Fue una visita formal, donde la burocracia le “blanqueó” al FMI su discurso de que “se preocupa por la cuestión social” y “dialoga y escucha a todos los sectores”. Como correspondía al libreto preestablecido, los dirigentes cegetistas le expresaron su “preocupación por el notorio deterioro de los indicadores sociales” y la necesidad de un bono para los trabajadores, el adelanto a los jubilados y un refuerzo en los planes sociales (todas medidas ya acordadas entre el FMI y el gobierno y que son sólo migajas que no resuelven absolutamente nada).
La reunión se realizó un día después de la aprobación del presupuesto con el voto de sectores importantes del peronismo, muchos de ellos justamente referentes de los propios burócratas sindicales que estaban en la reunión. Roberto Cardarelli, el referente del FMI, aprovechó para afirmar sin anestesia que “lo peor todavía no pasó, sino que los momentos más duros se vivirán en los próximos meses” (desmintiendo así al propio gobierno de Macri). Pero ni esta afirmación inmutó a los burócratas, que siguieron sonrientes, cumpliendo su rol “dialoguista” como garantes de la “paz social”. De paro o plan de lucha para enfrentar el superajuste que reconoce el propio Fondo, ni una palabra. Una auténtica vergüenza.