Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
En un deslucido discurso, con un recinto semivacío, rating televisivo por el piso y cacerolazos de repudio, el presidente Milei dio su mensaje de apertura del año legislativo. El único anuncio concreto fue que enviará al Congreso el futuro acuerdo con el FMI y que se compromete a pagar puntualmente los vencimientos de deuda externa y a seguir con su brutal ajuste. Todo terminó en un escándalo, con agresión a un diputado incluida.
Desde el propio gobierno ultraderechista de Javier Milei se habían despertado expectativas sobre el discurso que daría el presidente en la apertura de sesiones del Congreso. Es que se venía del súper reaccionario, discriminador y homofóbico discurso de Davos, que desencadenó la marcha de repudio del 1F, y luego del escándalo de alcance internacional de la estafa mundial cripto gate. Por si esto fuera poco, Milei había lanzado la semana pasada la amenaza de intervenir la provincia de Buenos Aires, en un intento demagógico de subirse a la ola de repudio y preocupación popular por el ascenso de la inseguridad en el conurbano.
Durante su discurso, como es habitual, Milei no se privó de decir unas cuantas barbaridades y mentiras de las que nos tiene acostumbrados, como afirmar que la economía creció un 5% en 2024, cuando todos los datos muestran recesión o autoproclamándose una vez más “el mejor gobierno de la historia”. Pero el centro de su intervención, y de hecho el único anuncio concreto, fue que enviaría para su tratamiento al Congreso el nuevo acuerdo en danza con el FMI.
¿Por qué manda al Congreso el acuerdo con el Fondo?
Hace meses que Milei y su ministro de Economía Luis “Toto” Caputo vienen anunciando que “es inminente” la aprobación por parte del FMI de un nuevo acuerdo con la Argentina, “que sólo falta el moño”, y que proveería fondos por entre 10.000 y 15.000 millones de dólares para nuestro país. En sentido contrario, cada vez que se afirma esto, los voceros del Fondo replican diciendo que “por supuesto apoyan el plan de ajuste del gobierno”, pero con respecto a un nuevo acuerdo patean todo para adelante, con un diplomático “seguimos conversando”. Idéntica respuesta se llevó Caputo hace pocos días de su reunión con el secretario del Tesoro yanqui Scott Bessent. Es que el FMI le exige al gobierno que primero devalúe y abra el cepo (además de reformas estructurales laboral, previsional y fiscal) y que el acuerdo sea aprobado en el Congreso, a los efectos de involucrar también a la oposición patronal.
El gobierno de La Libertad Avanza hasta hace pocas semanas, fiel al “estilo Milei” de pasar por encima cualquier obligación legal, amenazaba con firmar el pacto con el Fondo sin pasar por el Congreso. Que ahora se vea obligado a plantear que lo va a presentar al debate parlamentario es una señal que todavía no está nada acordado y que esto es una exigencia fundamental del propio FMI, porque sabe que “Milei pasa”, pero los gobiernos patronales posteriores serán los que deberán cumplir con lo pactado.
La necesidad del acuerdo con el Fondo también es una demostración de que el plan motosierra que ya viene dejando un tendal entre salarios y jubilaciones de hambre, despidos y cierres de organismos en el sector público y de empresas en el sector privado, sólo “cierra”, en los términos del capitalismo imperialista, con un ajuste mayor todavía. Que incluya una devaluación que vuelva a pulverizar más aún los ingresos populares, con liquidar todo derecho laboral con una flexibilización extrema, con la vuelta de la jubilación privada y su práctica extinción para la inmensa mayoría y, en suma, con mayor entrega, saqueo, pobreza y marginación social. Eso implica el acuerdo en danza con el Fondo: sólo plata para garantizarle cobrar a los pulpos acreedores, a costa de mayor deuda a futuro. Por eso es que tenemos que repudiar de conjunto el plan de Milei y el FMI.
El peronismo y el FMI
El presidente desafió a los legisladores al plantear en su discurso: “esperamos que este Congreso adopte la misma postura que tuvieron con todos los demás, que es acompañar desde sus bancas, apoyando al Gobierno en este nuevo acuerdo”. Evidentemente, aquí puso el dedo en la llaga: es que el motivo central de que hoy tengamos este gobierno ultraderechista fue, sin duda, el desastre del gobierno peronista de Alberto, Cristina y Massa, que hambrearon al pueblo para cumplir con el ajuste que ellos acordaron con el FMI en 2022.
Por eso es cínica y no sirve para nada la respuesta de Cristina al día siguiente del discurso presidencial: “Y cuando cerraste el discurso, anunciando que ya tenías un NUEVO ACUERDO CON EL FMI que “nos brindará las herramientas para sanar el camino hacia un ESQUEMA CAMBIARIO MÁS LIBRE Y EFICIENTE para todos nuestros ciudadanos” … dije BINGO!!!! Otra vez sopa”.
