Escribe Guido Poletti
Los bancos privados que actúan en nuestro país, nacionales y extranjeros, son el prototipo de los capitalistas chupasangre que “se la llevan en pala”. No importa que la economía de conjunto crezca o esté en recesión. No importa que haya inflación, devaluaciones, que crezca el desempleo o la pobreza. Los bancos siempre ganan. Más aún: son los que más ganan. El año pasado, sin más, sus ganancias superaron los 300.000 millones de dólares.
La contrapartida son los abusos sobre los trabajadores y demás sectores populares. Mientras todos los trabajadores en blanco somos “cautivos” de algún banco en el que nos acreditan el sueldo, este nos cobra intereses abusivos por tarjetas de crédito, préstamos, comisiones y “servicios” (la inmensa mayoría invisibles).
En estos días nos ofrecen “correr” los vencimientos de las tarjetas de crédito (que gran parte del pueblo trabajador tuvo que “reventar” para comprar alimentos, artículos de limpieza o medicamentos) a cambio de pagar un interés superior al 40%: ¡el más alto del mundo! Mientras tanto, a los que viven de changas, tienen un quiosco o un remis les niegan un préstamo mínimo para seguir tirando, les rechazan cheques o les cobran intereses astronómicos por descubierto.
La semana pasada vimos las largas y criminales colas de los jubilados. Obviamente, el responsable es el gobierno. Pero sus cómplices son los bancos privados que, en su inmensa mayoría, hace años que se vienen negando a pagar jubilaciones y AUH, ya que eso “no les da ganancias”.
Los bancos siguen ganando durante la pandemia, ya que la mayoría de su trabajo es online. Ahora, que es más necesario que nunca la implementación de un fondo de emergencia para afrontar la pandemia, los bancos como tales, con sus ganancias, y los banqueros con sus fortunas individuales, deben estar entre los primeros que paguen un impuesto especial para financiar ese fondo.