Escribe Mariano Barba
En medio de la incertidumbre internacional sobre el precio del petróleo, el presidente Fernández designó a Darío Martínez secretario de Energía de la Nación, área que pasó al Ministerio de Economía. Martínez es un kirchnerista que llegó, enfrentando a Oscar Parrilli, como un renovador al Frente para la Victoria durante la presidencia de Cristina. Martínez, en un reportaje al diario Río Negro el 23 de agosto, reconoció que su designación en Energía fue “a pedido de Máximo Kirchner”, y sus primeras declaraciones dejaron en claro que viene a garantizar una política que le brinde “seguridad a los inversores petroleros”, es decir, que viene a aplicar a fondo la agenda de flexibilización laboral que hoy rige en las contrataciones para la explotación del petróleo y el gas bajo el sistema de fracking.
El MPN, partido de gobierno en Neuquén, pugnaba para que fuera un miembro de su partido el que ocupara el cargo, y desde hace años postula al ex gobernador Jorge Sapag, que cayó en desgracia cuando se ventiló que intentó depositar 5 millones de dólares en el paraíso fiscal de Andorra. De cualquier manera, Martínez es un neuquino que se lleva muy bien con el actual gobernador Gutiérrez, que a su vez fue considerado como “amigo” por el presidente en un asado en la mansión El Messidor, de Villa La Angostura. O sea, la trenza política perfecta para seguir entregando las riquezas del subsuelo. Con un agregado: prometió abrir una subsede de Energía en Neuquén.
Martínez acepta que las tarifas de los combustibles y el gas están atrasadas, por eso se comprometió a preparar “una tarifa que le dé rentabilidad a quienes los producen para que hagan las inversiones necesarias”. Traducido, acordará con multinacionales como Chevron, Total, Exxon, o Shell la fijación de una tarifa que les garantice las ganancias, jugando para ello con millonarios subsidios que ya tienen y que paga todo el pueblo.
Mientras tanto, un número importante de obreros petroleros continúan en sus domicilios con sueldos menores al 50% y el gremio sigue sin entrar en paritarias, por eso no se descartan amenazas de medidas de fuerza. No tanto porque el burócrata Guillermo Pereyra se haya vuelto combativo, sino porque con la llegada de Martínez se habla de reactivar las operaciones de YPF y otras empresas, que quieren hacerlo con la escala salarial de hace un año.