Escribe Gabriel Massa
La inmensa mayoría de los trabajadores y el pueblo estamos convencidos de que Macri y el FMI nos están hundiendo en la miseria para hacer cada vez más ricos a los buitres, los banqueros, las multinacionales, los monopolios exportadores y las grandes patronales. Todas las medidas del gobierno -el proyecto de presupuesto con “déficit cero”, los tarifazos, la devaluación, las tasas de interés de 75%, los aumentos de salarios muy por debajo de la inflación, el fortalecimiento de las fuerzas represivas para enfrentar la protesta popular- demuestran que es así.
El nuevo tarifazo del gas en Capital y Gran Buenos Aires aumenta entre 56% y 60%, en el interior aún más, en Córdoba 100%; es la última muestra de que todo lo que hace Macri es para beneficiar a los grandes capitalistas a costa de los trabajadores y el pueblo. Los que menos pagan pasarán a recibir en promedio una boleta de 1.500 pesos por bimestre. ¡A los grandes consumidores, es decir, a los más ricos, en cambio se les aplicará un aumento de 15%! En concreto: más plata para las petroleras y gasíferas, para Panamerican, para Tecpetrol de Techint, para Mindlin, a costa del bolsillo popular.
Todo en este gobierno es igual de descarado. La gobernadora Vidal acaba de dar por decreto un “aumento” de 19% a los docentes bonaerenses. ¡Con una inflación anual que superará el 45% significa una rebaja salarial de más de 20 por ciento!
Claro que eso es sólo un ejemplo más de lo que significa el pacto de “déficit cero” con el FMI aplaudido por todos los patrones. El proyecto de presupuesto para 2019 que Macri enviará al Congreso y que ya cuenta con el apoyo de una mayoría de gobernadores y legisladores peronistas, garantiza las ganancias de las multinacionales que saquean nuestro petróleo y gas con subsidios millonarios. Pero fija un techo de aumento salarial de 8% para los empleados estatales, cuando la inflación prevista es de más de 30%.
Es que mientras la devaluación (que llevó el dólar de 20 a 40 pesos este año) le genera superganancias a los monopolios exportadores, como Dreyfuss o Cargill y produce una estampida en los precios que ya pulverizaron los salarios y las jubilaciones.
Macri no deja de felicitarse por el apoyo que recibe del exterior. Claro, ¿cómo no lo va aplaudir la jefa del FMI, Christine Lagarde, si le ha entregado el manejo del gobierno y el país? ¿Cómo no le va a dar palmadas en la espalda Donald Trump si Macri ha bajado a casi nada los impuestos a las exportaciones de las grandes multinacionales que dominan la industria automotriz, las sojeras y aceiteras y las petroleras? ¿Cómo no lo van a adorar los banqueros y especuladores internacionales si fugan miles de millones de dólares que el Banco Central les regala a precio de ganga? El Galicia, el Santander Río, el Macro y los bancos extranjeros que operan en la Argentina vienen haciendo ganancias récords desde el comienzo de la devaluación en mayo.
La otra cara de la moneda es la caída de más de 6% de la producción, el crecimiento de la pobreza, la miseria y el desempleo, la baja de los salarios, la destrucción de la salud y la educación pública.
Como consecuencia de todo ello crecen la bronca y la lucha de los trabajadores y el pueblo, con huelgas y movilizaciones como el parazo del 25 de septiembre.
El gobierno también tiene preparada la respuesta para defender los privilegios de los ricos frente al creciente descontento popular: más represión, autorizando a las fuerzas armadas por decreto a intervenir en asuntos internos, reforzando a la policía, la gendarmería y la prefectura con equipos y personal.
¿Qué hacer frente a un gobierno como este que, con el apoyo de la mayoría del peronismo, nos entrega a la voracidad de las grandes patronales y nos amenaza con el garrote si nos atrevemos a protestar?
¡Esto no va más! La salida es por izquierda. Con un plan de emergencia que empiece por un aumento de salarios y jubilaciones para cubrir la inflación, por la reapertura de paritarias y la prohibición de despidos y suspensiones.
Pero la lucha tiene que avanzar hacia medidas de fondo para quitarles el poder a los que saquean el país: ruptura del pacto con el FMI; desconocimiento y no pago de la fraudulenta deuda externa; estatización de la banca, el comercio exterior y las grandes empresas de la industria, el campo, el transporte y los servicios públicos bajo control de los trabajadores.
Un gobierno que esté en manos de la clase obrera y la izquierda, utilizando los principales recursos del país para poder terminar con el saqueo y desarrollar un gran plan de obras públicas, construyendo viviendas, escuelas, hospitales, usinas, redes cloacales y de agua y todo lo que necesita el país.