Escribe Guido Poletti
El pasado sábado 23 se produjo el llamado “tractorazo”, organizado por los autodenominados “productores autoconvocados”. La marcha, en la que supuestamente “el campo” reclamaba bajar el gasto público y los impuestos al sector, no contó con el apoyo del oficialismo de las organizaciones más tradicionales del sector, la llamada Mesa de Enlace (Sociedad Rural Argentina, Coninagro, Confederaciones Rurales Argentinas y Federación Agraria). Es que estas entidades están en plena negociación con el gobierno, y en los hechos logrando que el Frente de Todos no les aumente los impuestos a pesar de las superganancias que están realizando en esta cosecha vía los mayores precios de trigo, maíz y soja, producto de la invasión rusa a Ucrania. De hecho, el gobierno de Alberto Fernández solo incrementó dos puntos las retenciones a las exportaciones de harina y aceite de soja, dejando el resto sin tocar. La organización de la marcha, con la consigna “basta de gasto”, recayó entonces en sectores directamente vinculados a la oposición patronal, que obviamente trató de aprovecharla al máximo.
Al llegar a la Ciudad de Buenos Aires y en particular en el acto en Plaza de Mayo, concitó el apoyo de algunos miles de manifestantes, en su inmensa mayoría de clase media y media alta, claramente simpatizantes de las diversas opciones en que se encuentra dividida la oposición patronal. De hecho, estuvieron en el acto los principales dirigentes de Juntos por el Cambio (tanto del PRO como del radicalismo) y también los derechistas “libertarios”, presentes con José Luis Espert y la “juventud de Milei”.
A las consignas reaccionarias que se escucharon y se leyeron en los carteles, se le sumó al final un hecho sumamente peligroso y repudiable. Un grupo de participantes de la marcha colgaron muñecos “ahorcados” de diferentes referentes tanto del gobierno nacional como de organizaciones de derechos humanos (Hebe de Bonafini y Estela Carlotto), y también de dirigentes del Frente de Izquierda Unidad (Néstor Pitrola y Nicolás del Caño). Un hecho de tinte fascista que repudiamos enérgicamente.
En síntesis, se trató de un despliegue “federal” de sectores de la oposición patronal. Una marcha reaccionaria totalmente alejada de los intereses y necesidades del pueblo trabajador.