Escribe Adolfo Santos
La desigualdad social en nuestro país y en el mundo es de una crueldad absurda. Más aún en el marco de la pandemia. Bajo la protección de los gobiernos, el capitalismo imperialista y las burguesías nacionales no dejan de amasar fortunas. Según un informe difundido en Davos durante la nueva edición del Foro Económico Mundial, los diez hombres más ricos del mundo, durante la pandemia, aumentaron sus fortunas en más de medio billón de dólares, 540.000 millones de dólares (Cronista 25/1/2021). Mientras tanto, la pobreza crece de forma exponencial en medio de despidos, suspensiones, retiro de derechos laborales, congelamientos salariales y se naturaliza la exigencia de trabajar sin respetar los protocolos para proteger la salud.
Para tener una idea de lo que representa esa ganancia obscena de los Jeff Bezos (Amazon), Elon Musk (Tesla Motors), Bill Gates (Microsoft) o del argentino Marcos Galperín (Mercado Libre), la Oxfam, una organización benéfica del Reino Unido, calculó que ese dinero sería suficiente para vacunar al mundo entero y revertir el aumento de la pobreza causada por la pandemia. La riqueza total de los multimillonarios alcanzó los 11,95 billones de dólares en diciembre de 2020, equivalente al gasto total de recuperación del coronavirus de todos los gobiernos que integran el G20, los países más ricos del mundo.
La propia Oxfam, que actúa en varios países, no tiene nada de socialista y busca resolver el problema de la pobreza en los marcos del capitalismo, acaba cuestionando este sistema perverso: “Un impuesto temporal sobre las ganancias excedentes de las treinta y dos corporaciones globales que más han ganado podría haber recaudado 104.000 millones de dólares en 2020. Esto sería suficiente para proporcionar beneficios de desempleo para todos los trabajadores y apoyo financiero para todos los niños y ancianos en países de ingresos bajos y medianos”. Sin embargo, ni esa simple medida es capaz de adoptar este sistema capitalista imperialista cuya esencia, con o sin pandemia, es la apropiación de las riquezas en pocas manos y la generación de ejércitos de pobres y desocupados.
Pero como decimos al inicio, esto no sería posible sin la complicidad de los gobiernos de turno que facilitan el camino de estos grandes empresarios. Sin embargo, está demostrado que cuando nos organizamos y luchamos, aun a pesar de las direcciones burocráticas traidoras, somos capaces de revertir la situación. Impedir la ampliación de la desigualdad social en medio de esta pandemia es una tarea fundamental y comienza por enfrentar los planes de ajuste de los gobiernos. Para eso necesitamos de la más amplia unidad y solidaridad con los que luchan, ese es el camino para arrancar medidas capaces de frenar la pobreza, achicar la brecha de la desigualdad y comenzar a construir una sociedad distinta, socialista.