Escribe José Castillo, candidato a diputado nacional por CABA, Izquierda Socialista/FIT Unidad, lista 1A
Esta semana se pagaron 345 millones de dólares el FMI. El gobierno de Alberto Fernández ha venido priorizando desde su asunción los pagos de deuda externa. A contramano de su discurso, de “dedicarse a los más vulnerables” y de resolver las más urgentes necesidades populares, ya lleva pagados 7.500 millones de dólares.
Ese dinero fue a parar a los bolsillos de los pulpos acreedores, del Club de París, o del propio FMI. Inclusive en este último mes se ha dado una aceleración de esos pagos. Así, el 9 de julio, Día de la Independencia, se abonaron a los bonistas 115 millones por el canje cerrado en agosto del año pasado. Posteriormente, se le entregaron otros 225 millones al Club de París. Y ahora, empezando agosto, se pagan 345 millones por vencimientos de intereses al Fondo Monetario Internacional.
Agreguemos a todo esto que, según informó la vicepresidenta Cristina Fernández, los 4.300 millones de dólares que enviará el FMI a nuestro país en derechos especiales de giro (DEG), supuestamente como parte de un programa mundial para atender la pandemia del Covid-19, serán utilizados para cumplir con los pagos de 1.800 millones de dólares en septiembre y otro tanto en diciembre. Traducido, el FMI nos “presta” plata con la excusa de que es para políticas sanitarias y sociales, y el gobierno del Frente de Todos la utiliza para “pagarle” al mismo Fondo por vencimientos anteriores.
En síntesis, durante los dos años de la pandemia se van a terminar entregando casi dos billones de pesos a los buitres de la deuda, un monto superior al destinado por todo concepto, para atender las consecuencias sanitarias y sociales de la pandemia.
Pero esto no es lo peor. A pesar de todos estos pagos, nuestro país sigue debiéndole casi 50.000 millones de dólares al FMI por el préstamo que en su momento tomó el macrismo (y que, como se sabe, se destinó a financiar la fuga de capitales de los especuladores financieros). El ministro de Economía, Martín Guzmán, está procurando firmar un acuerdo de renegociación con el organismo, es lo que se denomina pacto de “facilidades extendidas”. Un típico acuerdo con el Fondo, similar al que han firmado otros países del mundo, que genera en todos los casos repudios y gigantescas movilizaciones. A cambio de correr los vencimientos cuatro años, la Argentina se comprometerá a realizar un ajuste mucho más fuerte que el actual, que puede incluir reformas laborales (flexibilización), previsionales (reducción de jubilaciones) y fiscales (más impuestos para los pobres y menos para los ricos).
El FMI exige que estos acuerdos sean votados por el Congreso. No es una novedad. Apenas inició su mandato el gobierno del Frente de Todos votó, juntamente con Juntos por el Cambio, con el único rechazo del FIT Unidad, el reconocimiento de toda la deuda externa (incluyendo el préstamo del FMI) y el inicio de las negociaciones. En los próximos meses, inmediatamente después de las elecciones, el nuevo acuerdo con el Fondo será sometido al Congreso. El Frente de Todos y la oposición patronal de Juntos por el Cambio votarán a favor. Y, otra vez, solo nos opondremos desde el Frente de Izquierda Unidad.
Todo esto tiene que llamar a la reflexión. Los votos que obtenga el Frente de Todos, y los diputados y senadores que logre, los utilizarán para hacer pasar este mayor ajuste, que significa más hambre, desempleo y marginación social. Por el contrario, votar al Frente de Izquierda Unidad es hacerlo por la única fuerza que viene sosteniendo, sistemáticamente, que no hay salida para el pueblo trabajador si no se deja de pagar la deuda externa y se rompen los lazos políticos y económicos con el FMI. Votar por la lista 1A Unidad de la Izquierda es, a la vez, darle el apoyo a diputadas y diputados como Juan Carlos Giordano, Mónica Schlotthauer, Nicolás del Caño o Romina Del Plá, los únicos que alzaron su voz en el Congreso contra la estafa de la deuda externa.