El final de 2021 transcurre en medio del crecimiento de la pobreza y la desigualdad social. Fue el año de la derrota electoral del peronismo y se viene el pacto con el FMI. El Frente de Izquierda sacó 1.264.238 votos, haciendo una elección histórica, y acaba de poner esa fuerza en las calles protagonizando junto a más de cien organizaciones la mayor movilización contra la deuda externa y el FMI de las últimas décadas. El año 2022 seguirá cruzado por la crisis capitalista, un gobierno más débil y el desafío de los luchadores y la izquierda por aprovechar cada round para fortalecer una nueva dirección sindical y política para pelear por los cambios de fondo.
Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional Izquierda Socialista/FIT Unidad
Se acerca fin de año y millones tendrán algún momento para reflexionar sobre lo sucedido y lo que vendrá. Lo tendrán que hacer en medio de la batalla del día a día para poder acceder a los alimentos casi inalcanzables para subsistir. Y para no contagiarse, ya que la pandemia acecha con nuevas cepas y una suba de contagios, donde todavía el 35% de la población no tiene la segunda dosis, dos millones no recibieron ninguna y hay provincias con sólo el 50% vacunado.
Muchos podrán creer que las mayores calamidades se deben a la pandemia mundial inédita. Pero, en todo caso, esta agravó los males sociales que desde siempre el capitalismo viene descargando sobre las espaldas del pueblo trabajador. Por ello acrecentó las ganancias de los de arriba.
Argentina es parte de la crisis capitalista mundial y su fiel reflejo. Un reciente informe revela que hay trece millones de nuevos pobres en Latinoamérica y El Caribe.De un total de sesenta millones, dieciséis corresponden a nuestro país. Argentina lidera la suba en los últimos años por encima de Ecuador, Perú y Brasil (datos de la FAO - Organización de las Naciones Unidad para Alimentación y Agricultura). La pobreza bajo un nuevo gobierno peronista afecta al 64% de los menores de diecisiete años, según el último registro del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Todo esto ocurre mientras los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. “El 10% de la población más rica concentra el 76% de las riquezas del planeta mientras el 50% más pobre sólo el 2%” (informe del Laboratorio Mundial de Desigualdad, Página 12, 12/12). Ese contraste también se replica en Argentina, con una inflación del 52% y salarios y jubilaciones de pobreza.
El gobierno simula que estamos saliendo, pero a pesar de que la economía por un lógico efecto rebote reactivó algunas ramas, al mismo tiempo creció la indigencia. Quiere decir que mientras los grandes empresarios, multinacionales, bancos y terratenientes siguen engordando sus ganancias, el pueblo trabajador se sigue hundiendo en la miseria. Por eso la campaña del peronismo del Frente de Todos, de que solo existía la pandemia de Macri y la del Covid-19, fracasó. Millones identificaron al gobierno peronista de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que cuenta con el apoyo de la CGT, la CTA y los movimientos sociales oficialistas, como responsable de la desesperante situación actual.
El nuevo acuerdo con el FMI provocará un salto en el ajuste, saqueo y dependencia. El gobierno se apresta a aplicarlo disfrazado de “plan plurianual”. Ese verso que dice que no habrá miseria tras el pacto con el FMI lo vienen repitiendo todos los gobiernos. “No vamos a pagar la deuda con el hambre del pueblo”, repetía el radical Alfonsín en 1983.
Fernández repite la consigna kirchnerista “hay que crecer para pagar” y le pide al FMI que lo deje aplicar un “crecimiento sostenido”. Pero ya el Presupuesto 2022 que está por aprobar el Congreso, a pesar que no contempla pagos de capital al FMI, dispone la reducción de las partidas en salud, universidades y políticas ambientales, menos plata para el pago de las sentencias a los jubilados, nuevos tarifazos y una inflación mentirosa del 33% para que se firmen paritarias a la baja como se hizo este año. Por eso el acuerdo con el FMI es bendecido por el Papa Francisco y tiene el aval de los gobiernos imperialistas, además de los grandes empresarios locales, hasta la Sociedad Rural. El negocio es redondo: Macri nos endeudó para salvar a bancos y a la bicicleta financiera, y ahora es el peronismo el que paga. Una “alternancia democrática” que resulta claramente beneficiosa para el establishment.