Sí, otra vez sopa. Pero hay que precisar que la “sopa” anterior se cocinó en la olla del gobierno peronista del Frente de Todos. El que arrancó reconociendo la deuda de Macri (que incluía los 45.000 millones del FMI, a pesar de que se sabía y afirmaba que se habían usado para fugar capitales), el que firmó en plena pandemia el canje con los pulpos acreedores privados diciendo que era un gran logro, cuando actualmente nos genera pagos millonarios como el del mes pasado (más de 4.300 millones de dólares) monto que se repetirá en julio. Y no olvidemos que fue la propia Cristina la que se pasó dos años diciendo que era posible un acuerdo “amigable”, “progresista” o “con redistribución de la riqueza” con el FMI. Para que, cuando ya resultó evidente que implicaba un duro ajuste, mandar a los suyos a no votarlo en el Congreso, pero anunciando que “no ponía palos en la rueda”, ya que igual el gobierno (del que ella era vicepresidenta) tenía garantizado los votos de la entonces oposición patronal para aprobarlo. Solo el Frente de Izquierda Unidad repudió en las calles y con un ciento por ciento de sus bancas este pacto con el FMI como todos los anteriores y llama a repudiar el anunciado por Milei ahora.
Idas y vueltas de un peronismo muy parecidas a las del año pasado, donde mientras se hacían encendidos discursos contra Milei y su política, siempre aparecía el número de peronistas “dialoguistas” necesarios para que el gobierno consiguiera lo que quería, al mismo tiempo que la burocracia de la CGT garantizaba por su parte “la paz social” con su pacto con el gobierno, dejando pasar todas las medidas de ajuste.
¡Basta de Milei!
El escenario de la inauguración de sesiones en el Congreso no pudo ser más patético para el gobierno. Un despliegue policial impresionante, cortando veinte cuadras a la redonda, mientras no fue literalmente nadie a apoyarlo en las calles, donde incluso se llegaron a escuchar (hasta “colarse” en la propia transmisión oficial) los cacerolazos en contra. Protestas que, a la hora en que el presidente daba su discurso, se replicaron en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
Los periodistas, cronistas parlamentarios y reporteros gráficos acreditados también fueron objeto de todo tipo de aprietes y restricciones a su trabajo. Con el dato de color que se les quitó el palco que tienen asignado históricamente, que se le otorgó a un solitario y desconocido jeque árabe.
El presidente le habló a un recinto semivacío de legisladores (de hecho, si se hubiera tratado de una sesión normal, no hubiera tenido quórum ni en diputados ni en senadores). La bancada del Frente de Izquierda Unidad dio a conocer su repudio retirándose tras dejar pancartas con las leyendas: “Basta Milei”, “estafador, discriminador, hambreador y represor”.
El rating de los canales que pasaron en cadena el discurso bajó al mínimo. Como si todo esto fuera poco, el secretario Santiago Caputo miembro del “triángulo de poder” junto con el propio Milei y su hermana Karina, generó un escándalo cuando bajó a patotear al diputado radical Hugo Manes, uno de los pocos opositores patronales presentes, que había reclamado que Milei se refiriera al cripto gate en su alocución. Hecho que repudió inmediatamente nuestra diputada de Izquierda Socialista Mónica Schlotthauer.
El discurso del presidente en el Congreso terminó de desnudar el sentido más profundo del ajuste “más grande de la historia” y la motosierra: un nuevo acuerdo con el FMI para seguir pagando, hasta el infinito, la ilegítima, usurera y fraudulenta deuda externa a costa del hambre del pueblo trabajador. Llevado adelante por un gobierno ultraderechista, represor, anti derechos y estafador serial.
¡Basta de Milei! Es un sentimiento popular que crece y se potencia. Se impone derrotar al gobierno en las calles, con movilizaciones masivas y unitarias, como las que se vienen el 8 y el 24M. Al mismo tiempo que seguimos repudiando el pacto de la CGT con el gobierno, llamando a que lo rompa y exigiendo que junto a las CTA llame a un paro nacional y un plan de lucha contra el plan motosierra, y ahora también contra un nuevo acuerdo hambreador con el Fondo.
Al mismo tiempo tenemos que seguir alertando que el peronismo, en sus distintas variantes (Cristina, Kicillof, Grabois y demás referentes) no es salida. Ya gobernó, nos llevó al desastre, generando que equivocadamente se le abriera paso a este ultraderechista. Y ahora le vota las leyes a Milei, no moviliza y aplica el ajuste donde gobierna. En el diario Página12 de este lunes 3 de marzo aparece una columna de opinión donde se dice: “Milei puede porque UxP no representa a nadie más que a ellos mismos. No convocan al pueblo, no le dan pelea a Milei en ningún terreno. Ni en la calle ni en el Congreso. Que el peronismo actual deje de ser funcional al gobierno mileísta.”
Ante el plan de guerra de Milei hay que ser claro y oponerle otro programa, que comience por dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. El único que plantea esto es el Frente de Izquierda Unidad, el que a la vez denuncia y vota siempre con claridad y unanimidad contra Milei y acompaña todas y cada una de las luchas en las calles. Ahí está la alternativa para el pueblo trabajador, para la juventud, para el movimiento de mujeres y disidencias y para todas y todos los que hoy se preguntan cuál es la salida.