Escribe José Castillo
El compromiso de cumplir con el FMI fue tomado por el gobierno de Alberto Fernández apenas asumió. Lo hizo haciendo gala del más desvergonzado doble discurso: por un lado despotricaba diciendo que la deuda con el Fondo fue tomada por Macri, incluso violando las más mínimas disposiciones legales argentinas y administrativas del propio FMI, y que, encima, había sido utilizado en su totalidad para financiar la fuga de capitales de los especuladores que jugaban a la bicicleta financiera. Pero, por el otro, se comprometía a pagarla.
Durante estos dos años, el gobierno del Frente de Todos insistió en que el acuerdo a lograrse sería “sin ajuste”. Para ello, sostenían, contaban con la simpatía de la directora del Fondo, Kristalina Georgieva, que garantizaría un programa del FMI “progresista”, ya que era amiga del Papa Francisco.
Cuando se les preguntaba cómo sería posible dicho acuerdo “sin ajuste”, desde el gobierno de los Fernández explicaban: “vamos a pagar los 45.000 millones de dólares a veinte años, con diez de gracia. O sea, no pagaríamos nada hasta 2031 y luego 4.500 millones por año”. El FMI, Kristalina incluida, le respondió amablemente al gobierno argentino que eso no era posible, que no existían acuerdos a veinte años en los estatutos del Fondo. Que el acuerdo sería a diez años, empezando a pagar a los cinco (o sea en 2026) con vencimientos de capital de 10.000 millones de dólares por año. ¡Imposible de cumplir sin un super-ajuste!
Pero ahí no termina la historia. Luego el gobierno del Frente de Todos empezó a decir que, por lo menos, conseguiría que se redujera la tasa de interés (para que se entienda, los 45.000 millones que hay pagar, sumando los intereses, superan los 50.000). La tasa acordada por Macri era de 4% anual en dólares (escandalosamente alta, en un mundo donde la tasa de interés internacional está debajo de 1%). Alberto Fernández y su ministro, Martín Guzmán, sostuvieron que lograrían una reducción de la tasa al 1,5%, lo que permitiría ahorrarse aproximadamente 1.000 millones al año de pago de intereses. ¿Adivinen qué respondió el FMI? Obviamente que no, que hay que pagar a la tasa acordada.
En síntesis, el gobierno del Frente de Todos puede seguir discurseando con que “no se firmará un acuerdo que implique ajuste”, pero la realidad es que pagará todo (tasas de interés usurarias incluidas), en el plazo que exige el FMI y con el plan de ajuste dictado por el propio organismo. Un sometimiento en toda la línea.