Lo dejó claro Alberto: “los gobiernos peronistas no somos los que no queremos pagar deudas”, y Cristina en su reciente carta cuando escribió “ojo que nosotros no hablamos de desconocer deudas”. Por eso en la plaza del viernes 10, en el acto “por la democracia y los derechos humanos”, tanto Lula como Cristina reivindicaron el pago simultáneo de contado que hicieron al FMI Brasil y Argentina en 2005, diciendo que así nos íbamos a liberar y a desendeudar. Fue una burda mentira.
Mostrar a un FMI bueno o pedir que “recapacite”, como lo hace Máximo Kirchner, es una patraña para hacer pasar el mayor ajuste que vendrá. El FMI está controlado por el imperialismo norteamericano, que al tener el 16% de las acciones dispone del poder de veto, ya que dicho organismo necesita el 85% de sus votos para decidir. O sea, ¿el imperialismo va a recapacitar en beneficio de una semi colonia como Argentina? ¿Dónde se vio? Todos los países se hunden de la mano del FMI. Lo muestra la historia mundial y la de Argentina. Grecia y Portugal solo pueden mostrar más ajuste, privatizaciones y pulverización de leyes laborales tras los acuerdos con ese organismo explotador.
Algunos sectores peronistas se atajan diciendo por lo menos que se firme “el acuerdo menos malo”. Una utopía. Desde 2024 ya empiezan a ser insostenibles los pagos de deuda con los vencimientos ya firmados con los buitres privados y desde el 2026 se acumularán nuevos y enormes pagos, ni qué hablar cuando se le sumen los 45.000 millones que dejó Macri.
Argentina se seguirá hundiendo en la miseria y la dependencia. El gobierno peronista envió varias leyes para perdonar impuestos a multinacionales del hidrocarburo, el agronegocio, mineras y automotrices. Son planes a varios años. Dice que si se exporta más (con saqueo y contaminación, agregamos) quedarán más dólares para cumplir con el FMI. No serán más que nuevos capítulos de superexplotación obrera y entrega de tierras y recursos naturales al imperialismo.
Lo que dejaron las elecciones
Los resultados de las elecciones del 14 de noviembre dejaron un claro perdedor, el gobierno peronista del Frente de Todos. Perdió cuatro millones de votos comparado con 2019. No le alcanzaron el clientelismo, el aceitado aparato del PJ y su doble discurso para retener a parte de su electorado obrero y popular, que fue al Frente de Izquierda.
Quedó como ganador el macrismo de Juntos, esa alianza de radicales y el PRO que los llevó al poder en 2015, perdió en 2019 y ahora sale airoso, pero no como una oposición patronal que genere grandes expectativas. Aunque queda como recambio para las próximas presidenciales, usufructuaron parte del “voto castigo” contra el gobierno, más por la bronca que por su programa de centroderecha. Fueron “ganadores” pero ya están en una crisis importante, con peleas y fracturas públicas en sus bloques. Su proyecto de gobierno es claramente antipopular, ya que donde están, como en CABA, crecen la desigualdad social y la entrega de tierras públicas al negocio inmobiliario. En las provincias, la UCR es también ajuste, corrupción y represión.
Al no ser una elección tan polarizada, dio espacio para que se proyectaran distintas variantes. Una de ellas ha sido el crecimiento del ultraderechismo neofascista encabezado por Milei en CABA y Espert en la provincia de Buenos Aires, con un programa anti obrero, ajustador y reaccionario al mejor estilo de Bolsonaro y Trump. Por otro lado, y esto es lo más importante para los luchadores que quieren cambios de fondo, el Frente de Izquierda hizo una elección histórica, logrando cuatro bancas al Congreso Nacional, varios legisladores y, lo inédito hasta ahora, varios concejales en el conurbano bonaerense, en el bastión de lo que se decía era una sagrada hegemonía del peronismo.
Que en el mayor distrito obrero y popular haya crecido el Frente de Izquierda Unidad es un logro reconocido por propios y extraños, en Argentina y en Latinoamérica. Abre la posibilidad cierta de que el peronismo pueda ser superado por una alternativa obrera y socialista, que logre llevar a cabo un programa de ruptura con el capitalismo y terminar con el hambre, la pobreza, la dependencia y la destrucción ambiental, y sea un aliciente de ahora en más para que el FIT-U siga creciendo en la clase trabajadora, el movimiento de mujeres y en las barriadas populares. Para dotar a los trabajadores de una herramienta política que luche por un gobierno de los que nunca gobernaron.
