Escribe Guido Poletti
La derecha argentina está intentando instalar una nueva alternativa política. Lo hace con José Luis Espert, fallido candidato presidencial el año pasado, que salió último, de la mano del payasesco Javier Milei. Ambos se venden como economistas. Espert lo es, de hecho hizo su fortuna como consultor del establishment, en especial de los bancos y los especuladores de la Bolsa. Milei es más patético, es “ñoqui” de Aeropuertos Argentina 2000, la empresa de Eduardo Eurnekian. El ultraliberal Milei recibe un sueldo de una compañía que vive de una concesión del Estado. Peor aún, en los primeros meses de este año figuró que su salario lo pagó un ATP. Gracias a eso pasea entre la farándula y hasta se da el lujo de ser un personaje de teatro de revistas.
Evidentemente, los medios de comunicación amplifican lo que intentan construir Milei y Espert, dándoles horas y horas en sus programas. Los dos tratan de mostrarse como “modernos”, “cancheros”, tiran frases de efecto, como “los políticos le roban a la gente”. Incluso Milei ha llegado a definirse como anarquista, “anarco-capitalista”, dice.
Pero, a poco que miramos qué plantean, lo que encontramos son las viejas consignas más antiobreras y reaccionarias que nos podamos imaginar. ¿Cómo se resuelven los problemas de nuestro país? “Echando a un millón de empleados públicos”, responden, sin ponerse colorados. A esto le suman eliminar las indemnizaciones por despido, hacer una superflexibilización laboral, privatizar la salud y arancelar la educación. Prometen cárcel para los que protesten y se movilicen. Defienden a muerte a las patronales contra los trabajadores.
A Milei y Espert no les faltan las consignas más reaccionarias que se pueden juntar hoy, se declaran anticuarentena, apoyan a Trump, están en contra de la legalización del aborto y son misóginos.
En realidad, su planteo no es novedoso, como nos quieren hacer creer. Entronca con los viejos programas de la derecha liberal que ya hubo en otros tiempos con personajes que crearon experimentos políticos similares. El más “exitoso” fue el de la UCeDé, con Alvaro Alsogaray, que se destacaba por defender las dictaduras militares y participar como ministro. En los ’80 era el campeón de la impunidad a los militares genocidas y fue el padre teórico de las privatizaciones que luego llevó adelante Menem, con María Julia, hija de Álvaro, como funcionaria, que terminó presa por corrupción.
Milei-Espert, envase nuevo para un programa viejo y con olor a podrido.