Escribe Diego Martínez
Mucho se habla en estos días a través de los medios de comunicación de que en el gobierno habría dos alas. Una “moderada”, y otra “radicalizada” representada por los dirigentes más allegados a Cristina Kirchner y a la centroizquierda. Según esta lectura, este sector “más progresista” sería el que habría propuesto un impuesto a las grandes fortunas, que todavía sigue sin presentarse en el Congreso, y que no se sabe en qué va a terminar.
Pero la realidad es que para el común de los trabajadores no hay “alas” que valgan. Crecen las suspensiones y los despidos, se rebajan los salarios un 25% vía el acuerdo CGT-UIA-gobierno, se anuncia “0%” de aumento para los estatales, los trabajadores de la salud se siguen contagiando mientras continúan sin recibir los insumos básicos, el hambre sigue creciendo en los barrios.
El dirigente de ATE Cachorro Godoy, de esa supuesta ala “progresista”, vinculado a Claudio Lozano, explicó esta situación diciendo que “el gobierno tiene buenas intenciones, pero hay muchos problemas económicos”.
Además de apoyar estas iniciativas, los sectores sindicales vinculados al peronismo kirchnerista (Yasky, Baradel, Catalano de ATE, entre otros) se expresaron en contra del pacto entre la CGT, la UIA y el gobierno, por el cual se recorta 25% el salario de los trabajadores que están haciendo la cuarentena. Se pronunciaron también, formalmente, a favor de una recomposición salarial. Pero la pregunta es ¿qué están haciendo en concreto estos dirigentes para enfrentar el ajuste en curso? Nada, absolutamente nada.
Los dirigentes sindicales kirchneristas no enfrentan el ajuste
Son los campeones de inventar excusas. A la hora de salir a luchar la respuesta de estos dirigentes es siempre la misma: “No hay condiciones”. Muchos de ellos también nos dicen que movilizar contra este gobierno sería “hacerle el juego a la derecha”. Y ahora le suman “que no hay que romper la cuarentena”.
Comprendemos que haya compañeros que tengan expectativas en el gobierno, pero la verdad es que el motivo de fondo es que ambas supuestas “alas” son parte del gobierno peronista del Frente de Todos, y por ende llevan adelante todas sus políticas. Los dirigentes sindicales del peronismo kirchnerista se pintan “de progres”, pero es parte del doble discurso que aporta a que pase el ajuste.
Así, en la ciudad de Buenos Aires hace algunas semanas Larreta presentó un proyecto en la Legislatura para congelar los salarios y la planta laboral. La “ley de emergencia” abría además la puerta al pago escalonado de sueldos. Desde el gremio docente Ademys, junto con otros sectores y el acompañamiento de la izquierda, convocamos a movilizarnos. El peronismo kirchnerista no sólo estuvo ausente, sino que además boicoteó esta acción de lucha. La ley de Larreta, lamentablemente, se terminó votando a favor.
El gremio docente de la provincia de Buenos Aires atraviesa distintas problemáticas. Crecen los contagios de Covid-19 entre las maestras por estar expuestas cuando reparten bolsones de comida. Los suplentes no tienen ingresos porque no se realiza ningún acto público en el contexto de la pandemia. Frente a esta situación, desde la oposición de los Suteba multicolores se han realizado distintas acciones de lucha que fueron permanentemente atacadas por Baradel y la Celeste, que no movieron un dedo para solucionar los problemas de las y los docentes.
Algo similar pasó entre los estatales. A un gremio que tiene un gran retraso salarial el gobierno nacional le anunció que se postergan las paritarias por tiempo indefinido, ante lo cual las dos alas burocráticas que conducen ATE (los K de Catalano y los centroizquierdistas de Cachorro Godoy) no hicieron absolutamente nada.
La nota más saliente la dio un ministro de la Nación, Ginés González García, que atacó la jornada de protesta nacional del pasado 10 de junio de sectores de la salud señalando que “rompe el consenso político de trabajar todos juntos en la pandemia” y “expone a los más vulnerables”. Como bien le respondió nuestro compañero Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop, en una carta dirigida a su persona: “Sería bueno que se preocupara por solucionar estos y tantos otros problemas que venimos denunciando. Y si le molestan los reclamos públicos en cuarentena, su gobierno debería entonces destinar plata para la salud, los trabajadores y profesionales de los hospitales, para que haya una cuarentena sin rebajas salariales y jubilatorias”.
Como dijimos más arriba, la excusa favorita de los dirigentes sindicales del peronismo kirchnerista, la CGT y las CTA para no movilizar es que no es viable hacerlo en el marco de la cuarentena. Pero la realidad es que tampoco venían haciéndolo previamente. El año pasado, con Macri todavía en el gobierno, estos mismos sectores enarbolaron la consigna “hay 2019”, boicoteando las luchas y llamando a canalizar la bronca popular creciente por la vía electoral. Tal es así que el día que se votó el presupuesto anual a pedido del FMI, no asistieron a la movilización convocada en el Congreso. Fueron a una misa en Luján junto con Moyano y otros sectores. También en ese entonces dejaron pasar el ajuste, subordinando todo al éxito electoral del peronismo.
Impulsemos la movilización y la organización contra el ajuste
Nuestro planteo es claro: estamos por una cuarentena sin hambre, y no queremos que sean los trabajadores los que paguen la crisis. Hoy el gobierno está descargando un fuerte ajuste sobre las espaldas de los trabajadores. Con los que “firman” ese pacto, la CGT, y con los que no hacen nada y la dejan pasar, los supuestos “progres” kirchneristas.
La realidad desmiente el planteo de que es inviable luchar en cuarentena. Son miles los trabajadores en el país que pelean contra las rebajas salariales, los despidos, las suspensiones y cierres de fábricas. Lo hacen aún cuando no tengan el acompañamiento de sus conducciones sindicales. Algunos se organizan mediante asambleas y haciendo acciones en sus propios lugares de trabajo o en las zonas aledañas, y otros se movilizan en las calles. La propia realidad y la gravísima crisis social que estamos atravesando los obliga a hacerlo. Para enfrentar el ajuste en curso, lejos de dejar las luchas libradas a su suerte, hay que darles todo el apoyo, fortalecerlas y coordinarlas para que ganen. Esto es lo que venimos haciendo desde el Plenario del Sindicalismo Combativo. Por eso nos postulamos como una conducción alternativa para la clase trabajadora: independiente del gobierno, democrática y combativa.
Por eso también decimos que, así como ambas alas peronistas se subordinan a las políticas del gobierno, de subsidiar a las patronales, pagar la deuda y, en definitiva, ajustar a costa del pueblo trabajador, sí hay otra alternativa, la que planteamos desde el Frente de Izquierda Unidad: por una salida de fondo a los problemas del país. No pagar la deuda externa, imponer un verdadero impuesto a la riqueza, como lo expresa el proyecto que presentó el FIT en el Congreso, cuyo tratamiento fue rechazado con el voto de los diputados K incluidos, y que Vicentin sea expropiada sin indemnización y pase a ser 100% estatal y no una empresa mixta como sugiere el ala “izquierda” del gobierno.