Llamamos a fortalecer al Frente de Izquierda Unidad
El año que viene va a estar signado por nuevos capítulos de la pelea contra el mayor ajuste y el FMI. Por un lado, estará el gobierno para imponerlo, que contará con el apoyo del macrismo de Juntos y de la burocracia sindical. Por el otro, estará el pueblo trabajador enfrentándolo.
Han sido muy importantes las luchas obreras y populares que han sucedido este año a pesar de la burocracia traidora, pero a la vez han surgido nuevos dirigentes combativos en fábricas y demás lugares de trabajo. Se han dado importantes logros en elecciones sindicales como el de los docentes de ATEN Capital y otras seccionales en Neuquén, contra una burocracia peronista kirchnerista; el triunfo opositores en el sindicato Atech (docentes de Chubut); la ratificación de la nueva conducción del Sutna (sindicato del neumático); la consolidación de Ademys como referente de lucha en CABA. Y los ferroviarios del Sarmiento dieron un nuevo paso, al hacer retroceder a la empresa y a la Lista Verde en su intento de proscribir a nuestra compañera Mónica Schlotthauer para las elecciones del gremio de los próximas días. Allí se juega mantener la conquista de esa conducción antiburocrática, con el referente máximo del sindicalismo combativo “Pollo” Sobrero a la cabeza. Pelea sindical que va íntimamente ligada a la pelea política.
Desde Izquierda Socialista dijimos que íbamos a usar la fuerza que nos dieran las elecciones para ganar las calles con el Frente de Izquierda Unidad. Así lo hicimos con la marcha unitaria del pasado sábado 11 de diciembre, llenando Plaza de Mayo en unidad con más de cien organizaciones y el sindicalismo combativo. Esto debe ser el punto de partida para impulsar nuevas acciones, y centralmente para que surja un movimiento amplio que pelee para que se deje de pagar la deuda, se expulse al FMI y la plata vaya a salario y trabajo como parte de un plan económico alternativo obrero y popular.
Este 19 y 20 de diciembre se cumplen veinte años del Argentinazo de 2001. Una rebelión al grito de “que se vayan todos” que cuestionó al gobierno del FMI, a las privatizadas, al Congreso y a la Corte, provocando la caída de varios presidentes en pocos días. Ese Argentinazo fue reivindicado en la plaza de la Izquierda del 11 de diciembre, no en la plaza peronista del día anterior con Lula y Mujica. Esta última recordó al Argentinazo como “una locura”. Cristina siempre lo repudió, porque el “que se vayan todos” incluía al peronismo, porque también se gritaba “sin radicales, sin peronistas, vamos a vivir mejor”.
La frase “el peronismo está más vigente que nunca”, dicha por Cristina en el encuentro con La Cámpora previo al pasado 17 de octubre, fue un llamado a su base para no seguir perdiendo por izquierda debido al repudio obrero y popular a un peronismo que en pleno Siglo XXI es nuevamente correa de transmisión de los planes fondomonetaristas. No lo logró. En este marco se encuentra el verdadero significado de la elección histórica del FIT Unidad, que capitalizó una parte muy importante de esa ruptura hacia la izquierda. Una esperanza para fortalecer una alternativa política que luche por un gobierno de las y de los trabajadores y el pueblo. A veinte años del Argentinazo continuamos con ese compromiso. Se trata de seguir construyendo una alternativa obrera y socialista que supere al peronismo, que combata al ajuste, que enfrente de verdad a las expresiones de centroderecha como el macrismo y a los neofascistas Milei y Espert, y que pueda aplicar esa salida de fondo al servicio del pueblo trabajador, luchando por una Argentina y un mundo socialistas de la mano de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional. Izquierda Socialista está empeñada en esa tarea estratégica,es por eso que llamamos a sumarse a nuestro partido, para fortalecer al sindicalismo combativo y al Frente de Izquierda Unidad, asumiendo juntos los desafíos venideros.