Desde hace varios días hay múltiples focos de incendio en diferentes localidades de la provincia de Misiones. Avanzan descontroladamente en Oberá, Salto Encantado, Leandro N. Alem, Montecarlo, Puerto Libertad, Puerto Esperanza, Campo Ramón, Garuhapé, San Pedro, El Alcázar y Andresito. “En líneas generales, toda la provincia está en llamas”, afirmaron desde la Federación de Bomberos Voluntarios.
El origen del desastre se encuentra en la sequía y las altas temperaturas que afectan la provincia, que suele tener uno de los promedios de lluvias más altos del país. Los expertos destacan que no se veía una situación así desde 1945. De hecho, los primeros focos de incendio aparecieron en noviembre y se empezaron a generalizar a partir del 20 de diciembre, llegando a su máxima extensión esta semana. Anteriormente no había sucedido que se dieran incendios de esta magnitud, mucho menos que llegaran a afectar a los bosques nativos.
Una de las claves del porqué de los incendios es el interminable desmonte del bosque nativo para la industria forestal: el “hotel verde” como lo vende la provincia, se ha transformado en interminables plantaciones de pinos, eucaliptos, kiris y cedros australianos, todas especies exóticas. Los incendios suelen comenzar en estas explotaciones forestales y se esparcen hacia los cada vez más escasos bosques nativos misioneros.
La sequía, las temperaturas récord y los fenómenos de este tipo no son una casualidad ni un mero accidente. Son una demostración más de que el capitalismo imperialista está destrozando el planeta. En nuestro país, el saqueo de los recursos, en particular el agua, y la desertificación, nos van llevando a este desastre. Mientras tanto, nuestros máximos reservorios de aguas, los humedales, siguen bajo amenaza, mientras el gobierno de Fernández dejó caer en el Congreso la ley que se planteaba protegerlos.
Incendios como el de Misiones son un motivo más para seguir movilizados y que continúe creciendo el gran movimiento que se está gestando en defensa del ambiente.