Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
El gobierno acaba de enviar una nota al Fondo Monetario para entablar negociaciones y firmar un nuevo acuerdo para pagar. Desde allí surge la primera pregunta, ¿por qué pagar esa deuda que nos endosó Macri en un pacto espurio con el FMI?
Alberto Fernández había dicho: “El FMI y Macri son responsables por la catástrofe social”. ¿En qué quedamos entonces? Si esa plata fue para financiar la bicicleta financiera, como dice el propio gobierno, ¿por qué el pueblo trabajador tiene que pagar una deuda que no se destinó para aumentar salarios, jubilaciones, a trabajo o a reactivar la economía?
Se trata de la friolera de 50.000 millones de dólares que la Argentina tendrá que hacer frente hasta 2024. Como es imposible pagar en ese plazo habrá que entablar otro acuerdo. El gobierno habla de las bondades del FMI, el brazo financiero y explotador de los usureros internacionales, el imperialismo norteamericano y la Unión Europea que estuvo detrás de todas las dictaduras que se dieron en el país. Trata de disfrazar al lobo de oveja. Dice que esta vez el FMI va a comprender la delicada situación en la que está la Argentina y que, por lo tanto, no impondrá ajustes estructurales. Para Izquierda Socialista y el FIT Unidad se trata de otro pacto colonial de sometimiento y saqueo al servicio de seguir poniendo al país como factoría para pagar con más ajuste una deuda usurera.
El gobierno nos quiere vender a un FMI bueno que no impondrá nuevos ajustes. Y dice que a partir del nuevo acuerdo a firmar se va a lograr una senda despejada que permitirá crecimiento económico y la mar en coche. Pero eso es una verdadera mentira. Miremos Ecuador. El gobierno de ese país acaba de pactar un nuevo acuerdo con el Fondo a cambio de políticas antipopulares. “Las autoridades se comprometen a tomar medidas tempranas para mejorar las finanzas públicas. Esto incluye reducir el gasto relacionado con la crisis el próximo año e implementar un paquete de reforma fiscal que incluye una moderación del gasto corriente y de capital, una reforma tributaria inteligente e integral, y una mejor gobernanza del gasto público”, declararon desde el FMI (Infobae, 28/8). Es decir, un mayor ajuste en un país desquiciado por el hambre y el Covid. Lo hace después de que, también por exigencia del Fondo Monetario, en 2019 el gobierno de Lenin Moreno impuso una suba sideral al precio de los combustibles que provocó una rebelión que la frenó.
Hay otro camino
¿Sólo queda arrodillarse ante el FMI? Claro que no. Están dadas todas las condiciones para que, ante la crisis capitalista más aguda de todos los tiempos, en plena pandemia y el crecimiento del hambre y la pobreza, la Argentina tome una medida soberana y ejemplificadora para liberarse, dejar de pagar y atender en forma urgente los males sociales. Pero el peronismo de Alberto Fernández está haciendo lo contrario. Y en eso hay pleno acuerdo entre el presidente y Cristina Fernández, quien le dio la orden de “aflojar” para arreglar con los bonistas. Todo con el aval de Macri, Cambiemos y la UCR.
A tal punto es usurera la deuda que el Fondo estaría dispuesto a prestar plata al gobierno para que el gobierno le pague… ¡al propio FMI! ¿Se puede imaginar algo más desopilante? De esa manera van a decir que el gobierno está logrando algo inédito, que el FMI se volvió más humano y que todo se encamina a un final feliz. El propio emisario argentino ante el FMI, Sergio Chodos, lo desmiente: “En algún momento hay que ir a un sendero de equilibrio fiscal”. ¿Qué quiere decir? Menos gasto social y más pagos de deuda.
Ya se habla de una reforma impositiva para recaudar más por exigencia del propio FMI, incluso subiendo el impuesto al salario (Ganancias) y a los monotributistas. “La reforma tributaria es una de las exigencias del Fondo Monetario […] las recetas son duras y las de siempre” (Clarín, 28/8). ¿Cuáles serán esas exigencias? Menos jubilaciones (el gobierno ya empezó a aplicarlo con subas por debajo de la inflación, cambio de la movilidad y aumento de la edad jubilatoria, como quieren hacer con los pilotos de Aerolíneas, llevándola a 70 años), más flexibilización laboral (con acuerdo de la CGT y los movimientos sociales), más devaluación y subsidios para las patronales.
Viendo que no le será fácil al Frente de Todos a pesar de lo que intenta transmitir, dice que cifra esperanzas en un posible cambio de gobierno en las próximas elecciones en los Estados Unidos que le sea más beneficioso, como si el demócrata Obama cuando gobernó se hubiera preocupado por el Tercer Mundo y no por los lobos de Wall Street para los que gobernó.
Con el doble discurso que acostumbra el peronismo gobernante diciendo que está con los que menos tienen se prepara para volver a pactar con el FMI. Es decir que mientras el Macri de la llamada derecha neoliberal nos endeudó por décadas, el gobierno “nacional y popular” es ahora el que paga. Lo mismo hizo el peronismo kirchnerista en 2003 cuando asumió, reanudando los pagos de la deuda que el Argentinazo había repudiado. En ese momento Néstor y Cristina Kirchner dijeron que con el pago de contado al FMI y el canje que implementaron el país se iba a desendeudar y a liberar. Nada de eso pasó. Ahora se vuelve a repetir la historia.
El FMI es mala palabra desde su creación, en la década del ’40 del siglo pasado. Por eso el viejo peronismo no se sometió a sus dictados. Tuvo que venir la revolución fusiladora del ’55 para que la Argentina se endeudara bajo sus exigencias y los distintos gobiernos aplicaran ajuste tras ajuste contra los trabajadores. Alberto Fernández no será la excepción.
Repudiamos el nuevo pacto con el FMI, llamamos a desconocer la totalidad de la deuda por ilegítima y fraudulenta, decimos que hay que romper los lazos económicos y políticos que nos atan al imperialismo y que hay que poner todo ese dinero para combatir el flagelo de las pandemias que castigan al pueblo trabajador. Unirnos en un frente de países latinoamericanos para no pagar, rumbo a la segunda independencia.